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Álvaro Negredo tuvo un 'déjà vu'. En el banquillo, antes de debutar con la camiseta del Real Valladolid, por momentos llegó a pensar que seguía en la tacita de plata, y que la playa de la Barrosa seguía ahí, a pocos metros del estadio. Sus ... compañeros no iban de amarillo, ni había chirigotas en la grada –pese a ser Carnaval–, pero el mismo fútbol seguía ahí. Se había disfrazado de blanco y violeta, pero el mismo ritmo melancólico aparecía de nuevo delante de sus ojos.
Del Cádiz más rácano en Primera al Real Valladolid más inoperante en ataque, a la espera de su Negredo. Y el delantero no tardó en aparecer, por lo menos a lo que el tiempo de Pezzolano se refiere. Ser suplente en el Pucela, y entrar poco después del minuto 60 es la regla general, y con el nuevo ariete blanquivioleta, la regla se cumplió a rajatabla. Minuto 64 y el madrileño se enfundaba la camiseta para debutar con su nuevo equipo.
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Luis Miguel de Pablos
El 'tiburón' quería cambiar su suerte –y la de un equipo que acumulaba ya más de 150 minutos sin ver la portería, y tras el enésimo 'cero cerismo'.
Primera acción, mensaje de veterano a un desesperado Sylla. Como diciéndole: tranquilo que ya no estás solo, después de la enésima riña del ariete senegalés con Kaiky –otro exprimera que busca un cambio de suerte en Albacete–.
Palabras al oído al margen, Negredo sí fue un soplo de aire fresco para el africano. A partir de su entrada, el senegalés empezó a aparecer, y no como lo había hecho hasta entonces en el centro del campo, bajando a recibir, desesperado ante la falta de balones. Fue el primer punto a favor de Negredo, o esas «otras opciones que nos da», parafraseando a Pezzolano.
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La segunda virtud del exinternacional con España, ex jugador del Manchester City, del Valencia, del Euro Sevilla... fue la de recibir de espaldas. Hasta en tres ocasiones dejó el balón franco para que sus compañeros encontrasen jugada de ataque clara. No se materializó, pero ahí queda una declaración de intenciones de lo que el veterano delantero puede aportar al ataque blanquivioleta. Y no solo lo hizo en el área, donde apenas se le pudo ver, si no también bajando a recibir y eligiendo bien siempre. Se las vio y se las deseó Glauder para subirse a la espalda de Álvaro, que terminó también por mandar al vestuario a Kaiky, ya hastiado y con doble trabajo en la defensa.
Virtudes conocidas de Negredo, igual que las carencias, ya que al jugar fuera del área, su incorporación al ataque no fue todo lo rápida que podía esperarse, pero tampoco tuvo ocasión de demostrarlo en un juego pasivo blanquivioleta que hubiese permitido llegar al ataque sin problemas al mismísimo Minguela en la actualidad.
Álvaro calentó a la grada, pero no logró que explotase. En apenas cinco minutos ya había dejado muestras de lo que ofrecerá esta segunda vuelta: pase atrás y golpeo casi sin saber ni siquiera donde estaba la portería. Hasta eso se agradece en un equipo con un problema de gol evidente.
No es de extrañar que el único golpeo a puerta ante el Albacete fuese del propio Negredo, ya en el minuto 90. No hubo más entre los tres palos. Ni siquiera en esa ocasión creada por Moro, de extremo puro, marchándose por la línea de fondo y poniendo un balón al primer palo donde fueron... Sí, Negredo, pero también Sylla. Y ahí, el delantero madrileño también tuvo que decirle al oído a su compañero: Los dos no, los dos no. Cuestión de acople. De ese «trabajo» al que aludió en su presentación, y que quizá en la punta requiere de hasta una explosión.
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