El Valladolid cosechó un nuevo emapte, y de nuevo a un gol, en su segundo test de pretemporada. Y de nuevo el equipo demostró que se maneja mejor con dos delanteros que con uno y que hay jugadores que apuntan a titulares indiscutibles en el ... Villamarín el 19 de agosto. Ante un rival duro, violento en ocasiones, y que expuso sobre el césped del Commonwealth Stadium el estilo británico más ortodoxo, el Pucela opuso creación, juego por las bandas y asociación. Más en la segunda que en la primera parte, ciertamente, pero como sucedier ante el San José, las sensaciones que se dejaron siguen siendo positivas.
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Puso en liza de inicio Sergio a Caro, Moyano, Joaquín, Olivas, Nacho, Alcaraz, Aguado, Waldo, Plano, De Frutos y Guardiola. Un 4-2-3-1, el sistema con el que acabó el partido el jueves ante el San José, que esta vez funcionó mejor que en el partido de California. Y lo hizo porque Waldo fue más profundo y porque Alcaraz y Aguado manejaron el juego con más tranquilidad. En gran parte porque los galeses renunciaron al balón y se armaron bien atrás. Cuajados de meritorios, los británicos estaban más cómodos sin la pelota y repartiendo estopa con profusión ante la pasividad del canadiense Juan Márquez, un árbitro sin nivel para dirigir partidos entre europeos. Aunque sean amistosos y uno de los contendientes se lo tome como una extraña batalla en la que demostrar no se sabe que
Ante este planteamiento, los blanquimorados tiraron de una receta que poco a poco fue tomando peso: toque en el centro del campo con velocidad y cambio de ritmo mediante balones largos. Guardiola, Waldo y Plano lo entendieron rápido. Más le costó a De Frutos, que de nuevo estuvo muy intermitente. Y fueron cayendo las ocasiones. Primero Waldo, luego Guardiola... Pero la pretemporada se nota y las piernas les pesaron más de los debido al onubense y al balear a la hora de buscar el marco rival en la acción final.
Pero más allá de acciones puntuales, al Pucela se le atragantó durante muchas fases la posesión. En cuanto el Cardiff cerraba las líneas al Valladolid se le hacía de noche. Y más cuando en el minuto 40 Bogle le ganó la partida a Olivas y Joaquín en un balón aparentemente inocente y la puso dentro de la meta de Samu Pérez. El 75% de posesión le valió de poco a los pucelanos. El gol no suele ser lo que más valor dan los entrenadores en pretemporada, pero que el primer remate del rival acabe en la jaula da que pensar.
Lo de la segunda parte fue un partido totalmente diferente. De entrada puso en liza Sergio a Samu Pérez, Antoñito, Alende, Calero, Barba, Fede San Emeterio, Míchel, Hervías, Toni, Sandro y Chris Ramos, Un 4-4-2 con mucho talento de medio campo hacia arriba.
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El cambio de sistema y de jugadores le sentó bien al Pucela. Adquirió más control del balón, si es que eso era posible visto lo visto en la primera parte, pero sobre todo encontró más profundidad y más verticalidad. Encorajinados por la derrota parcial, los pucelanos salieron dispuestos a revertir la situación cuanto antes. Pero el muro galés adelantó la presión ante el talento y durante muchos minutos los de Sergio no encontraron la manera de liberarse de los pegajosos y violentos británicos.
El empate, logrado por Barba en el minuto 60en una jugada muy mal defendida por Nelson, el impresentable y violento central del Cardiff, fue el punto de inflexión que necesitaba el choque. O al menos que necesitaba el Valladolid, porque los isleños seguían a lo suyo: pegar patadas y codazos, y mostrar un fútbol escaso.
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Armados a través de la habilidad de Hervías -pronto sustituido por Mayoral dado que acaba de recibir el alta de la lesión de rodilla, y los desmarques de Sandro, al que sus compañeros han de conocer aún, el conjunto castellano y leonés se notaba cómodo en el juego de creación y algo más incómodo a la hora de generar las ocasiones necesarias para hacer gol.
Todo ello se vino abajo cuando a los 77 minutos Sergio reitró al delantero canario y dio entrada a Kike Pérez. El Valladolid pasó a jugar con dos medios centros defensivos y, con Míchel más cerca de la media punta y con Ramos como único punta. La orden era juntarse atrás, obligar al Cardiff a atacar y buscar el contragolpe. Y lo encontró en el 81 Mayoral tras un gran robo y salida de Toni Villa. El abulense disparó demasiado cruzado, pero dejó ver que en este sistema tiene hueco pese a la mucha competencia.
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Al final, en los penaltis, el Pucela estuvo menos acertado y cedió por 4-2. Calero y Kike Pérez erraron los lanzamientos y Masip detuvo uno de los penaltis. Una anécdota.
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