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El campo municipal de La Albuera se ha acostumbrado durante los últimos meses a giros dramáticos de los acontecimientos. Para bien y para mal. Ejemplos hay varios, como el empate que supo a derrota ante un filial del Leganés con diez en un partido que ganaba por 2-0, la remontada ante el Socuéllamos que lanzaba al equipo a los puestos de fase de ascenso a Primera RFEF o los tres minutos de espera en el último partido de Liga esperando el empate del Villanovense en Alcorcón para certificar su clasificación para el 'play-off'.
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De esa carpeta de recuerdos, para muchos ya inolvidables, forma parte ya la histórica noche vivida ayer en La Albuera, con resultado amargo para los gimnásticos por la eliminación ante el Sestao. Pero pese a la derrota, los cinco minutos de descuento al final del tiempo reglamentario serán recordados con una sonrisa por la gran mayoría de aficionados de la Gimnástica Segoviana.
Un alto porcentaje, probablemente, no confiaba demasiado en ver remontar a su equipo un partido que jugaba con uno menos y que perdía por dos goles frente a un rival de superior categoría. De hecho, más de uno enfiló la salida de La Albuera y se enteró del desenlace fuera del campo por los gritos de la afición.
OLIVA
HUGO DÍAZ
La mecha la puso Hugo Díaz, con un remate a la escuadra en el minuto 92 que encendió a la afición. De pronto, un partido que estaba perdido tenía vida, aunque fuera corta y de pocos minutos. La Albuera empezó a gritar: ¡Sí se puede, sí se puede!'. El ruido ganaba intensidad a medida que la Sego ganaba metros en ataque. Y cuando provocó el saque de esquina en la última acción del partido, con Oliva subiendo a rematar al área contraria, rugió para dar el penúltimo aliento a su equipo.
Aún quedaban fuerzas para gritar. Vaya si quedaban. Cuando Abel Pascual remató a la red el regalo en forma de centro de Fer Llorente, La Albuera estalló de alegría. El banquillo gimnástico corrió a la banda para celebrar, para después oír a Ramsés lanzar un grito de guerra a sus jugadores que se escuchó en todo el estadio. La afición vibró como pocas veces. Y apoyó hasta el final, aunque la prórroga con un jugador menos fuera una misión casi imposible. La ovación al final del partido, bajo la lluvia, puso el broche a una noche mágica pese a la derrota.
Ramsés subrayó la magia de la Copa del Rey y se mostró «muy satisfecho de ser segoviano». El entrenador gimnástico no se mostró preocupado por las repercusiones anímicas de la eliminación: «Son derrotas que refuerzan. Me fastidia por Agustín y por la junta directiva».
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