Por qué el preso muerto en Salamanca tenía un mechero: lo que se puede encontrar en una celda

Asfixiado por el humo del incendio que él mismo provocó. Así falleció hace unos días un recluso en la cárcel salmantina de Topas, una de las últimas víctimas mortales en un penal donde los incidentes son habituales: es el segundo fallecido este año tras aparecer un interno ahorcado en abril.

El preso muerto inició el fuego con un mechero que tenía al aplicarlo al colchón y el denso humo, que obligó a desalojar a quince reclusos, provocó situaciones de gran tensión en el interior del penal donde los funcionarios de prisiones se la tuvieron que jugar para lidiar con la situación. La pregunta es por qué tenía un encendedor, un elemento potencialmente peligroso para mantener la seguridad del centro; y la respuesta es que lo tenía porque podía, aunque existen normas estrictas sobre lo que se puede y no tener en prisión. Algo que no evita que, con frecuencia, se encuentren en las celdas cosas que no se pueden tener, según confirma Salamancahoy.

Según las primeras investigaciones, el fuego que le costó la vida a un recluso en Topas lo inició el propio fallecido. Lo hizo con un mechero al prender un colchón de su celda; en ese momento, estaba en aislamiento. La interno le constaban varias sanciones en prisión, de hecho estaba en aislamiento por un incidente protagonizado en su módulo.

¿Podía tener este elemento a su alcance? Según fuentes del sindicato Acaip, los mecheros no están prohibidos en prisión, salvo en casos concretos. En este supuesto, el preso fallecido no lo tenía prohibido y con esto provocó el incendio. No obstante, Instituciones Penitenciarias sí tiene prohibidos de forma general los encendedores metálicos y los tipo BIC.

Lo que los reclusos pueden y no tener en prisión está regulado. En el caso del tabaco y el mechero, están autorizados salvo prohibición expresa que puede venir por razones de seguridad (que haya amenazado con prender fuego o haya provocado alguno) o por razones médicas (psiquiátricas por riesgo de autolesión). Al no ser objetos prohibidos en prisión las limitaciones de uso deben estar muy justificados y durar el tiempo mínimo imprescindible, es decir, a un interno se le puede prohibir durante un tiempo determinado pero no de manera general y para siempre.

Con caracter general en todos los centros está prohibido los móviles, sustancias psicotrópicas, objetos punzantes y cortantes y aquellos que menoscaben la seguridad del centro. A partir de ahí, cada prisión tiene su catálogo de objetos prohibidos, por lo que todo lo que no está expresamente prohibido, en principio está autorizado. De hecho esta es la justificación por la que algunos jueces de vigilancia han autorizado objetos que han generado polémica: en Navarra se autorizó el uso de un juguete sexual a una interna.

Por norma general, están prohibidos aquellos objetos que puedan menoscabar la seguridad del centro. Es el caso de objetos punzantes y cortantes; también aquellos que puedan contener alcohol como colonias o cosméticos.

También se prohiben objetos que pudieran sufrir un deterioro durante su cacheo por lo que no pudieran ser revisados. Dentro de esta categoría entran objetos que no pueden entrar a través de comunicaciones o paquetes a los internos pero que sí podrían adquirir en los economatos, por ejemplo comida envasada.

En el amplio catálogo de cosas prohibidas están las armas de fuego, las armas blancas, ya sean reales o de imitación; los objetos de cualquier material convertidos en arma blanca o de fuego, los objetos punzantes o cortantes de fabricación casera o introducidos clandestinamente en el Centro.

También están prohibidos en la celda aquellos objetos que permitida su compra (cortaúñas con lima, abrelatas) sean manipulados, los bolígrafos y los peines metálicos, las perchas metálicas y las pinzas. Igualmente, las barras, las cadenas de hierro o de otro material, las patas de cama, mesas, de sillas, así como otros objetos de este tipo, y piedras que pudiera presumirse que su empleo será como objeto contundente.

Cuerdas, cordeles o similares, elásticos o rígidos, así como los fabricados con recortes de prendas de ropa; las llaves, llaveros de cualquier tipo, las cerraduras, los candados y los útiles de cerrajería. Y, de forma genérica, encendedores metálicos y encendedores de la marca BIC y CLIPPER o de características similares.

El catálogo oficial incluye también un catálogo para los aparatos electrónicos, para cuya tenencia en la celda hay bastantes limitaciones. No se puede tener pantallas TV de más de 24 pulgadas, están prohibidos vídeos y DVD y videoconsolas.

Tampoco se pueden meter cámaras de foto y vídeo ni grabadoras y reproductores de MP3, por su capacidad para almacenar archivos. Ni los auriculares, de diadema o de otro tipo.

Tampoco están autorizados los walkies ni las linternas, las pilas, las plantas ni los animales de compañía; relojes de actividad ni con GPS, cualquier dispositivo capaz de proporcionar conexión a Internet, ordenadores personales... y por supuesto, los teléfonos móviles.

Pero la estrella de los objetos que los presos no pueden tener es el teléfono móvil. Es el elemento que más se incauta, hasta 100 ejemplares en Topas durante el año 2022, la prisión de Castilla y León en la que más. Es una de las cifras más altas de las cárceles españolas, un ránking en el que las que ocupan las primeras posiciones son las que albergan más internos relacionados con el narcotráfico y el blanqueo.

Según los sindicatos, este es un problema porque afecta tanto a la seguridad interior como a la exterior, ya que ocasiona problemas por el control de esos móviles dentro y el negocio negro que genera dentro, pero, además, su uso puede provocar que se siga con la actividad delictiva. Unido esto a que las nuevas tecnologías que permiten grabación de vídeo y audio suponen un problema de seguridad de las instalaciones.

Para solucionarlo, Acaip pide la implantación de inhibidores en las prisiones que funcionaran. Los últimos estaban adaptados a la tecnología 3G y esto ha evolucionado mucho por lo que es necesario inversión en adaptar estos inhibidores, algo para lo que el sindicato no detecta interés por parte del Ministerio.

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