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ROSA M. GARCÍA / WORD
SALAMANCA
Martes, 31 de marzo 2020, 11:32
Una gran familia de alrededor de 40 niños y jóvenes, entre 8 y cerca de 18 años, y otros tantos educadores conviven durante estos días en las instalaciones de la Casa Escuela Santiago Uno. Son adolescentes a los que el juez no les permite ir ... a sus casas o a los que sus familias no los pueden atender porque la situación es de riesgo; el resto de sus compañeros, unos 40, sí han podido irse a sus casas. Aunque hay cosas que han cambiado, intentan mantener la normalidad y pasar estos días de confinamiento de la mejor manera posible.
Coronavirus en Salamanca
«Los educadores, haciendo turnos, estamos atendiendo en las casas de protección a unos cuarenta niños y niñas, que no pueden estar con sus familias, en la mayoría de los casos, por problemas ajenos a ellos», explica Jesús Garrote, director de la Casa Escuela Santiago Uno.
No han dejado de realizar actividades, ya que «en algunas casas tenemos la suerte de tener jardines y alguna canasta de baloncesto, además contamos con alguna cosas para trabajar con ellos». Así, no falta el deporte, la música, cuidar de los jardines, hacer huertos ecológicos, etc., que «ayudan a mantenerse activos». Y no hay que olvidar que también tienen sus estudios online para no perder el curso en el centro de FP Lorenzo Milani o en Santiago Uno. También hacen las tareas de las casa, pero «sobre todo cuidándolos mucho, también terapéuticamente y afectivamente». Además para estar conectados entre las casas siguen con sus asambleas por videoconferencia, que también las realizan con los familiares que pueden.
Además «desde la Casa seguimos llevando un hospital de fauna de la Junta para animales salvajes que estaban heridos, así como apoyando en las casas de Marruecos».
Este es «el día a día» de este centro con unos chicos que hay que proteger en medio de la alerta sanitaria. Jesús Garrote explica que «ha causado baja algún educador que ha dado positivo, pero estamos bien; por lo que me dicen en otros centros están peor». Además incide en que «aquí todos en el equipo directivo trabajamos con los chicos, todos somos de atención directa; no hay jerarquías y permite que, aparte de tener una pirámide inversa de dirección en la que los directores para poder realmente dirigir y tomar decisiones son los que más están con los chicos, en este caso nos está yendo bien», porque «el problema en algunos sitios es que hay mucha gente de baja y los equipos directivos no trabajan, por lo que los chicos están con auxiliares o gente de practicas y se empiezan a poner nerviosos al llevar tanto tiempo encerrados; en nuestro caso, al tener esa jerarquía, tenemos suerte».
Jesús Garrote lamenta que no les ha llegado ningún apoyo, ni siquiera «ningún tipo de protección», pese a haber pedido mascarillas. Sin embargo, «nos han llamado alguna vez, primero, para ver si podíamos poner a disposición más recursos; le dijimos que de momento con sacar adelante a estos chicos tenemos bastante», pero «ni un estáis bien o necesitáis algo».
«De momento, tenemos la suerte de que los chicos están muy bien y llevan esto con una resiliencia admirable; y muy bien también el equipo educativo». Están unos 40 educadores, «salvo cinco, el equipo completo, sin desfallecer, con sus nervios y sus cosas, con gente más vulnerable», pero «para mí es una oportunidad de demostrarles a los chicos que estamos ahí en las buenas y en las malas, que no se van a sentir solos; se están sitiendo acompañados por sus cuidadores».
Explica que «hay cosas que nos sorprenden y espero que aprendamos de esto», refiriéndose «a la confianza de las administraciones en las gestoras y en gente que incluso ha hecho a veces de lo social un negocio y no sé dónde están ahora, pero desde luego no creo que estén con los chavales». Algunos «sí tenemos vocación y hemos dedicado la vida a la gente más vulnerable», porque «hay cosas que no se compran con dinero, sobre todo cuando hay que exponer la propia vida». Para él, «son momentos donde se demuestran los valores de cada uno».
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Óscar Chamorro rodrigo parrado
Elena Martín López
Día a día «lo estamos llevando bien, aunque es más complicado en la situación actual y esto no ha terminado». Por eso insta a que «se tenga en cuenta a los trabajadores de estos centros, con chicos a veces con problemas de conducta y aguantando en ocasiones la presión de las familias; pero la administración, si está, no la conocemos». Por este motivo ,critica que «la gente que llevamos más de 30 años demostrando la vocación sin ningún tipo de ambición ni de historia política ni económica, parecer ser que somos menos de fiar que las gestoras».
«No quiero hacer juicios de valor, pero sí espero que en todo esto se aprenda algo de quién está sacando adelante a la sociedad, todos los trabajos muy valiosos, no hay que priorizar y valorar más unos trabajos que otros», insiste.
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