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Lleva unas semanas arrastrándose por el suelo. Animadas por unas temperaturas anormalmente suaves de las que han disfrutado los segovianos en tramos de los meses ... de enero y febrero, han descendido de los árboles, han abandonado los nidos y han bajado al terreno para enterrarse. Es la 'Thaumetopoea pityocampa', aunque se la conoce como la oruga procesionaria del pino, una mariposa nocturna que ha iniciado su eclosión antes de tiempo gracias a una meteorología favorable para su propagación. Su presencia se ha adelantado en el calendario con respecto a temporadas pretéritas, otra de las muchas consecuencias del cambio climático que confunde las estaciones. Cada vez es más frecuente que estas orugas emprendan sus aventuras antes de la entrada oficial de la primavera, que es la época en la que suelen activarse.
Los responsables del área de Sostenibilidad Ambiental del Ayuntamiento de la capital, sabedores de la amenaza de plaga que entraña su proliferación, se han puesto manos a la obra y han llevado a cabo una serie de intervenciones para atajar su expansión y acotar así el riesgo que representa para las personas, en especial para los niños; pero también para los animales de compañía que se topan con ellas en sus incursiones por el campo.
Ya en enero, el Consistorio empezó a advertir de avistamientos de procesionaria en determinados puntos de Segovia propicios para su crecimiento, enclaves de arbolado que hay dentro de los límites del término municipal. A pesar de ese adelanto, la experiencia dice que hay que estar ojo avizor y atentos «durante todo el año», tal y como pone de manifiesto el concejal de Sostenibilidad Ambiental y Salud Pública, Gabriel Cobos, quien también se encarga en el organigrama del gobierno municipal de los departamentos de Festejos Patronales y Participación Ciudadana.
Las tareas que se ejecutan, digamos que fuera de la temporada alta, están dirigidas sobre todo a la prevención y vigilancia. El edil detalla que, durante esos meses del resto del ejercicio, las labores se centran en «la retirada de nidos de procesionaria formados en pinos silvestres y en otras especies de coníferas». No solo ocasiona daños a los árboles, sino que es también una amenaza para la salud. Por esta razón, ese control se extiende a parques, jardines y entornos utilizados para el esparcimiento y el recreo de los niños y de las mascotas.
Tanto los menores como los perros son las víctimas propiciatorias que más pueden sufrir los efectos del roce con esta oruga. Por eso, hay que alejar el peligro e impedir que baje al suelo. Los encargados de velar por su protección se aseguran de que los nidos continúen en la parte alta de las copas de los árboles.
Luego, hay «una segunda fase» más circunscrita a un intervalo temporal, que es propiamente el de la propagación. La eclosión de la procesionaria suele coincidir con la irrupción de la primavera, cuando la meteorología templada y lluviosa parece pasar la página del gélido invierno. Sin embargo, ante un febrero de temperaturas más altas de lo normal para esas alturas del año ha sido necesario adelantar la movilización de los equipos especializados, explica Gabriel Cobos. «Nos hemos tenido que ir amoldando a los cambios y a los nuevos ciclos», subraya el concejal.
El periodo de peligro es el que va desde el segundo hasta el cuarto mes de cada año. Tras la fase larvaria, las orugas descienden desde las ramas de los árboles, en las que crean sus nidos, hasta el suelo, y lo hacen en fila india para protegerse, de ahí su nombre común. En esas bolsas de seda blanca hay entre 100 y 300 orugas, que en el citado intervalo bajan a enterrarse en zonas blandas del terreno y pasan a la fase de pupa o crisálida, que eclosiona en verano y da lugar a las mariposas de corta vida. Viajan de árbol en árbol devorándolos, con el consiguiente peligro para la supervivencia de empresas que dependen del aprovechamiento forestal, como las piñoneras o las resineras.
Así pues, a lo largo de este pasado febrero, los operarios «han intervenido en unos mil árboles» distribuidos por diferentes emplazamientos de la ciudad. Esos lugares donde se ha incidido más en el tratamiento a aplicar contra la procesionaria son el parque del Cementerio y en el del Reloj, situado en el barrio de Nueva Segovia; en el Pinarillo; en el entorno de vegetación que hay en la plaza de toros y en puntos de San José, así como en los arbolados existentes en las carreteras de Villacastín y de La Granja, enumera Cobos. Otra de las zonas más problemáticas suele ser el parque de la Dehesa. Estos trabajos también se han llevado a cabo en áreas verdes de los barrios incorporados, como Fuentemilanos o Madrona, por ejemplo. La empresa encargada de efectuar estas labores es El Ejedillo, responsable del mantenimiento y conservación de las zonas verdes y del arbolado de la capital.
100-300 orugas
es la horquilla larvas de procesionaria que anidan en los bolsos blancos sedosos que forman en los árboles antes de descender al suelo.
La técnica que se emplea es la endoterapia arbórea, aunque hay más formas de actuar frente a la procesionaria. El concejal de Sostenibilidad Ambiental explica que consiste en una especie de «inyección en el tronco mediante la cual se le administra al sistema vascular de la planta los productos fitosanitarios y nutritivos pertinentes de una manera directa». Preserva la salud del árbol y de paso lo revitaliza. En cuanto a la forma de realizar este tratamiento contra la procesionaria, el edil agrega en su exposición que «se hacen unos pequeños orificios de entre cinco y seis milímetros de diámetro y se introduce una cánula en el interior del tronco hasta alcanzar una profundidad que oscila entre los tres y cinco centímetros». Entonces es cuando se aplica el 'pinchazo' y se meten las defensas, que acceden al sistema vascular del ejemplar para distribuirse por todo el árbol. Cada agujero está distanciado entre veinte y treinta centímetros a lo largo del perímetro.
El responsable de la gestión municipal medioambiental defiende este abordaje fitosanitario al considerarlo «el más efectivo en el control de plagas y enfermedades». Destaca la precisión y su duración, ya que persiste durante un año sin necesidad en la mayoría de las ocasiones de repetirlo. El producto inyectado actúa solamente sobre el agente causante del daño a la planta «evitando su dispersión». Asimismo, el concejal esgrime el beneficio que obtiene la protección del medio ambiente porque minimiza la contaminación del suelo y del agua.
El impacto en el entorno natural es menor que si se empleasen otros métodos como la fumigación desde el aire. Cabe recordar que en Marugán, la eclosión de la procesionaria ha representado un auténtico problema sanitario, con vecinos prácticamente confinados por la 'invasión'. En 2019 se hablaba de que entre el 40% y el 50% de los pinos resineros de la Campiña de Segovia estaban ocupados por este lepidóptero. Unos 52.000 ejemplares sirvieron de cobijo y alimento a uno o varios de los nidos formados en sus ramas. Entonces partes afectadas reclamaron el recurso del ataque aéreo debido a la expansión de la plaga, pero fue descartado por las administraciones.
Algunos municipios de la provincia vienen previniendo los efectos perniciosos de la procesionaria mediante diferentes artimañas. Por ejemplo, en Cuéllar pusieron trampas para atrapar las colonias que descendían de los pinos. En su bajada, la fila de orugas se topa con un cinturón colocado alrededor del tronco que las captura e impide que lleguen al suelo.
En la capital, Cobos indica que el servicio de la Línea Verde es un buena herramienta para conocer los avisos de los vecinos que alertan de la presencia de la procesionaria, e incluso de ataques a mascotas. El edil precisa que esas advertencias se trasladan a los equipos que velan por los jardines; aunque hay ocasiones en las que los árboles están ubicados en propiedades privadas a las que no tiene acceso el Ayuntamiento, por lo que se informa que son las comunidades de vecinos o los propios titulares de los recintos en los que se hallen los ejemplares amenazados por la procesionaria los que han de asumir la responsabilidad de combatirla, pone de relieve el concejal.
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