!['Pacheta' no se libró del manteo ante una abarrotada Acera de Recoletos.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202205/31/media/cortadas/pacheta-kJBI-U170267359946BNI-624x385@El%20Norte.jpg)
!['Pacheta' no se libró del manteo ante una abarrotada Acera de Recoletos.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202205/31/media/cortadas/pacheta-kJBI-U170267359946BNI-624x385@El%20Norte.jpg)
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Bufandas, banderas, camisetas, calles a reventar y muchas ganas de celebrar. De festejar por todo lo alto que Valladolid, equipo y afición, vuelve a ocupar –un año después– el lugar que merece: la élite del fútbol español. El ambiente en la capital era, desde primera ... hora de la tarde, como el de las grandes noches en Zorrilla. Tenían ganas los vallisoletanos de vivir uno de esos días que quedarán para siempre grabados en la memoria.
De exhibir con orgullo, una vez más, las franjas blancas y violetas. El noveno ascenso a Primera División en la historia del club bien lo merece. «Esto es increíble, nos lo merecemos», decía eufórico un aficionado, ataviado con todos los complementos del Pucela habidos y por haber, en primera fila de la Acera de Recoletos, mientras aguardaba la llegada de la rúa blanquivioleta.
Aún faltaban más de dos horas para el fin de fiesta, para poner la guinda a un fin de semana de infarto, pero el céntrico paseo junto al Campo Grande y sus aledaños estaban prácticamente a rebosar. No cabía un alfiler. Primero llegaron a cuentagotas –siguiendo la rúa del equipo en barco y más tarde en bus descapotable–, pero poco después de las 19:00 horas una marea blanquivioleta llegaba a borbotones al centro de la ciudad, que recuperó el magnetismo de las granes jornadas de gloria y atrajo a su alrededor a miles de aficionados eufóricos.
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De los más madrugadores, para ver de cerca a los protagonistas desde primera fila, fueron Marta, Nacho y David. Llegaron de los primeros y se fueron de los últimos. «Hemos venido a las seis y aquí ya había gente esperando, es una locura, somos de Primera y hay que celebrarlo por todo lo alto», coincidían los jóvenes, de no más de veinte años.
Sea donde fuere, había que coger buen sitio para disfrutar de uno de los días grandes de la historia del Real Valladolid. Ya se encargaba el 'speaker' de calentar a los aficionados con un amplio repertorio musical: desde Bad Bunny a Freddie Mercury. Había para todos los gustos y edades, porque la fiesta era eso: de todos y para todos, de un equipo que ha encontrado en la afición su mejor compañero de viaje hacia Primera División.
Después de unas horas de descanso tras un domingo de fiesta improvisada –las estadísticas no le entregaban el ascenso directo, solo el solo un 26% le hacía ya en Primera–, cuerpo técnico y jugadores se dieron un auténtico baño de masas.
Primero calentaron a bordo de la Leyenda del Pisuerga. Más tarde, la tripulación blanquivioleta desembarcó en la playa de Las Moreras a las 19:00 horas, rodeados de una gran masa de seguidores que aclamaban a sus héroes con gran fervor.
El barco de la Leyenda del Pisuerga echó el ancla, era el turno del autobús descapotable. «Afición de Primera» lucía en las partes laterales del bus. Nada más arrancar unas ramas impactaron sobre la cara de Sergio León y Toni Villa, pero todo quedó en una mera anécdota graciosa.
La comitiva fue recorriendo diferentes calles del centro de la capital, tales como Isabel la Católica, Paseo de Filipinos, plaza de España, Plaza Mayor, plaza Santa Ana para, más tarde, desembocar en la plaza de Zorrilla.
El trayecto fue veloz. En un visto y no visto, jugadores, directiva y cuerpo técnico se plantaron en Zorrilla, la plaza. El punto del recorrido con más afluencia fue, sin duda, la Plaza Mayor. Aguado no soltó el micrófono y, abrazado a Sergio León, animó a los presentes al grito de «que bote Pucela».
Otros tantos aficionados, por su parte, desfilaron con destino a la Acera de Recoletos para coger el mejor sitio y ver lo más cerca posible a los protagonistas. En cada rincón de la ciudad no había vallisoletano que no luciera una camiseta, bandera o bufanda del Real Valladolid. Grupos de amigos, parejas, familias con niños; ninguno de ellos quiso perderse tan gloriosa cita.
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Esther, Damián y Samuel fueron algunos de los muchos privilegiados que pudieron ver el escenario con los jugadores de cerca. «Nos merecíamos ascender y disfrutar y aquí estamos», comentaba Damián, luciendo orgulloso junto a sus amigos la bandera del Real Valladolid. Los tres amigos habían quedado a las 17:00 para coger sitio en el puente del Poniente y más tarde se dirigieron a un bar para refrescarse e ir directamente a la plaza de Zorrilla.
Algunos aficionados, que abandonaron la ceremonia antes de tiempo, no pudieron resistirse a hacerse una foto con el autobús que llevaba al equipo. El día era mágico y había que dejar constancia sobre ello. «Nos merecemos», se escuchaba en prácticamente cualquier conversación.
La expedición, encabezada por el presidente, Ronaldo Nazário, y el entrenador, José Rojo Martín 'Pacheta', llegó a la Acera de Recoletos antes de lo previsto. Concretamente, a las 19:43 horas. Cuando enfilaban los jugadores hacia el escenario estalló la fiesta. No cabía en sí de alegría la afición. «Es de Primera, Pucela es de Primera» fue el mantra más repetido desde el primer minuto y durante la hora y media, aproximadamente, que duró el último acto de la celebración.
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Fue precisamente el «presi», como coreaban los seguidores, uno de los más aclamados. Con él se abrió la veda de los saltos. «Que bote Ronaldo», repetían una y otra vez, mientras los más rezagados, entre ellos 'Pacheta', se apuraban por salir a escena. También botaron el propio técnico, Sergio León, Plano o Plata, a quien no dejaron de pedir que se «quedara». Que Pucela es su casa.
Llegaron las presentaciones y los encasillamientos de los futbolistas (Álvaro Aguado «la batuta»; Nacho «madrileño de Valladolid»; Roque Mesa «experimentado veterano» o incluso el requerimiento popular a Óscar Plano para que tuviera otro hijo).
No hubo un solo jugador que no se llevara a casa una dosis descomunal de cariño. Incluso se animó Recoletos, alentados por el 'speaker', a cantar 'a cappella' y al unísono el cumpleaños feliz al zaguero almeriense Joaquín Fernández, que este martes cumple 26 años.
Se quedaron con ganas los miles de aficionados que llenaron el centro de escuchar a Ronaldo. Hubo un amago, pero O' Fenómeno no se animó. Quien sí cogió el micro, y además de una sonora ovación se llevó el manteo fue el míster, que se deshizo en halagos hacia la directiva, fundamentalmente Ronaldo y Fran Sánchez. «Ha sido una temporada complicada, hemos tenido momentos muy duros, y cuando las cosas no han estado bien ha dado paz», agradeció públicamente 'Pacheta', que se quitó protagonismo e insistió una y otra vez en que «la clave de todo esto son los jugadores». Tanto, que se arrancó con un «orgulloso de nuestros jugadores».
Pero, en lo que incidió un afónico 'Pacheta', fue en la afición. En todas esas personas que les han arropado en una larga temporada con final feliz y les han llevado en volandas hacia la élite del fútbol español. «Esto va, sobre todo, por vosotros. Os lo merecéis», apuntó.
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El primero en animarse y coger el micrófono, que por momentos parecía una 'patata caliente', fue Sergio León. El ariete cordobés exhibió alegría y desparpajo. El ex de Betis o Levante, entre otros, se armó de valor para cantar –«Illa, illa, illa, subimos en Zorrilla»– y también para dar unos capotazos a ritmo de Chayanne y su 'Torero'.
«Mucha Champions, pero esto no pasa en Madrid», animaba, entre tanto, el 'speaker'. «Qué grande eres, Pucela», continuaba.
Se tomó en serio Álvaro Aguado ese apodo de «la batuta» con el que le bautizó el 'speaker' y ejerció de maestro de ceremonias. Fue, sin duda, uno de los almas de la fiesta. Estaba eufórico el jienense. Tanto, que él solo consiguió que miles de personas se agacharan y se quedaran en silencio para estallar de júbilo con el popular «Sha, la, la, la, la, laaa... Oh Pucela». Tímidamente se asomaron por el micro Plata o Masip. Pero fue efímero.
El gran ausente en la fiesta fue Shon Weissman, que se marchó para unirse con su selección. Pero seguro que le llegó el cariño de la hinchada blanquivioleta, que coreó su nombre en varias ocasiones e incluso se grabó un vídeo para la ocasión y hacérselo llegar. «Es el mejor, me alegro mucho por él», decía Verónica, una compatriota afincada en Valladolid que sigue la trayectoria del equipo exclusivamente por él y que fue a Recoletos con la esperanza de verle de cerca, parapetada bajo una bandera de Israel.
Concluidos los oficialismos, las no-presentaciones, que ya se conocían los unos a los otros, y entre cánticos constantes de «Pucela es de Primera» llegó uno de los momentos que sin duda fue más emotivo. Se abrazaron jugadores, cuerpo técnico, desconocidos desde las canchas, ondeaban las banderas blanquivioletas, lucían tensas, al cielo, decenas de banderas... Había que entonar a pleno pulmón «banderas blancas y violetas, voces que cantan goles y gestas».
También hubo algún que otro momento en el que se palpó cierta tensión. El animador pidió al alcalde, Óscar Puente, que estaba junto al escenario con otras autoridades (tanto del Ayuntamiento, como de la Diputación, así como diputados y senadores nacionales), que subiera al escenario a dirigir unas palabras a los asistentes. Algo que no sentó del todo bien a los aficionados, que lo abuchearon. Fue algo improvisado, pues el regidor no tenía previsto salir a hablar. «Era un acto informal, y él ha dejado el protagonismo a los jugadores y al equipo», justificaron fuentes municipales.
Lo que sí que hubo este lunes fueron muchas gafas de sol. No era para menos; un ascenso no se celebra todos los días. Fue, en definitiva, un lunes de resaca reconvertido en fiesta por el ascenso directo a Primera División.
Les costará olvidar a los jugadores el baño de masas que se dieron ayer en la capital. Aún a sabiendas de que la fiesta estaba a punto de terminar, no se movía un alma de la Acera de Recoletos. Algunos jugadores hicieron un peregrinaje antes de tiempo al bus, pero al resto –la mayoría– les costaba bajar del escenario. Valladolid demostró este lunes –y también lo plasmaron en las camisetas diseñadas para la ocasión– que su equipo es de Primera. Y la afición también.
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