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Gaspar y Baltasar, con parte del cortejo, desfila por la calle San Juan ante la mirada de miles de segovianos. Óscar Costa

Segovia

La Cabalgata de los Reyes Magos inunda de sueños e ilusión las calles de Segovia

Miles de personas desafiaron al frío y a la lluvia para disfrutar de la llegada de Sus Majestades

Carlos Álvaro

Segovia

Viernes, 5 de enero 2024, 23:40

Un chaparrón recibió a Melchor, Gaspar y Baltasar cuando hicieron acto de presencia en la balconada del Alcázar, pero el mal tiempo acabó rindiéndose y la Cabalgata de los Reyes Magos brilló en la noche segoviana, en medio de la ilusión desbordada de niños y niñas, que siguieron con los ojos muy abiertos el recorrido de Sus Majestades por las calles de la ciudad. La inocencia y los sueños pudieron más, y el intenso frío no consiguió doblegar la voluntad de las miles de personas que llenaban el itinerario, desde la plaza de la Reina Victoria Eugenia, antesala del Alcázar, atestada de público, hasta la plaza de la Artillería, adonde llegó el cortejo real pasadas las nueve de la noche.

Fue una Cabalgata distinta a las de los últimos años, en parte porque las obras de la calle Daoiz condicionaron el recorrido y obligaron al séquito de los Magos de Oriente a subir a la Plaza Mayor a través de la Ronda de Don Juan II y de la calle Martínez Campos. El desfile tuvo un preludio: el cortejo de pajes partió de la Casa de La Alhóndiga con una hora de antelación para llegar al Alcázar en el preciso momento en que hacían su aparición los tres Reyes Magos. Una estrella y dos caballos 'celestiales' retroiluminados guiaban el cortejo bajo una molesta lluvia que descargó con fuerza en torno a las siete y media de la tarde, cuando cientos de personas abarrotaban el recinto del Alcázar para presenciar el 'video mapping' de animaciones ilustradas proyectado sobre la fachada de la Torre de Juan II del Alcázar, una bonita historia sobre los tres Magos que hizo las delicias de grandes y chicos.

Melchor, en andas, por la Ronda de Don Juan II. Óscar Costa

Los Reyes saludaron desde la balconada de la fortaleza para después bajar y subir a las andas que sus respectivos portadores cargaban con decisión. En andas llegaron Melchor, Gaspar y Baltasar a la plaza del Socorro, también repleta de público, bien provisto de paraguas y chubasqueros. Entre aplausos descendieron para remontar a pie la empinada calle de Martínez Campos, hasta el comienzo de la de San Frutos, donde volvieron a subirse a las andas para entrar en la Plaza Mayor como merecían.

Los Reyes fueron recibidos en la Plaza con los espectáculos 'Les Allumeurs d'Etoiles', de la compañía Lilou, una hermosa coreografía inspirada en los planetas y la creación del universo, que combinaba la música, la interpretación y la interactuación con los espectadores, y 'Astraia', de la compañía Centaurée, espectáculo que invitaba a viajar a través de la música y los elegantes movimientos de los vistosos personajes que lo protagonizaban.

Sin embargo, en ese momento, la atención estaba puesta en las nuevas carrozas. Los Reyes Magos han estrenado este año carroza en Segovia. Quienes aguardaban a los protagonistas de la noche en la Plaza Mayor pudieron descubrirlas en primicia. Eran tres espectaculares tronos, de nueve metros de largo por tres de ancho, muy llamativas por la luminosidad que desprendían. Los segovianos no volverán a verlas, porque el Ayuntamiento ya ha anunciado su intención de renovar año a año las carrozas que han de portar a los Reyes Magos en su recorrido por las calles de Segovia.

El rey Baltasar reparte saludos. Óscar Costa

El primero en estrenar su trono fue el rey Melchor. Su carroza tenía forma de corona y el color oro predominaba en ella. El vehículo, arrastrado por una enorme estrella de cola, desprendía una intensa y colorida luz. Gaspar, alto y espigado, con un enorme turbante sobre la cabeza, ascendió después por los peldaños de su carroza, decorada con motivos vegetales y dotada de una luminosidad en tonos verdes que llamaba mucho la atención. Los pajes recibieron a Baltasar en lo alto del trono. La carroza del tercer rey emitía una luz azul que envolvía la escena a su paso.

El desfile central empezaba ahí. Los pajes y los séquitos reales, integrados por más de cuatrocientas personas, guiaban a los tres reyes repartiendo caramelos sin gluten a diestra y siniestra (hasta dos mil kilos de golosinas lanzaron a su paso por las calles). La música amenizaba el cortejo. Integrantes de la banda de la Unión Musical Segoviana, de la Troupé de la Merced, de Os Batukones, de la Orquestina del Valle y del grupo de dulzainas Tierra de Segovia ponían el sonido ambiente. Desde el comienzo del recorrido, una constelación de medio centenar de estrellas flotantes, de dos metros cada una, escoltaba al cortejo real, gracias a la aportación de la compañía francesa Aerosculpture.

Melchor, Gaspar y Baltasar estrenaron tres espectaculares y luminosas carrozas de nueve metros de largo

El desfile cruzó la Plaza Mayor y se dirigió al Acueducto a través de las calles Cronista Lecea, Serafín, San Agustín y San Juan. A la plaza de Artillería llegaron Sus Majestades sobre las nueve de la noche, con unos minutos de retraso sobre el horario previsto. A los pies del monumento romano, el Ayuntamiento había dispuesto un pequeño escenario con los tres tronos, como ha venido haciendo en los últimos años. Allí estaba el alcalde de Segovia, José Mazarías, para recibir a los Magos. El primero en llegar fue, lógicamente, Melchor. Unos minutos después lo hicieron Gaspar y Baltasar. El regidor les dio la bienvenida con un caluroso abrazo. A preguntas de la presentadora del acto, Carolina Uñón, Melchor aseguró que cumplirían con los deseos de todos los niños segovianos y que, por supuesto, habían leído las miles de cartas recibidas.

Pancartas de apoyo a los Reyes Magos. Óscar Costa

Uno a uno, los pequeños que aguardaban la llegada de los Reyes fueron subiendo al escenario y pasando por los tronos. Allí, delante de los Magos de Oriente, tuvieron ocasión de recordarles sus peticiones. En ese momento, la magia lo envolvía todo y el recuerdo de la lluvia, de la que no quedaba ni rastro, se había desvanecido por completo. Fue una noche feliz.

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