¡Qué se acabe la liga, por favor!

La lectura va más allá. Más allá, incluso, del resultado. El control que tuvo ayer sobre el partido no se vio durante muchas fases de la pasada temporada, desde luego no apareció por ejemplo en Ferrol, y ese matiz que pueda parecer anecdótico, juega un papel trascendental en la confianza y autoestima del jugador. Sin jugadores que deben tener su peso en la temporada, caso de Marcos André, Latasa o Mario Martín –próximo a llegar–, el once de Pezzolano ha mostrado a las primeras de cambio una personalidad impropia de las fechas en las que estamos y, sin duda alguna, cosecha de lo que ha ido construyendo el entrenador en los últimos meses de competición por muy Segunda División que fuera.

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Dar con un bloque de jugadores que crea en lo que hace sobre el campo supone tener la mitad del objetivo conseguido. Insisto que no es ninguna bobada la tendencia que marca aquel partido en Ferrol, precisamente el día en el que absolutamente todos dábamos por destituido a Pezzolano. Ocho victorias desde entonces en doce partidos, con tan solo seis goles encajados y la sensación de bloque sólido que sabe lo que hace y que ya no aburre a las farolas.

Es demasiado pronto, pero permítanme que recuerde aquel Getafe que ascendió en la 2016-17 y cerró 8º la 17-18 a tres puntos de Europa (Sevilla), acabando 5º un año después (2018-19). ¿Y si Pezzolano es un discípulo de Bordalás?