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Amath pelea con un rival por controlar un balón. Alberto Mingueza
Un Pucela de autor con brío, brillo y éxito
Gambetas largas

Un Pucela de autor con brío, brillo y éxito

Pezzolano se sobrepone a las estrecheces del mercado con un planteamiento brillante que desarboló al Espanyol, y abrió la ilusión de una grada que bate las palmas y olvida los silbidos

Lunes, 19 de agosto 2024, 21:58

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Pezzolano hace méritos con su sistema fetiche

Pezzolano es experto en domar el caos. Lo hizo el año pasado, con un ascenso que aplastó crestas y cerró empastes, y ayer repitió el ejercicio con un once competitivo a pesar de las penurias que vive el Real Valladolid en el mercado. El uruguayo aplicó la lógica y empleó su sistema fetiche, el que le sacó del fango camino del ascenso, con un central reinventado como pivote. Comert no es Oliveira. Están lejos. Precisamente en ese renglón se torció el brillante discurso que fabricó el Pucela en su regreso a la élite. El cuadro castellano ofreció una versión sobresaliente, con ambición, movilidad, la presión punzante, los centrales estrechos en la marca y las bandas afiladas. Además de arrinconar al Espanyol, entretuvo a una grada que, con este fútbol y esta actitud, tarda muy poco en olvidar las rencillas del pasado. Mérito de Pezzolano, que vuelve a firmar un antológico número de incansable resiliencia. Lo celebro.

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Amallah debe salir del escaparate, es clave

Amallah se marchó dejando huella y ha vuelto marcando territorio. Es imprescindible que salga del escaparate y el club entienda que el marroquí es un valor deportivo, no económico. Pezzolano le ha encontrado un espacio en el que aporta luz. Tiene piernas de box to box. Tan pronto te roba un balón en territorio comanche para fabricar el 1-0 como se atreve con una jugada a lo Ronaldo, el presi, o se marca un Zidane con la camiseta del Girondins (vaselina desde el centro del campo). Amallah es el futbolista total que necesita el plan de Pezzolano. Destila energía y calidad. Kike, a su lado, brilla en el último pase y se emplea a fondo en la presión. Forman la ecuación perfecta. La experiencia, eso sí, dice que de un partido no se vive y que el elogio debilita. A sus marcas.

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Comert, un experimento con rodaje por delante

El Real Valladolid se reconcilió con el fútbol a base de pasión y entrega. Aplicó profundidad y velocidad en la circulación del balón, con Amallah y Kike como vectores imprescindibles. Perdió prestaciones por la posición de Comert, anudado al corsé que marca su estatus de central. De hecho, soltó lastre cuando Pezzolano le devolvió al centro de la zaga en lugar de Javi Sánchez. Volvió Juric a su puesto. El croata exhibió más pericia. Si llega Mario Martín, el míster puede haber encontrado el dibujo perfecto. El canterano del Madrid maneja mejor la pelota. Lo que no termina de funcionar es Comert en el balcón de la defensa con vistas a la medular. Ante el Espanyol, el trabajo coral y el excelente nivel de todo el equipo minimizaron las carencias en una posición determinante en la pizarra del uruguayo.

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Parejas con filo y ritmo en ambos costados

En la era del tiki taka, la pelota besaba la red muy sobada. Toque, toque, toque y después más toque. En el balompié actual, el estilo del Real Madrid, generoso en el despliegue físico para atenazar al contrario y obuses bien abiertos para construir un galope desbocado, han cambiado la ecuación de aquel arte que arrancó en el pincel de Cruyff. La selección española es otro ejemplo de esta nueva tendencia. El Pucela aplicó también este método, cuya piedra filosofal descansa en la velocidad y el filo por ambos costados, además de la presión en campo contrario. Robo rápido y machetazo. Pezzolano encontró dos parejas que ensancharon el césped y acribillaron al Espanyol. Rosa y Moro, en la zurda, Amath y Luis Pérez, en la diestra. Ritmo, desborde y desdoble, llegadas constantes, ayudas para encoger espacios y gol, el que firmó Moro, estelar.

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El rendimiento del equipo minimiza las necesidades

Antes del encuentro, el Pucela parecía un cajón desastre. El césped corrigió al papel. Es lo que tiene el fútbol. A veces, las estrellas residen en los regresos más que en las bienvenidas. Pezzolano se ha ganado el respeto de todos con un trabajo que ayer tuvo su reflejo en un Real Valladolid de autor, un equipo que parece, por fin, conectado al mensaje que construye su técnico, con sufrimiento final incluido. Si no, no sería el Pucela. La unión y la solidaridad del vestuario cincelan la ruta para conseguir la permanencia, aunque el curso está en pañales y la travesía se presenta larga y angosta. Con el rendimiento de Amallah, Kike o Rosa, imperial a pie cambiado, los refuerzos no parecen tan urgentes. Eso sí, hay que completar el armario para no llegar tiritando al mercado de invierno, que es la primera posta. Hein no es John Víctor. A Dios gracias.

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