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Se agota el tiempo y la afición celebra eufórica una derrota segura, el aplauso a sus jugadores por un esfuerzo que vale más que muchas victorias. Los segovianos, que habían caído por una media de 17 goles en sus cinco partidos previos contra el Barça, ... habían humanizado al líder galáctico, que se vio cinco abajo en la segunda parte. Un esfuerzo colectivo que amagó con hacer posible lo imposible. Pero a la superpotencia del balonmano español le bastó cuarto de hora para imponer físico, fondo de armario y portero para despertar a los soñadores.
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Luis Javier González
Que un partido del Barça transcurran tres minutos sin goles es una anomalía, la primera de muchas. Dani Pérez protagonizó la siguiente desde el punto de penalti; Pérez de Vargas impone, así que buscó un tiro distinto, pero lo que salió fue un intento de globo que se marchó muy alto. Aitor Ariño abrió el marcador y las primeras ventajas fueron visitantes, pero aquello era un rival terrenal. El traje galáctico se había quedado en el armario.
BM Nava
Luis de Vega, Borja Méndez (3), Andrés Vila (3), Dani Pérez (6), Mario Nevado (4), Gonzalo Carró (1), Jakub Prokop (3), Roberto Pérez, Dragan Soljic (1), Dzimitry Patotski, Óscar Marugán, Tomas Smetanka (3), Isaías Guardiola (6) y Pablo Herranz (1).
31
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37
FC Barcelona
Gonzalo Pérez de Vargas (1), Pol Valera (4), Jonathan Carlsbogard (1), Dika Mem, Jaime Gallego (2), Aitor Ariño (3), Emil Nielsen, Hampus Wanne (10), Blaz Janc (2), Timothey N'Guessan (3), Oriol Zarzuela, Djordje Cikusa (1), Melvyn Richardson (3), Luis Frade (4), Petar Cikusa (1) y Javier Rodríguez (2).
Parciales: 1-1, 3-3, 6-6, 9-8, 12-9, 15-13 (descanso), 19-14, 22-19, 26-25, 27-30, 28-33 y 31-37.
Árbitros: Hoz Fernández y Riloba Pereda. Señalaron dos exclusiones a los locales y tres a los visitantes.
Incidencias: Pabellón de Nava.
El éxito del Nava partió de una defensa que negó al Barça el eje central, los lanzamientos exteriores de sus héroes. El ritmo de su ofensiva era como una melodía reproducida a una velocidad lenta que solo encontraba alivio en los extremos y en el pivote, citas en seis metros con Patotski, que empezó a parar desde el primer intento de Melvyn Richardson cuando el reloj solo contaba los segundos. Contundencia dentro de la legalidad para un Nava que negó ataques sin exclusiones. El crimen perfecto seguía el guion: un marcador apretado para buscar la ansiedad del Barça, que empezó a precipitarse. Llegaron las pérdidas de un equipo que se marchó al descanso con dos lanzamientos menos que los segovianos. Otra anomalía.
La otra pata de la hazaña estaba en el ataque. El Nava hizo una exhibición de memoria corta, de aceptar las intervenciones de Pérez de Vargas como la existencia de la gravedad. Lo demostró Pérez, obviando su fiasco y anotando goles de muchos quilates desde el extremo, como un vuelo para colar la pelota entre las piernas del guardameta. O Mario Nevado, negado en el primer intento, pero valiente hasta la médula para anotar en carrera. Pero el líder de la rebelión fue Guardiola, el que demostró que el rival sangraba con sus primeros proyectiles.
Cuando Guardiola dio al Nava la primera ventaja (4-3), apenas duró diez segundos. No fue flor de un día, el viento a favor enchufó a los locales. Vila marcó su primer gol de resumen al recoger un rechace de la madera a Prokop para sacarse un tiro sin ángulo al palo largo. El eslovaco dejó su primera perla con un lanzamiento de cadera tras un rectificado, soltando el balón antes de cometer pasos. Así empezó su tramo dulce, con otro tiro en el que exhibió desplazamiento lateral y una incursión en seis metros ante una defensa dormida. Así puso el 11-9 y forzó el tiempo muerto de Ortega.
Pero las soluciones no llegaron. El Barça aumentó sus revoluciones, pero no encontró el acierto ni la forma de frenar a Guardiola, que no solo marcaba, sino que aprovechaba el marcaje para asistir a Pablo Herrranz en el pivote. Las paradas de Pérez de Vargas –la mejor de la tarde se la hizo a un Prokop desatado en seis metros– limitaron daños al descanso (15-13) con un público feliz como nunca que entonaba sin reparos el 'A por ellos'.
El Barça cambió la portería, pero Emil Nielsen no mejoró las prestaciones pese a tocar el primer tiro de Guardiola. Patotski no se amedrentó y paró las dos primeras balas de Dika Mem mientras la defensa visitante seguía dormitando. El Nava sumaba en todas las facetas, desde el penalti de Méndez a la experiencia de Guardiola para encontrar la ventaja, lanzamientos acertados que ampliaban la renta al +5 (20-15). El sueño parecía real.
Le costó dar con la tecla de la reacción al Barça. Encontró en el banco a Hampus Wanne, que aplicó sin misericordia la ley del contragol, una frustración con castigo doble, pues no solo rompe el alma, si no las piernas. Pero el Nava sostenía el intercambio de goles ante las variantes tácticas y resolvía el 5:1, ese hombre avanzado con el que los culés trataron de aprovechar la inferioridad numérica, con una gran circulación y otro gol de Vila que ponía el 24-20. Pero se estaba jugando sin red, para alegría del líder, que seguía medrando con la rapidez de Luis Frade para reanudar el juego y el acierto de Pol Valera, con la frescura de la que ya adolecían los locales. El elemento que faltaba en la remontada era el regreso de Pérez de Vargas.
El viento había cambiado y el Nava se precipitaba en ataque, una dinámica que trató de cortar Senovilla parando el partido. Sin éxito: Blaz Janc empataba a 24 desde el extremo. Méndez y Smetanka, irredentos, darían las últimas ventajas al Nava, pero solo retrasaron lo inevitable, la transición de Wanne que ponía al Barça por delante a falta de doce minutos y medio. El físico había decantado el partido: por más que Soljic anotara, Pérez de Vargas no solo paraba, sino que marcaba a puerta vacía. Y dio a su equipo un final plácido.
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