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La historia de cómo un bar hizo resucitar a un pueblo de Salamanca que, durante un mes, «estuvo muerto». Así lo define Manoli, una de las vecinas de Palencia de Negrilla que sufrió las consecuencias de que cerraran durante treinta días el único bar del ... municipio. «El pueblo estaba desierto sin el bar, es donde socializábamos, y de pronto el único sitio que teníamos se cerró», asegura. En Salamanca hay 115 pueblos que no cuentan con este tipo de negocios y supone un declive en la vida activa de sus habitantes. «Afortunamente lo cogió una chica y ha vuelto a haber ambiente», añade Manoli en declaraciones a Salamancahoy.
115 pueblos de Salamanca
no cuentan con un bar al que poder acudir
Como un ángel caído del cielo llegó Mila, la culpable de dar de nuevo vida a este municipio de 145 habitantes. El Ayuntamiento de Palencia de Negrilla sacó a concurso el Centro Social-Bar del municipio por apenas un alquiler de 100 euros al año y, al ver la oferta, no lo dudó: «Andaba buscando algo para los años que me quedan para jubilarme. Después de dos años sin trabajar y tras muchos años trabajando en la hostelería, quería tranquilidad», explica Mila. Así fue como ganó la licitación ofreciendo 500 euros al año para hacerse con el negocio.
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Luis Javier González
A pesar de haber estado muchos años en el sector, reconoce que es la primera vez que está detrás de la barra porque su trabajo ha sido siempre el de cocinera. Sin embargo, no le ha costado mucho hacerse con esta nueva faceta y la realidad es que sus clientes tienen mucho que ver con esta adaptación. «Ya conozco a todo el pueblo y a los vecinos de los alrededores; he tenido un recibimiento muy bueno y es todo tan familiar que la gente siempre está dispuesta a echarte una mano», asegura.
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Tal es así que le piden que no se vaya y es que, después de un mes sin el bar del pueblo, han sufrido lo que es prescindir de este servicio. «Que un pueblo no tenga bar le quita toda la vida, es su centro social y la gente está muy agradecida de tener un sitio donde poder reunirse», añade. No corren la misma suerte otros pueblos como Negrilla de Palencia que tiene que recurrir al pueblo vecino para tomarse un refresco. «Nos cerraron el bar y ahora tenemos un centro social en ese local», comenta Cayetana, la alcaldesa de este municipio.
En ese centro social se reúnen con la esperanza de que las subvenciones que ofrece la Diputación a los municipios sin bar -con el fin de evitar la despoblación- les salpique a ellos. Mientras, hacen lo que pueden para tener un sitio de reunión. «Ahí nos juntamos y alguna vez hacemos galletas para los niños, unos vecinos nos regalaron una televisión y ponen karaoke o películas...Tratamos de apañarnos como podemos», comenta. «¡Un día nos juntamos 17!», recalca con la ilusión de que los encuentros sean cada vez más numerosos y, por supuesto, más continuos con la reapertura del bar.
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