La adolescente de Segosala llega a la selección

Miriam Esteban, la chica que empezó a jugar al fútbol sala en el pueblo del balonmano, Nava de la Asunción, ya tiene su primera convocatoria con la selección española, la sub-19. El destino lo quiso. Porque la ala-pívot del Segosala, de 18 años, ganó en un directo de Youtube una camiseta de la selección absoluta firmada por las jugadoras y que tiene colgada en casa. Ahora será ella quien la vista en dos amistosos en Portugal los días 23 y 24. «Es el sueño que puede tener cualquier niña, poder jugar con tu país».

En realidad, todo empieza con una chica que quiere seguir los pasos de su hermano Darío, que juega en la cantera del Inter Movistar. Se apuntó al Sporting Nava a los seis años y en las últimas temporadas –estuvo hasta la 2020/21– jugaba con un equipo mixto infantil siendo cadete, una excepción para que las chicas, sin equipo femenino en esa categoría, puedan seguir compitiendo. Durante años, fue la única del equipo. «Me han tratado superbién». Una enseñanza paralela a la evolución de su hermano, dos años mayor que ella. «Yo intentaba hacer todo lo que le veía a él». Por ejemplo, el uso de las dos piernas: cómo un diestro se convierte en ambidiestro. «Otros se cambian el balón a la derecha cuando les llega a la izquierda, pero yo uso mucho las dos piernas».

Seguir jugando al fútbol requería cambiar de aires porque el Sporting no tenía nada en su categoría. Así que Agustín Pérez, ahora su entrenador en el Segosala, no dejó pasar su talento. Durante su último año en Nava, fue a probar con el primer equipo, «con las mayores, para ver de qué iba la cosa». Eran los últimos meses del año del ascenso de Regional a Segunda División. El plan para aquella chica de 14 años era jugar con el filial y asomarse al Segunda, pero se saltó las etapas y se quedó con las mayores.

«Yo era tan pequeña que entrenar con esa gente lo veía muy grande, pero me acogieron muy bien». Recuerda los nervios del principio. «Al final te cohíbes un poco al intentar cosas, pero me dieron esa confianza y poco a poco iba haciendo lo que yo sabía, me soltaba. Yo llegaba con ganas de aprender; si son mayores que yo, sabrán más cosas». Recuerda en aquella primera etapa a Eva como referente. «Me gustaba mucho su uno para uno».

Así que debutó en el tercer partido de la primera temporada de Segosala en Segunda División. Como tenía 14 años, el club necesitó tramitar una autorización especial porque cumplía los 15 en diciembre, tres meses después. Fue una victoria 2-4 en Alcorcón y dio una asistencia de gol a Alejandra. «Empecé con muchísimos nervios; algún balón que te llega, te están presionando y la pierdes. Según fueron pasando los minutos, te vas relajando». Su primer gol llegó en Mora tras un saque de banda en la que metieron el balón al área y cazó un rebote. «Fui rápida y la enchufé. En ese momento no sabes ni cómo reaccionar. Lo celebré sacando el puño para abajo y la verdad es que las compañeras se alegraron mucho por mí». Fue el primero de una quincena.

Entonces jugaba más de ala, pero su perfil es de ala-pívot que destaca por su gol y por su efectiva presión en primera línea. Y ese uno para uno que aprendió de Eva, así que es una jugadora muy vertical. Quizás aquella adolescente se hubiera diluido entre mujeres de más edad si no hubiera sido por Alejandra, una compañera de generación con la que compartió vestuario desde el principio. «Había jugado contra ella durante toda mi etapa en el Sporting Nava. Te puedes apoyar en ella, no soy la única pequeña». Con todo, eran la excepción de la liga. «Casi todas me sacaban por lo menos diez años».

Así que no pasaba desaparecida. Rivales que le decían: «Con lo pequeña que eres, qué bien juegas». Algo que valora. «Cuando te lo dice gente más mayor, lo tienes más en cuenta porque saben más que tú». Un salto generacional que impresiona a algunas jugadoras que podían ser su madre: «¡Te saco el doble de años!». Pero muchas veces el desparpajo no puede con la veteranía. Y su velocidad no es suficiente ante «todo lo que ellas saben». Pero su evolución es gigantesca en poco tiempo, desde esa fase «en que no enseñas lo que realmente sabes por miedo a fallar» a la confianza de «ser una más».

Así llegó la llamada de la selección mientras tenía el móvil en vibración en el instituto de Nava de la Asunción. Le dijo a un compañero en la última clase, en biología: «Me están llamando». No pudo contestar y fue él quien le desveló la noticia cuando miró el móvil, ya en el bus escolar: «Miri, ya sé por qué te están llamando. Entra en WhastApp que te envío una cosa». Vio muchos mensajes, pero fue directo al que esperaba. «Entro, veo la convocatoria y me puse a llorar de alegría».

Su doble mérito es que esa precoz carrera en el fútbol sala no ha frenado su rendimiento académico. Gracias a que sus padres la llevan a Segovia a entrenar tres días por semana entre ocho y nueve y media de la noche. «Se quedan haciendo la compra o lo que puedan», agradece sonriente. «Llevo reventada. Imagínate si luego tengo que hacer algo del instituto». Pero le da tiempo a entrenar a unos niños del Sporting Nava y estudiar inglés.

La selección será un mundo nuevo, pues Castilla y León no tiene selección femenina. «No he tenido la oportunidad de vivir una experiencia así, creo que va a ser inolvidable». Como en aquellos primeros entrenamientos de Segosala, tendrá los ojos bien abiertos. «Voy con el enfoque de aprender y disfrutarlo».

• Temas
• Segosala
• Deportes Segovia