Joaquín se queda sin respuesta para explicar el mal partido del Real Valladolid en Amorebieta

Pero mientras el momento de saltar al campo llega, el equipo blanquivioleta está fastidiado, mal, renqueante moralmente. Con otra palabra, que empieza por j, lo resumió Joaquín, pero el sentido es el mismo. Ese malestar no va a arreglar el desaguisado que se cocinó en Lezama, pero la autocrítica que se haya llevado a cabo para evitar o tratar de evitar ridículos como el del miércoles no quiso hacerla pública el central andaluz. Joaquín se limitó una y otra vez a recalcar lo mal que estuvieron todos y a que hay que mejorar en todos los aspectos. Incluso dijo que las derrotas ante dos recién ascendidos como son Burgos y Amorebieta son «accidentes que ojalá no se repitan, pero hay que ser realista y saber que no podemos permitirnos perder contra recién ascendidos» si se quiere lograr la quimera del ascenso directo.

Total, que el equipo era consciente de lo que le esperaba en el campo número 2 de la ciudad deportiva del Athletic, pero solventa la explicación de la goleada con un cómodo «estuvimos mal» que es la constatación de un hecho y no la explicación de un resultado. Ni siquiera los seis cambios fueron argumento, como no lo fue la falta de intensidad. «No supimos contrarrestarlo», repitió una y otra vez como un mantra el buen central blanquivioleta. Hasta que apretado por las preguntas, reconoció que en el área el equipo defiende hombre a hombre, «uno contra uno», «y tenemos que mejorar en ese aspecto. Sé que es sencillo decirlo y no tanto hacerlo, pero hay que mejorar». Eso sí, si el Amorebieta centró mucho, el problema fue de todo el equipo, no de los laterales. Como defendió con un punto de vehemencia a Roberto, que pese a lo mucho que centró el rival solo salió una vez de su marco para blocar un balón. «Si no sale es porque no lo ve claro. Tenemos absoluta confianza en él y en Masip.»

Consciente de que encajando un gol de media por partido, algo más realmente, lo de ascender directo se tornaría en casi imposible, Joaquín se refugió en la cercanía del próximo partido y en la oportunidad de quitarse el mal sabor de boca.