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María del Carmen Arranz, en el estanco de Juan Bravo. A. de Torre
Coronavirus en Segovia: «Ver la Calle Real vacía, sin gente, es como un sueño, como una película de terror»

«Ver la Calle Real vacía, sin gente, es como un sueño, como una película de terror»

Estanquera en la calle Juan Bravo de Segovia, María del Carmen Arranz dice que la falta de clientes depara mañanas aburridas

Quique Yuste

Segovia

Martes, 21 de abril 2020, 12:02

Lleva casi medio siglo en el estanco de la calle Juan Bravo, junto a la plaza de las Sirenas. El próximo octubre, María del Carmen Arranz cumplirá 47 años en un negocio que permanece abierto pese al coronavirus, aunque lo hace con unas ventas que plantean un futuro incierto. «Hay días en los que no dan ni para pagar la luz», afirma. Pese a ser un establecimiento que ha permanecido abierto durante todas las semanas del estado de alarma, el número de clientes ha bajado drásticamente hasta el punto de convertir las mañanas de trabajo en horas y horas de aburrimiento. «Estamos teniendo días en los que entran entre diez y quince personas», declara.

El descenso de ventas y la reducción de clientes se nota más en este estanco de la Calle Real que en otros situados en barrios periféricos de la ciudad. Así lo considera María del Carmen Arranz, quien lleva semanas sin ver a muchos de sus clientes habituales. Porque ante la falta de vecinos en un recinto amurallado cada vez menos poblado, el estanco de Juan Bravo vendía sobre todo a trabajadores de la zona y estudiantes de la IE University. Pero un alto porcentaje de los funcionarios que trabajan en las administraciones públicas cercanas llevan semanas de teletrabajo, por lo que han perdido un tipo de cliente «que solía venir a comprar durante las pausas para el café». Además, los estudiantes de la IE University, que suponían buena parte de las ventas de la tarde en el estanco, fueron uno de los primeros colectivos que dejó la ciudad cuando se decretó el estado de alarma. «Creo que los estancos de los barrios estarán algo mejor. Hay más vecinos, más bloques de viviendas e incluso gente de algún pueblo cercano», afirma.

A la marcha de buena parte de sus clientes habituales se le une además la tercera gran pata de sus ventas: el turismo. Situado en una de las calles más transitadas de toda Segovia, el confinamiento ha convertido la Calle Real en una vía en la que apenas se observa a gente pasear a lo largo de la mañana. «En los últimos cinco minutos solo he visto a dos personas subir y a otra bajar», comenta. «Antes pasaba mucha gente por la calle y ahora hasta me da pena ver que no hay personas por aquí», reconoce. «Ver la Calle Real así es como un sueño, como una película de terror», añade María del Carmen, quien prevé que todavía queda tiempo para que se regrese a la normalidad. «Es algo que nos va a durar», apunta.

Asustada por las bajas ventas, no contempla llevar a cabo iniciativas como las planteadas por otros comercios, dispuestos a la venta a domicilio de sus productos. «Un estanco es un negocio atípico. No podemos llevar tabaco a la gente sin una factura en la mano, nos hace falta un permiso», sostiene. No obstante, ignora si durante el estado de alarma tendrían la posibilidad de repartir a domicilio, alternativa que por el momento no entra dentro de sus plantes. «A mi no me merecería la pena moverme para llevar un cartón de tabaco a un cliente. A una chica sí que la llevé un día cinco cartones, pero porque me pilla de camino para mi casa», afirma.

Ansiedad

Desconoce si el confinamiento se ha traducido en un aumento del consumo por parte de los fumadores. «Alguno nos ha dicho que si cerramos no aguantaría sin fumar», sostiene. El caso contrario, el de algún fumador que haya optado por dejar el tabaco durante estos días, tampoco lo ha percibido. «Sí que habrá mucha gente que tenga ansiedad durante estos días».

Algunos de sus clientes, prevé, podrán dejar el tabaco pero obligados por la situación económica que se avecina. «Habrá gente que se tenga que quitar. Otros preferirán quitarse de otros vicios». Así, sostiene que la situación a la que se enfrenta el negocio durante las próximas semanas o meses no se puede comparar a ninguna otra ya vivida. «En la crisis de 2008 también bajaron las ventas, pero por lo menos se veía a gente por la calle que podía entrar a comprar. Ahora es que no se ve a nadie», declara. Recuerda que al empezar, hace casi medio siglo, era incluso necesario que los estancos establecieran guardias similares a las de las farmacias. «Ahora ni aunque las hagamos. Esto es una barbaridad. No lo había vivido nunca», concluye.

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