Gonzalo Sanz –Gonzaventuras para sus seguidores de YouTube e Instagram– es un trotamundos. Un nómada digital, como le gusta decir. Criado en la segoviana localidad de La Losa, donde residió hasta los 21 años, una dolencia cardíaca le hizo comprender que la ... vida puede escaparse «en un momento» y lo empujó a recorrer el mundo, empezando por Londres. «Mi primera gran aventura fue volver de Londres en bicicleta. Mis padres no daban crédito, pero, pasados los años, están curados de espanto», dice. Precisamente, Gonzalo se repone en casa de sus progenitores, en La Losa, de los azarosos días que ha vivido tras la entrada en vigor del estado de alarma por el coronavirus. El decreto lo sorprendió viviendo en una playa de Tenerife, en tres metros cuadrados, los que tiene el interior de su querida furgoneta camper, a la que él llama ' furgo'. Pensó quedarse y pasar allí la cuarentena, junto al Atlántico, pero la cosa se fue poniendo fea: «Todo esto me cogió nada más llegar a Tenerife. Empecé a oír que no se podía salir de casa y yo estaba por ahí, de viaje, en mi furgo. 'Bueno, pues me quedo en la furgo, que es mi casa, pero a ver cómo paso todo esto, si me dejan quedarme aquí, en el aparcamiento de la playa', pensaba. Porque, para mí, la furgo es mi casa, pero para la ley probablemente no».
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No tardó en recibir la visita de la policía. Unos agentes aceptaban que siguiera allí, aunque recluido en el vehículo; otros, directamente, no. «No estaba claro y la autoridad tenía contradicciones, cosa que entiendo. Yo en ningún momento quería transgredir la ley. Lo único que pedía es que me dejaran permanecer en la furgoneta y salir de ella para ir al baño, a la ducha del aparcamiento o a dar una vuelta alrededor del vehículo. No quería más. El sitio era bastante seguro. Entre un coche y otro había cien metros de distancia. No me planteaba regresar a casa de mis padres para evitar riesgos de contagio. Pero acabaron cerrando el aparcamiento y me dieron la opción de irme a un pabellón donde tenían acogidos a los sin techo».
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Gonzalo llegó a ir al pabellón, pero la propia Cruz Roja le impidió entrar porque estaba completo. «Al fin y al cabo, yo tenía una furgoneta en la que pasar las noches. Esas personas no tenían nada», explica. Así que le ofrecieron alojarse en un centro de día al que también acudían ciudadanos especialmente vulnerables, con necesidades muy concretas. «Vi que el baño lo utilizaban muchas personas y que estábamos más expuestos al virus, tanto ellas como yo. Empecé a pensar que tenía que regresar a la península, a casa de mis padres».
Sin embargo, esta opción no era ni mucho menos sencilla. Canarias estaba a punto de cerrar sus puertos. «Creo, no estoy seguro, que conseguí tomar el último ferry antes del cierre. No fue fácil. Tuve que firmar hasta una declaración jurada, pero embarqué. Y la furgoneta también, por supuesto, en el garaje de abajo, aunque no me dejaban dormir en ella. Fue una travesía de casi dos días. No lo pasé nada bien porque me mareo», relata Gonzalo.
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Carmen Barreiro
La peripecia de 'Gonzaventuras' no acabó ahí: «Llegué a la costa de Huelva, busqué un aparcamiento que conocía para pasar la noche y lo tenían acordonado, así que me puse en ruta y decidí dormir en un área de descanso, decisión poco sabia porque es el último sitio en el que debes dormir si no quieres que te roben. No me pasó nada, afortunadamente, y a la mañana reanudé la marcha. A la altura de Mérida, creo, empezó a salir humo del volante y tuve que parar. Llovía y estaba tirado en la carretera. Era lo que me faltaba: ¡un problema mecánico!».
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Solventada la cuestión, Gonzalo continuó el viaje, pero la noche volvió a echársele encima antes de cruzar Gredos. «Paré para dormir –sigue narrando– y me desperté con la Guardia Civil. Me asusté. Estaba en un pueblecito de la N-110. Los civiles fueron comprensivos conmigo y me dejaron continuar. Llegué a casa de mis padres y aquello se me hacía raro. No podía abrazarlos, había que desinfectar todo... Mi madre trabaja en el Hospital General y está expuesta al contagio... Estos días he sabido por ella lo complicada que está resultando la situación en el Hospital de Segovia... ¡Ah, también se me rompió el portátil! En fin, ha sido todo una locura, pero ahora estoy más relajado».
En realidad, en La Losa no se vive tan mal. «Hay personas que están en peor situación porque no tienen una casa donde pasar estos días tan complicados y están muy expuestas. Yo estoy en casa de mis padres, que tiene jardín. Hombre, echo de menos mi furgo, que es mi casa, pero los planes se han cancelado para todos. Entiendo que no se puede hacer una ley que prevea cada uno de los casos. Yo en ningún momento he querido saltármela. Al contrario», asegura este youtuber generador de vídeos que se graba en todos sus viajes: «Esto me permite ganar algún dinero y continuar con el estilo de vida que me gusta: viajar y sobrevivir».
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