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Diciembre de 2021. En un restaurante cerca de las Cortes de Castilla y León una de las personas con más capacidad de decisión en el Real Valladolid come con un periodista. Es un almuerzo habitual. Ambos se sientan a la mesa cada cierto tiempo para ... hablar del club, del fútbol, de la Liga, de la actualidad, de lo que se tercie. En un momento dado de la conversación, diciembre recuerdo, el empleado del club blanquivioleta vaticina que Pacheta, pase lo que pase a final de temporada, es más que probable que continúe al frente del equipo. «Mantener un entrenador que ha fracasado en el intento de ascender después de un descenso es arriesgado», replica su interlocutor. «Lo sé, pero Pacheta es un tipo tan maravilloso, suma tanto, aporta tanto, ayuda tanto, tiene un carácter tan positivo que logra que todo funcione bien».
Con esa frase el trabajador del club pucelano había definido prácticamente todas las impresiones que José Rojo 'Pacheta' transmite a quienes le tratan de cerca. Y hay una sorprendente unanimidad. Nadie en el club de Zorrilla habla mal de este burgalés de Salas de los Infantes que se dio a conocer como jugador del Espanyol de Barcelona y que ha llegado a la élite del fútbol español desde los campos de barro, desde las gradas barridas por el viento del norte invernal en partidos de categorías de formación. Encontrar en Valladolid, o en Soria, o en Huesca, gente que critiquen al Pacheta persona no es tarea imposible, pero si harto complicada.
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La trayectoria profesional, como técnico, de Pacheta es de lo más ecléctica. Tanto que probablemente ha jugado en su contra. Que la primera vez que te sientas en un banquillo sea en Primera División, 2008-09, y porque siendo secretario técnico del Numancia tuvo que despedir a Kresic es una manera muy abrupta de empezar. Aquella aventura en Soria acabó mal, descenso y despido, pero fue el comienzo de su peregrinaje y, con ello, de su formación. Y en la categoría más dura: la ya extinta Segunda B, en la que comenzó a forjarse es carácter optimisma que acompaña un discurso motivador que no es, precisamente, improvisado.
Oviedo, Cartagena, Hércules y Elche le tuvieron de responsable. También el Korona Kielce polaco y el Rachtaburi de Tailandia. Reconoce que aprendió mucho. Muchísimo, precisa. En los campos españoles la idiosincracia y la forma de trabajar de clubes venidos a menos a los que urge recomponer su historia. En Polonia un fútbol alejadísimo del que conocía. Y en Tailandia… bueno, allí aprendió que sin su familia cerca no puede vivir y que no le merece la pena el esfuerzo. Que tampoco es mala enseñanza.
El Pucela asciende a Primera División
Rodrigo Jiménez
Luis Miguel de Pablos
Nuria Galindo
Eloy de la Pisa
El caso es que el entrenador que ha conducido el regreso del Pucela a Primera División se percató rápidamente de que el liderazgo que de natural mostraba en el campo cuando fue jugador profesional tenía que trasladarlo a su trabajo en la banda. Y para ello eligió un camino delicado: lograr que el jugador crea en él. Los futbolistas suelen creer en quien le paga y en quien le hace ganar partidos, pero Pacheta encontró una vía nueva: hablarles de frente, ser claro, decirles lo mismo en público y en privado, emitir en las ruedas de prensa el mensaje que han ido recibiendo durante los entrenamientos. Y ello no nace, precisamente, de la improvisación. Los futbolistas perciben la honradez que destila Pacheta, le ven preparar las ruedas de prensa, le ven participar en los entrenamientos, siempre cerca del ejercicio, siempre en primera línea, pendiente del trabajo que hacen.
Cuando el Pucela comenzó los entrenamientos llamó poderosamente la atención en el club la intensidad que le ponía el entrenador al trabajo. Una intensidad que reclamaba a los jugadores porque él era el primero que la ponía. Acostumbrados a la distancia que tomaba Sergio a la hora de trabajar, apenas intervenía y se limitaba a observar y observar, el burgalés estaba tan encima de cada ejercicio que algún jugador temió que empezara a participar en ellos.
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Pacheta entiende al jugador y, sobre todo, sabe ponerse en su piel y en su cabeza cuando ha de tomar decisiones. Por eso consigue que los que pierden titularidades no se enfaden o se revuelvan. Comentaba un jugador de la actual plantilla que es muy difícil enfadarse con él, que aunque no estés de acuerdo con la decisión te la explica con argumentos y te la expone de una manera que no deja lugar a la duda. La arbitrariedad o el sectarismo son defectos que no posee Pacheta. Y eso acaba haciéndole ganador en la lucha eterna de los vestuarios entre los que juegan y el que decide quién juega. Aunque todos sean conscientes de que posee ciertas limitaciones tácticas, sobre todo a la hora de reorientar los partidos, ven en él a un tipo tan honrado que rara vez se sienten superiores a él.
Por primera vez en su carrera Pacheta va a iniciar una temporada en Primera División desde el primer partido. Ha demostrado ya su capacidad de motivación y de liderazgo. Ha mostrado a las claras que no es un entrenador que se obceque en una idea si no funciona. Tiene ahora que convencer al mundo del fútbol que la experiencia que ha adquirido en el fútbol del barro le va a ser suficiente para gobernar una nave pequeña en un mar grande y embravecido. En Zorrilla, en las oficinas y en las gradas, están más que seguros de que lo logrará.
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