¿Y si el habla común, aquel que se utiliza en el día a día, no fuera tan común?, ¿y si aquellas términos que asociamos con un objeto, no existieran a pocos kilómetros de aquí?, ¿y si esto no fuera una suposición, y fuera una ... realidad? Efectivamente, lo es, y el vocabulario salmantino no se libra de esta norma, según publica Salamancahoy. El lenguaje tiene ese matiz de picaresca que hace que una palabra pueda adquirir diferentes significados en función de la zona geográfica, y algunas otras, solo se emplean en determinades lugares.
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El vocabulario salmantino forma parte también de esta dinámica que endulza la lingüística. Porque, charros, 'candar la puerta' no es tan habitual como parece, de hecho, es una expresión salmantina que aunque se ha extendido en las zonas limítrofes, tiene aquí su origen. Como esta, hay decenas de palabras y formas de hablar que no son del todo comprendidas fuera del entorno castellano y en algunas ocasiones, ni siquiera fuera del ámbito de Salamanca. Muchas de ellas, se han ido perdiendo con la invasión de otros términos más recientes. Algunas otras, al leerlas, harán retroceder a alguna conversación de antiguas generaciones y otras pocas, se aferran al lenguaje cotidiano.
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Es el caso de términos como 'atrochar', para referirse a atajar y acortar por un camino; algo que conviene hacer en los meses más frioleros para evitar acabar 'engarañado' de frío en los días en los que caiga 'una pelona'. También común por estas tierras el término 'estrumpir' para referirnos a un estruendo o 'chaperón' para hacer referencia a las averías para la cual igual lo más conveniente es hacer uso de algún 'achiperre' o herramienta para solucionarlo.
Comer 'galguerías' para referirse a las chucherías forma parte del vocabulario diario o al preguntar qué hay de comida, la respuesta salamantina es 'canguingos y patas de peces'. Y si una vez servidos los canguingos y limpiados los 'berretes', te atragantas con ellos entonces hablamos de 'añusgarse', como si se hubiera hecho un nudo en la garganta. Aún así, más vale terminarse el plato aunque se trate de 'chochos' o altramuces hasta quedar 'tupido' porque si no puede que te señalen por ser un 'jijas' o una persona especialmente delgada.
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No obstante, ojo también a quién interpelamos con ciertos calificativos porque puede que terminemos 'enciscados' en un conflicto si el interlocutor es un poco 'pejilguero' o tiquismiquis. En ese caso, la respuesta puede que sea algo más violenta y acabemos con una 'pitera' o herida en la cabeza y pasados unos días, la consecuente 'cachapa' o postilla en la misma.
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Dar la vuelta a algunas expresiones también parece originario de Salamanca. 'Lo vas a caer' en vez de 'lo vas a tirar' que resulta lo más habitual en otras zonas o responder '¿lo qué?' en vez de '¿el qué?' cuando no se ha entendido algo o 'me he soñado' en vez de 'he soñado'. Aunque es complicado determinar exactamente cuáles de todos estos términos nacieron realmente en la provincia, y asegurar que todos y cada uno de estos conceptos es salmantino quizá sea 'macharse' los dedos; lo cierto es que estos conceptos son especialmente comunes en tierras charras a pesar de que estén extendidos por las zonas limítrofes.
Vocablos que se han instalado entre los salmantinos y se 'rescuelgan' con habilidad para pasar de generación en generación. Así se comprende que al ser preguntados a los salmantinos que qué hacen, contesten 'nada, aquí, armando' y es que ciertamente están armando, sin quererlo, un diccionario único.
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