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Modesto Escobar es catedrático de Sociología e imparte clases en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca WORD
Coronavirus en Salamanca: «Nos costará recuperar el ritmo de la vida social si dura mucho el confinamiento»

«Nos costará recuperar el ritmo de la vida social si dura mucho el confinamiento»

Modesto Escobar - Catedrático de Sociología de la USAL ·

Desconfía de las teorías conspirativas que vinculan esta pandemia con el surgimiento de un nuevo orden mundial y niega que España viva un estado de excepción

Ricardo Rábade

SALAMANCA

Domingo, 3 de mayo 2020, 12:35

Modesto Escobar imparte clases en la Universidad de Salamanca en su condición de catedrático de Sociología. En esta entrevista reflexiona sobre los sustanciales cambios y profundas transformaciones que nos aguardan tras esta traumática crisis de dimensiones planetarias.

–¿Se abre con esta crisis un antes y un después en las sociedades modernas?

–Por supuesto que en el futuro se hablará de un antes y un después de esta pandemia. Podría hablarse de diversos ámbitos en los que ocurrirán cambios importantes. Empecemos por el área sanitaria. A partir de ahora se dará mayor importancia a la inversión sanitaria: seguramente se incrementarán las partidas que los estados dediquen a la salud pública. También habrá un antes y un después en la esfera económica. Habrá una reestructuración de los sectores con un coste de oportunidad sin duda importante.

Es inevitable, además, hablar de las consecuencias políticas en dos niveles, como el resurgir de los populismos o el crecimiento de la intervención estatal en la producción económica, en el plano nacional, y en el internacional, un cierre de fronteras que fortalezca a los nacionalismos, frente a una gobernanza global que regule el mundo crecientemente globalizado. En el plano social, asistiremos a una proliferación de demandas que dará lugar a un nuevo equilibrio de fuerzas no sin antes experimentar fuertes tensiones entre los distintos sectores sociales para reforzar sus propias posiciones y estatus. En todo caso, espero que sea una buena oportunidad para dar menos peso a nuestros valores materialistas e individualistas, sustituyéndolos por otros de solidaridad, con el riesgo de que ocurra lo contrario, que solo miremos por nuestra seguridad personal y unos privilegiados vean cómo millones de personas acaban en la pobreza y la enfermedad.

–¿Cómo cambiará la vida de los españoles?

–De hecho, esta crisis, como ninguna otra anterior, ha cambiado radicalmente nuestra vida. De estar casi la mitad del tiempo en el lugar de trabajo, en los comercios o en la calle, ahora pasamos casi las 24 horas encerrados en nuestras casas. Si dura mucho tiempo este confinamiento, nos costará volver a recuperar el ritmo de la vida social y, quizá, lo encaminemos por otros derroteros más mediatizados por las nuevas tecnologías. Ejemplo de ellos pueden ser el acrecentamiento del teletrabajo o la telecompra, de las redes sociales, del ocio y el turismo virtual, de los juguetes eróticos…

–¿Nos encaminamos en la actual coyuntura hacia un evidente recorte de las libertades de los ciudadanos?

–De repente, algo que nada nos preocupaba, como era una enfermedad que motivaba el cierre de las fronteras de la lejana provincia china de Hubei con más habitantes que España, pasa al primer plano de problemas del país. Si alguien repasa los barómetros del CIS, puede recordar que a principios del mes de marzo –estas encuestas se celebran en las dos primeras semanas de cada mes– solo el 3,5% mencionaban el coronavirus como el principal problema de España; en cambio, solo un mes más tarde, el porcentaje subió al 49,3%.

En no pocas situaciones, seguridad y libertad son antagónicos. Si queremos tener la certeza de que no nos vamos a contaminar con la covid-19, lo mejor es encerrarnos en nuestra habitación y abrir la puerta solo para recoger la bebida y los alimentos que nos depositen en el umbral. Si se ha limitado la libertad de movimientos tanto en nuestro país como en la semi-dictadura de China o en el país con más tradición liberal, que son los Estados Unidos, es por prevenir el contagio a fin de que no se colapsen las urgencias y las UCIs de los hospitales. Espero que quienes estén viendo una conspiración premeditada para recortar nuestras libertades, reconozcan su error al menos en el momento en que el virus deje de ser una amenaza global.

–¿Qué opina de las teorías que sostienen que nos encaminamos hacia un nuevo orden mundial?

–Antes de esta crisis, ya circulaba esas teorías de un nuevo orden mundial, provenientes en su mayoría del crecimiento económico meteórico de China, en particular, y del sudeste asiático, en general. El fin de la Unión Soviética y la creciente globalización han virado un mundo caracterizado por la guerra fría entre dos superpotencias a otro en el que otros dos grandes estados (el americano y el chino) sostienen una guerra comercial que no ha hecho sino comenzar. Puede ser tentador interpretar el surgimiento de este virus como un hecho intencional de uno de estos dos polos para conseguir su hegemonía, pero hemos de ser muy cautos con los relatos paranoicos de las teorías de la conspiración.

Aun con todo, es obvio que estábamos en un proceso de surgimiento de un nuevo orden mundial ante la emergencia veloz de nuevas tecnologías. La aparición de esta pandemia puede transformar este proceso en el que estábamos incursos. Al respecto, es constatable que existen dos teorías contradictorias: la una aboga por una mayor gobernanza global, esto es, que se doten a los organismos internacionales de mayor poder normativo y de coacción; la otra piensa que esta crisis va a reforzar el papel de los estados en detrimento de las organizaciones intergubernamentales o de los gobiernos más locales.

–Algunos juristas afirman que no estamos en estos momentos en un estado de alerta, sino en un auténtico estado de excepción... ¿Qué opina?

–Yo no soy jurista, pero una lectura de la ley orgánica 4/81, tramitada por el Gobierno de Calvo Sotelo, que regula los estados de alarma, excepción y sitio, es bastante clara sobre las diferencias entre ambos. En el artículo 11, que versa sobre las medidas que puede adoptar el Gobierno se citan la limitación de los movimientos, las requisas de todo tipo de bienes, la intervención y ocupación de industrias, el racionamiento de bienes y servicios y el aseguramiento del abastecimiento de los mercados. Todo ello cabe en lo que se está realizando en la actualidad.

En cambio, mediante el estado de excepción, siguiendo el espíritu de la Constitución del año 1978, se pueden suspender los derechos fundamentales de los ciudadanos como la libertad de expresión, el habeas corpus, el secreto de las comunicaciones … y hasta el momento no se ha llegado a ese extremo. Imagino que quienes hacen esa interpretación se basan en que el Ministerio del Interior está alertando a la población para que no se haga caso a las noticias falsas que puedan estar circulando, pero ello no va contra la emisión de opiniones. En estos momentos, tanto la prensa como las redes sociales, están manifestando puntos de vista muy diversos, algunos de ellos muy antigubernamentales sin que se haya cerrado ningún medio. Las palabras y los correos del general Santiago relacionados con la misión de la Guardia Civil para «minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno» puede conducir a la interpretación de que se está coartando la libertad de expresión y por ello son desafortunadas.

–A las ocho de la tarde en los balcones de millones de hogares se tararea diariamente la canción 'Resistiré' del Dúo Dinámico y hay aplausos masivos. ¿Se trata de una catarsis liberadora aunque política y socialmente pueda no servir para nada?

–Se puede entender como catarsis en el sentido original del término, como liberación colectiva de las emociones negativas humanas en las tragedias, pero tiene otras implicaciones profundamente solidarias, como son el reconocimiento a los profesionales de la salud, que están dando ejemplo de dedicación en circunstancias tan adversas y, además, el ser un medio de contacto con nuestra vecindad en unas circunstancias en las que los contactos cara a cara y físicos están restringidos a las personas con las que convivimos en el hogar.

–¿Quién saldrá ganador de esta crisis? ¿Estados Unidos o China?

–Aunque, como he dicho anteriormente, esta crisis sanitaria ha tenido lugar en el contexto de una guerra comercial entre dos potencias, no creo que este episodio sea una batalla de esta índole, por mucho que haya quienes la entiendan de esta forma.

Ahora bien, lo que nos deberíamos preguntar es qué ocurrirá con el proyecto de la Unión Europa. ¿Sobrevivirá a esta crisis o se hará más fuerte? Como es tan compleja su resolución al tiempo que está acompañada de muchas incertidumbres para los países más desfavorecidos, mi pronóstico es más bien optimista, aunque no cabe duda que el proceso será largo y requerirá muchas horas de reunión, como viene siendo habitual en el seno de la comunidad europea.

–¿Quedarán afectados gravemente muchos ciudadanos por estas semanas de confinamiento o saldremos psicológicamente hacia adelante? ¿Y los niños?

–El ser humano tiene una capacidad de adaptación inmensa y cuando somos niños aún más. El confinamiento infantil tiene sus ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, además de la limitación de la expansión del virus, se encuentra un aumento de la convivencia familiar. A la infancia no le gusta ir al colegio y, con la excepción de los adolescentes, no son pocos los que prefieren estar con sus padres que con sus amigos. Un paréntesis en la infancia de un par de meses sin cole no creo que tenga consecuencias muy graves, salvo en aquellos casos generalmente centrados en las capas más marginales de la sociedad con el riesgo de un incremento en la denominada pobreza infantil.

–¿Es optimista con el futuro del planeta?

–Aunque soy un optimista tecnológico al creer en la capacidad colectiva humana para superar mediante invenciones y descubrimientos todo tipo de adversidades, ante esta tesitura tengo grandes dudas. No me olvido que en la historia de los últimos siglos grandes crisis han conllevado situaciones anómalas e indeseadas. Estoy pensando en las grandes y pequeñas guerras que han asolado el siglo XX. Siempre, además, existe la tentación totalitaria de sacrificar la libertad en beneficio del orden y la seguridad. Pero no me cabe la menor duda de que seremos capaces de reconstruir a medio plazo la organización de la vida social del modo más justo posible, aunque en un primer momento muchos ciudadanos pasemos por una situación muy difícil tanto económica como emocionalmente.

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