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El modesto Amorebieta sometió al Real Valladolid a una humillación histórica. El contundente 4-1 no admite paños calientes: el Pucela fue un simulacro de equipo bajo la lluvia de Lezama, sin nada que ofrecer más allá de un partido que pasará a los ... anales de la infamia blanquivioleta. El conjunto de Pacheta dimitió de manera escandalosa y echó por tierra todas las buenas sensaciones previas, cimentadas en las recientes victorias, convertidas ayer en papel mojado. La versión 'beta' del Pucela causó una paupérrima impresión ante un Amorebieta mucho más solvente que supo desarrollar su fútbol a la perfección para vapulear como un triste pelele al Real Valladolid. El Pucela está obligado a repensar su actitud en campos con poco oropel como Lezama, donde mancilló el escudo de mala manera.
Las rotaciones de Pacheta afectaron a todas las líneas, menos a la portería y la delantera, donde Roberto Jiménez y el dúo Sergio León-Weissman continuaron en el once. La defensa se renovó casi por completo en Lezama, con Janko y Olaza en los laterales y Javi Sánchez como nuevo acompañante de Joaquín Fernández. Fede San Emeterio (mediocentro) y Kike Pérez (banda izquierda) se asomaron al once junto a Roque Mesa (medular)y Toni Villa (partiendo desde la orilla derecha). Los cambios y los elementos desdibujaron por completo a un Real Valladolid irreconocible que empezó a hundirse con estrépito desde los primeros minutos bajo la lluvia persistente.
El Amorebieta plantó el frontón defensivo con un 5-3-2 que el Pucela no encontró la manera de destejer. De inicio, Toni trató de hacer carburar al equipo, con pases entre líneas, bien cortados por el sistema defensivo local. El 'Amore' armó su juego básico ante un Real Valladolid indolente. Seguin se apropió de la banda y retrató a un Janko perdido sobre el césped. Por ese flanco, atacaron los vizcaínos con intensidad y Orozko avisó con un cabezazo alto en el minuto 6, todo un presagio del aguacero por llegar. Seguin continuó a lo suyo, alfombrado por la falta de marcaje y Olaetxea volvió a olfatear una buena oportunidad antes de que el reloj alcanzase el minuto 10.
El Real Valladolid, cada vez más desastrado, pagó su desidia defensiva, esta vez por la otra banda, donde Lucas Olaza solo es una sombra espectral del jugador que se esperaba esta campaña. Larra colocó un centro, Fede se durmió en el marcaje sobre Orozko y el delantero del Amorebieta rubricó el 1-0 con una facilidad pasmosa. La Segunda División coloca estas trampas y equipos como el Pucela están obligados a plantar batalla y no a bajar los brazos de mala manera.
El equipo de Pacheta encontró, no obstante, un tablón al que agarrarse. Sin ejercer ningún peligro ofensivo, el empate llegó en un saque de esquina que había forzado Janko. Fede San Emeterio prolongó el centro de Roque Mesa para que Kike Pérez golpease la pelota con ferocidad y San Emeterio, desde el suelo, cabeceó el 1-1 para enmendar su error en el tanto local. Kike Pérez tuvo en sus botas otro gol, tras uno de los pocos destellos pucelanos, pero el pase atrás que le sirvió Weissman tras una gran acción de Toni acabó en córner y en el 'huy' de los seguidores pucelanos que vivieron el partido in situ.
No se desanimó el Amorebieta al ver cómo había perdido la ventaja inicial de manera tan rápida. Los chicos de Iñigo Vélez siguieron ajustados a su libreto mientras observaban cómo al Real Valladolid se le abrían todas las vías de agua, en la atmósfera húmeda de Lezama. Un centro del inevitable Seguin acabó en el segundo palo para que Orozko se comiese a Olaza y le dejase el balón a Olaetxea en el 2-1. Joaquín había despejado el balón con anterioridad, pero todos los demás marcajes del Real Valladolid fueron un mal chiste. El Amorebieta vio el cielo abierto frente a un Real Valladolid que empezó a rozar un patetismo de otros tiempos. El equipo heroico capaz de tumbar al Sporting en Gijón y al Eibar en Zorrilla se convirtió en un esperpento futbolístico. Irazabal remató desviado en un saque de falta y Roberto empezó a cometer pifias de alevin, en sintonía con el circo de sus compañeros. El desastre se consumó con un gol del Amorebieta que mostró la imagen más lamentable del Real Valladolid, incapaz de retener una pelota que rebañó Unzueta, solo junto al poste, para marcar el 3-1 sin despeinarse. San Emeterio no acertó a despejar ante Roberto y acabó creando una inundación en un equipo anegado antes del descanso.
El flagrante desastre paralizó a Pacheta, que optó por no remover el banquillo hasta el minuto 59, a pesar de que no había por dónde coger al equipo. Fede San Emeterio cabeceó un córner, despejado por Saizar antes de que llegasen los cambios para tratar de variar el rumbo de un encuentro funesto.
Las entradas de Aguado, Plano y Cristo por San Emeterio, Roque Mesa y un enfadado Sergio León (frustrado al ser cambiado) concedieron un mínimo aire de mejora a un Real Valladolid ya muy reblandecido por los acontecimientos. El Amorebieta dispuso los anzuelos necesarios para que el Pucela creyese que encontraría los pasillos necesarios para probar a Saizar, pero todo quedó en agua de borrajas. El portero local vivió una noche muy plácida, más allá del continuo remojón. Con el Real Valladolid impotente ofensivamente y convertido en una verbena atrás, el Amorebieta aún encontró la forma de clavar una cuarta daga en el corazón blanquivioleta. El tanto de Larra ante Javi Sánchez rubricó el humillante 4-1 y la sensación de hundimiento absoluto. El naufragio en Lezama fue total. El Real Valladolid se mostró como un equipo de medio pelo, roto, desfigurado y sin ninguna capacidad para evitar la hecatombe. Los jugadores pidieron perdón desde el césped con cara de circunstancias. El Pucela necesita espantar este horror cuanto antes.
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