Para algunos ha sido un sobresalto. Para otros, un susto programado. Casi 200 personas, entre visitantes y personal del Alcázar, han participado en el simulacro de incendio en la fortaleza que pone a prueba anualmente la seguridad en el monumento y el óptimo funcionamiento de ... las últimas modificaciones de los equipos que luchan contra el fuego. En esta ocasión, cuatro cámaras térmicas que detectan los focos de calor han sido protagonistas en un rescate simulado a una persona que había quedado atrapada por el humo en una de las buhardillas.
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César Blanco Elipe
La despacible jornada, con frío y lluvia, no ha supuesto un obstáculo para las más de cien personas que estrenaban la semana con una visita al Alcázar. Apenas media hora después de su apertura, grupos de turistas y escolares han tenido que bajar aprisa los peldaños de la fortaleza para salir por la puerta principal del monumento. ¿El motivo? Un vigoroso fuego se había desatado en los desvanes del ala norte. Con excepción de un par de despistados, sus miradas tranquilas dejaban entrever que conocían la causa real de este anuncio: se trataba de un simulacro.
A las 10:34 horas de este lunes comenzaron a sonar las alarmas. Unos instantes después llegaron los Bomberos de Segovia. Si bien es cierto que el humo era casi imperceptible desde el exterior, en su lugar de origen se había expandido una densa nube que cegaba a los trabajadores. Los medios de emergencia intervinieron rápido, mientras se levantaba la carpa hinchable en la que posteriormente actuaría el personal sanitario. Este simulacro se realiza cada seis de marzo con motivo del aniversario del incendio que arrasó parte de la edificación en 1862.
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La adecuación de la nueva sala de peines para la conservación de obras de arte, llevada a cabo en los últimos meses, conllevó a la suma de mobiliario y otros elementos de protección que debían ponerse a prueba. De este modo, las buhardillas del ala norte resultaron elegidas como el epicentro para el simulacro. En concreto, el fuego se originó por un hipotético fallo eléctrico en el cableado de reciente instalación. Las altas temperaturas provocaron el derrame de barnices y aerosoles de lacado, lo que desató a su vez un incendio en las cercanías de la sala de muebles, en el que un restaurador se encontraba trabajando.
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El humo fue percibido por uno de los más de 170 detectores con los que cuenta la fortaleza, ya sean iónicos, térmicos, de barrera o por aspiración, con los que cuenta la fortaleza. Las sirenas alertaron la situación y rápidamente un vigilante verificó la situación del siniestro por medio de unas cámaras térmicas que permiten identificar rápidamente los focos de calor. «Es posible comprobar si hay llamas y también si hay una persona dentro, además de acortar minutos, que son muy importantes, en las labores de extinción», explicó el coronel y alcaide del Alcázar, Rafael de Felipe Barahona.
En esta misma línea, gracias a la implementación de estos dispositivos, el auxilio y socorro de la persona atrapada se puede visualizar en directo en una pantalla. Por tanto, se ahorra tiempo en la localización y también ofrece una mayor seguridad al personal de emergencias. No sorprende que, en aproximadamente 15 minutos desde el aviso, el restaurador aislado por el fuego pasase a disposición del personal sanitario. La inhalación de humo requirió que el paciente fuera intervenido en el momento hasta su posterior traslado a un centro médico.
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Una vez sofocado el incendio en los desvanes, se procedió a actuar en el patio del Reloj, donde había caído material en combustión por las ventanas. Para ello, se empleó el hidrante en carga existente en el patio de Armas, que también posibilitó comprobar el correcto funcionamiento de un baipás que conecta las columnas secas de la parte norte y sur del Alcázar, puesto en marcha en el último año. Finalmente, se puso en marcha el triaje y traslado de las obras de arte afectadas al taller de restauración.
«El Patronato hace una inversión muy importante en seguridad para la fortaleza, para los más de 70.000 legajos del Archivo General Militar -el más antiguo del Ejército- y para el entorno natural», añadió De Felipe. No hay que olvidar la instalación de otras nueve cámaras de videovigilancia, hasta alcanzar las 95; la suma de tres equipamientos para el personal de intervención; y la formación de un total de once trabajadores del Alcázar en primeros auxilios y en emergencia sanitaria.
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