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A Manu Pérez Brunicardi, el segoviano que se erigió en la primera década del siglo XXI como uno de los pioneros del esquí de montaña, le ha salido otro sobrino bueno. Después de que Teo Pérez participara el año pasado en la Copa del Mundo sub-20, el siguiente, su primo Luca Fuentes, tres años más joven, hizo lo propio y disfrutó el 25 de enero de su primera internacionalidad como sub-18. Dio la talla en Forni di Sopra, en los Dolomitas italianos, la cordillera que albergará los próximos Juegos Olímpicos de invierno en 2026, pues se metió en la final y quedó cuarto, todo un hito para un debutante de 17 años.
Los esquís vinieron de familia para Luca, que aprendió a los 10 años con sus tíos –los padres de su primo Teo– en Navacerrada. «Antes jugaba al fútbol, luego ya me fui pasando a correr por montaña, hasta que descubrí el skimo [la abreviatura de esquí de montaña]. Poder llegar a sitios a los que no puedes llegar corriendo. O si puedes, es más lento y más difícil. Y luego bajar es súper chulo. Me enganchó muchísimo». Se convirtió, para bien o para mal, en alguien diferente. «Era raro irte un fin de semana al monte en lugar de jugar un partido de fútbol. Y en vez de despertarte a las 10, hacerlo a las 7».
El cambio más radical fue pasar de unos robustos esquís de pista a adentrarse en montaña abierta con unos mucho más ligeros para ganar movilidad, pero hay que domarlos. Desde la técnica subiendo: «Hasta que consigues hacer una zeta o subir una pista muy helada, lleva su tiempo». A afrontar bajadas inciertas, sin la garantía que da una estación y sus máquinas que allanan cualquier desperfecto. «Al principio te da cague tu primera bajada así más empinada, pero con los años vas aprendiendo». Su primera carrera fue en Alto Campoo (Cantabria) con su tía, que le acompañó porque tendría escasos 10 años. «La recuerdo bonita, pero lo pasas duro, había mucha ventisca y nos metieron por una canal muy estrecha y muy helada que tenía cortes de nieve y tenías que quitarte los esquís».
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Luis Javier González
Aprendió a navegar los diferentes tipos de nieve. Cómo ir recto y suelto con nieve costra –una superficie muy traicionera, ya que su capa superior es firme, pero puede ceder fácilmente bajo el peso del esquiador– o en la helada, la más habitual en la sierra de Guadarrama. «Es tener los cantos afilados, ir con cuidado y derrapar mucho». Así se ha adentrado por las canales del balneario de Panticosa, un paraíso del skimo en Huesca. «Es una zona súper helada porque es norte, con mucho pino. Tienes que ir sorteando y no coger mucha velocidad porque te comes alguno». O la mítica Canal de la Zapatilla, en Candanchú. «Tiene que tener mucha nieve, pero que tampoco esté muy cargada porque caen muchas avalanchas».
Empezó a competir en Copas de España desde los 13 años y ya se subió a algún podio. Parte de culpa la tuvo el Centro de Tecnificación que creó su tío dentro de la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo de Castilla y León. «Vas a las concentraciones, luego a competir, te engancha y acabas aquí». Y la «admiración» hacia Teo, no solo su primo, sino su compañero de entrenamiento. Una temporada que empieza en verano, con muchos kilómetros de bici «tranquilo» que el año pasado hizo en Alpes, en puertos como el Galibier. La pretemporada sigue hasta diciembre corriendo. Se puso los esquís en una concentración en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada para tocar nieve. Empieza un periodo intensivo con competiciones a veces en semanas consecutivas.
Fue uno de los dos chicos sub-18 convocados; fue cuarto en la Copa de España y la estrategia federativa era repartirles en dos Copas del Mundo para foguearles. Volaron juntos desde Madrid y cuando llegó el sábado se lo tomó como un día más, el mismo calentamiento, para no pensar. Usó las clasificatorias para «entrar en calor»: de los 15, tres se quedan fuera. El recorrido empieza con los esquís puestos, luego van a la mochila, un pequeño pateo para volver a montarlos en el tramo final de la subida. Ahí quitan las pieles que permiten ascender a las tablas para descender hacia meta entre puertas. Tras ser noveno, disputó las semis, divididas en dos tandas de seis: pasan los dos primeros de cada una y los dos mejores tiempos. Así entró en la final por centésimas, el único español. «Fui un poco reservón al principio y me lancé en la bajada».
La final ya era un «regalo». La falta de presión ayudó en las transiciones, la clave de un deporte tan frenético y terminó cuarto. «Casi me coge el quinto llegando a meta, pero metí ahí un poco el pie», sonríe. Picardía no le falta. Si acaso, el reto de futuro es cómo tocar más nieve viviendo en Palazuelos de Eresma. «La diferencia entre nosotros y los austriacos o los italianos está en las horas de bajada. Ellos tienen la nieve en la puerta de casa y yo la habré tocado como mucho 15 días esta temporada. Mi tío lo pensaba en su momento y yo también».
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Pedro Resina | Valladolid
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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