El aumento de los fenómenos de temperaturas extremas en verano pone de relevancia las carencias climáticas de la ciudad de Segovia, una urbe que esgrime ricas áreas de arbolado y zonas frescas como la Hontanilla o la Fuencisla, pero que tiene hornos urbanos en algunas ... de sus vías más transitadas. Son las islas de calor, zonas urbanas desprovistas de cualquier sombra y que acumulan temperaturas muy altas.
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Luis Javier González
La definición la aporta Alejandro García como miembro de la asociación Segovia por el Clima, que defiende un anillo verde en forma de V, con la unión de los valles del Clamores y el Eresma como vértice y que cubra –aunque sea de forma intermitente– todos los barrios hasta Nueva Segovia y Puente Hierro. Algo que dibujan no como una sugerencia, sino como un futuro ineludible. «Más que viable, es necesario. Es algo que se va a tener que hacer y cuanto más tarden, peor. Este anillo rompería con las islas de calor al dar una opción fresquita para desplazarse desde cualquier barrio».
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César Blanco Elipe
García es parte de la Asamblea Segoviana por el Clima, un movimiento que aúna colectivos de diversos ámbitos. De sus redes sale este listado de islas de calor, que toca puntos muy diversos de la ciudad, empezando por su eje neurálgico: la avenida del Acueducto. El colectivo pide más zonas de alivio aparte de los soportales, aunque es complicado sumar arboleda con un parking en el subsuelo. Plantea seguir el ejemplo de otras ciudades e incluir grandes maceteros con árboles que no necesiten tanta raíz. «Está todo lleno de farolas, pero no tiene ni un solo árbol. Cuando hablas de reverdecer la ciudad para la fauna, es una de las arterias principales y debería haber alguna alternativa».
La isla de calor más extensa está en Las Lastras. «Es un erial», reconoce Alejandro, que admite haber sufrido especialmente algún día que ha transitado sus caminos corriendo. Al tratarse de una zona de cultivo de cereal, hay sobre la mesa un conflicto con los agricultores, a los que habría que quitar terreno para plantar. Pide una «limitación más grande» en cuanto al cultivo en las sendas y veredas de la zona. «Se han comido las lindes». Reivindica la zona por el volumen de vecinos que la recorren –desde caminantes a deportistas– y por su conexión con Tejadilla, uno de los valles más promocionados a nivel municipal en los últimos años, en el que teme que la instalación del nuevo colector elimine más arboleda de la deseable. «Levantar el colector para hacerlo más grande es una necesidad básica de la ciudad, pero tienen que hacer una restauración ecológica muy seria».
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La zona de casas bajas de La Albuera es otro punto de altas temperaturas, con la calle Santa Teresa de Jesús como paradigma. De hecho, el propio vecindario gestiona los alcorques que ha usado como protección. La convivencia con las ramas es un punto transversal de la ciudad que lleva al Ayuntamiento un sinfín de quejas porque tapan a algunos vecinos la visión desde las ventanas. «Hay mucha presión ciudadana sobre esto, lo que ensucian cuando tiran la hoja de otoño… Yo entiendo las opiniones de los vecinos, pero hay una crisis climática y en algún momento tienes que atajarla. Para luchar contra las islas de calor hay que sensibilizar, informar a la población de por qué estás haciendo una cosa u otra. Y falta mucho trabajo».
El empedrado de la plaza de toros responde a la «mentalidad antigua» de dejar una zona limpia para facilitar su conservación. «Si metes adoquín a todo y no dejas ninguna brizna para un seto, no te hace falta tanto esfuerzo ni dinero para cuidarlo». La calle San Gabriel, que ha vivido varias restauraciones desde principios de siglo, tampoco ha conquistado la sombra. Y se trata de un lugar en la que el ingente paso de vehículos y la pendiente cuesta arriba agudizan la sensación de calor.
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Algo parecido ocurre en Vía Roma, sin apenas escapatoria entre el Azoguejo y San Lorenzo más allá del breve consuelo de la Alamedilla del Conejo. Un largo paseo que incluye un centro de salud que visitan habitualmente personas que no tienen la posibilidad de meter una marcha más caminando. Que el bus urbano vaya hasta arriba entre el barrio y el centro en las horas de máximo calor ilustra que ese paseo no es plato de buen gusto para nadie.
Hecho el diagnóstico, la apuesta del colectivo está en el anillo, una respuesta transversal para andar, estar o fomentar la movilidad en bicicleta hacia los barrios más poblados: El Carmen, La Estación, San José, Nueva Segovia o el Cristo del Mercado. La propuesta plantea un trazado grande por Las Lastras desde el valle de Tejadilla hacia el Pinarillo, conectando por el Hospital General. Y otro desde la rotonda de Vía Roma y San Gabriel que una los jardines del cementerio con un cinturón arbolado en la parte trasera de El Carmen hasta la rotonda del hotel Cándido y que continúe hasta la del Pastor. Sugieren hacerlo con árboles de sombra con riego por goteo a ambos lados de una vía que tenga parte ciclista y parte peatonal.
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Las plantaciones tratan de aunar especies que crezcan rápido –para que generen antes sombra– con otras más resistentes, especialmente preciadas. Por eso piden ser más estrictos a la hora de eliminar árboles. «Se hacen talas un poco indiscriminadas; se atiende a la seguridad de las personas que pasan por allí, pero a veces se exceden. Cuesta mucho plantar y cuesta muy poco talar. Y un árbol con muchos años, grande, con su sombra, es un tesoro».
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