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«¡Ya viene, ya viene!», se escuchaba en los balcones próximos a la iglesia de San Lorenzo en el momento del encuentro de la imagen del patrón con el sol. Este jueves era el día grande de las fiestas del barrio y, entre las múltiples actividades organizadas, sobresalió la procesión. Los peñistas y vecinos vistieron sus mejores galas para mostrar su devoción al santo, tal y como requirió la comisión de festejos. Aunque su salida se hizo de rogar hasta diez minutos, decenas de personas esperaron pacientes bajo el sol para honrarle con ovaciones, aplausos y jotas.
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Ana María Criado
Mayores, jóvenes y niños asistieron a la misa en honor a San Lorenzo. La iglesia estaba llena, por lo que una gran multitud se congregó en los alrededores de la plaza para esperar el comienzo la procesión. Es el caso del acompañamiento musical, que se resguardó bajo el atrio del templo. En ese momento buscaban la sombra, pero todo cambió cuando vieron a su patrón. El sol y las altas temperaturas -más benevolentes que en la jornada anterior- no fueron un obstáculo para que en torno a medio millar de personas asistieran a la solemne celebración.
«Hacia San Lorenzo, el calor es muy intenso», dice el refrán. Los abanicos, refrigerios e incluso pulverizadores fueron algunos de los atuendos protagonistas de la multitud. El cortejo partió de la calle de la Iglesia hasta la plazuela y discurrió por la calle del Puente de San Lorenzo. Allí, los banderines festivos se entremezclaban con las pancartas que anunciaban la localización de los locales que serán hogar de muchos vecinos hasta el próximo domingo.
Con coloridos petos y camisetas de peña, y algunos con gafas oscuras para esconder las ojeras acumuladas de la noche anterior, no eran pocos los que se animaban a bailar jotas ante la imagen. La venerada talla estaba sumergida en flores y custodiada por las autoridades, el párroco de San Lorenzo, Paco Jimeno, y el rey y las damas.
Según avanzaba el recorrido de la procesión, se sumaban más y más danzantes que presumían de dar los mejores pasos a ritmo de la melodía de Los Dulzaineros de San Lorenzo. Todo ello frente a un público expectante. El momento culmen llegó anunciado por el repique de campanas, apenas cinco minutos y una jota después de recibir al patrón, cuando la comitiva alcanzó la plazuela del barrio y decenas de personas salieron de los bares para ver pasar al santo.
Los peñistas se turnaban para portarlo a hombros y también para danzar en su honor. «¡Viva San Lorenzo!», exclamaron los devotos hasta en diez ocasiones. «¿Bailamos?», se preguntaban entre familiares y amigos. En la mayoría de las ocasiones, la respuesta era afirmativa. El paso por las calles más estrechas de este distrito de la ciudad era dificultoso y no fue hasta el regreso a la iglesia, tras dar una vuelta a la manzana, cuando el público estalló en aplausos.
El cansancio no hizo mella en el disfrute y la emoción. La misa y procesión no eran los primeros actos de la jornada, ya que estuvieron precedidos de la tamborrada en memoria de Félix Martín 'El Botas'. El vibrar del barrio se encargó de despertar a la ciudad a partir de las 8:00 horas. Por otro lado, también tuvo lugar la misa de los cocineros.
Una vez finalizado el acto religioso, comenzó la hora del vermú. Otros, adelantaron la comida para aprovechar y descansar con vistas a la capea, la actuación de un DJ y una charanga. Había que coger fuerzas para poner las talanqueras para el II encierro nocturno y la posterior verbena. Por las altas temperaturas y el riesgo de incendios, el espectáculo de fuegos artificiales previsto no se pudo llevar a cabo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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