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Momento en el que Álvaro Muñoz tira del rabo del toro. Rebeca Hernando-Afitauro
El 'ángel' de los encierros es segoviano

El 'ángel' de los encierros es segoviano

Al joven Álvaro Muñoz, de 28 años y natural de Carbonero el Mayor, se le conoce por agarrar a los toros para ayudar cuando alguien es corneado

silvia g. rojo

Viernes, 3 de marzo 2017, 11:10

El destino del segoviano Álvaro Muñoz, al menos cada vez que pisa la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo, debe ser el de ayudar a aquellos que se encuentran en situaciones más que comprometidas ante un toro pues durante el pasado carnaval, en concreto el sábado, la historia se volvió a repetir.

El carnaval de Ciudad Rodrigo está dedicado en cuerpo y alma al toro y no es raro que cada año se sucedan varios percances de importante gravedad. En este caso concreto, un hombre natural de Ciudad Rodrigo resultó corneado por uno de los toros del encierro de Antonio San Román en la zona conocida como El Registro en el primer encierro de las fiestas, y Álvaro no se lo tuvo que pensar dos veces. Directamente se agarró al rabo del morlaco para evitar que se siguiera cebando con el hombre. «No sé si será casualidad ,pero todos los años quito a alguien», comenta. «Sale de mí tirarme al toro e intentar que el accidente sea lo menos grave posible, es lo que creo que debo hacer en ese momento y lo hago».

Como momentos mas críticos vividos en el antruejo mirobrigense recuerda la primera vez en la que ayudó a «un señor mayor» que también se había caído. De igual modo, fue muy comentada su actuación hace dos años cuando ayudó a un joven americano que resultó corneado en estas fiestas y que tuvo que pasar un larga temporada en el hospital antes de poder regresar a su país de origen. Las consecuencias de la cogida del pasado sábado tampoco fueron menores. Tras ser trasladado a la enfermería de la plaza por Cruz Roja, el herido, de 56 años, fue operado por el equipo del doctor Enrique Crespo de las dos cornadas que presentaba en el muslo derecho y de una herida más en el glúteo con dos trayectorias. La operación se prolongó durante más de dos horas y posteriormente fue trasladado al Complejo Hospitalario de Salamanca en estado «muy grave». Por suerte, ya se recupera en planta de las lesiones sufridas.

El carnaval de Ciudad Rodrigo debe estar lleno de ángeles, pues si de Álvaro hablan como de «un ángel en el encierro», en la ciudad salmantina a los miembros del equipo de Crespo les apodan con la misma palabra: «ángeles».

Pero volviendo a la intervención de Álvaro, se cumple aquello de que cada maestrillo tiene su librillo y «lo más eficaz es agarrarte al rabo porque si te vas a la cara te la juegas mucho», explica. Evidentemente, entra en juego la técnica porque «sacas fuerzas de donde sea y la práctica hace mucho porque tienes que tirar del rabo para un lado, rodando al toro, y además casi nunca estoy solo, tengo muy presente a un familiar que falleció hace poco».

Este joven de 28 años es militar de la Unidad Militar de Emergencias en Madrid, un cuerpo que destaca por su forma física y el control mental. Pero además de esas condiciones, que seguro que favorecen, Álvaro ha vivido desde muy pequeño el mundo del bravo pues su familia tenía una ganadería. «Siempre me ha gustado y es algo que he vivido desde siempre y luego vas corriendo encierros, recortas, poco a poco te vas metiendo».

Además de ganaderos, algunos miembros de su familia se dedican a la organización de festejos taurinos por lo que «estoy muy familiarizado, lo he mamado desde pequeño». Entre sus características también está la de la discreción, pues insiste en que «veo el vídeo del sábado de carnaval en Ciudad Rodrigo y tampoco me echo las manos a la cabeza, para eso soy muy humilde y es lo que me han enseñado desde pequeño y lo que me sale de dentro hacer en ese momento».

«Descansado y sin beber»

Asegura que «ahora me invitan a todos los pueblos a que vaya, pero lo primero es lo laboral». Es muy consciente de que para ponerse delante de un toro hay que hacerlo en las mejores condiciones, «descansado y sin beber». Es más, antes de participar en los festejos «me paseo por todo el recorrido para comprobar si hay desperfectos en el suelo y me fijo en la gente que hay y como está la situación».

Dentro de lo que es el mundo de los festejos populares es perfectamente conocido no solo por sus hazañas sino por esos pantalones amarillos fosforitos que siempre utiliza. «Un año me dijeron que cogiera un disfraz y no se me ocurrió otra cosa que esos pantalones de barrendero y siempre los llevo. Mis amigos bromean y dicen que si voy a correr los toros o a barrer». Afirma que su familia está «contenta» con lo que hace a pesar de que «siempre tienen la mosca detrás de la oreja por si me pasa algo», pero hasta la fecha «no he tenido ningún percance a causa de los toros, algún susto de caídas, pero nada más». A modo de conclusión y de recomendación matiza: «Que la gente tenga mucho cuidado y que se conciencie de los animales que son, hay que ser consciente de dónde estás y seguro».

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