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Hemos comentado en multitud de ocasiones la necesidad de presentar la lucha como primer argumento cuando se sale a jugar un partido; algo que el himno del club deja muy claro en su primera estrofa... «Salimos a jugar, con ánimo a ganar y luchando en ... buena lid...».
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Es precisamente en esa estrofa donde queda patente que no se entiende jugar sin luchar y, por supuesto, sin que sea el único ánimo el de ganar.
Ayer, el Real Valladolid en Mendizorroza tardó quince minutos y un gol absurdo en secundar el espiritu de esas líneas descritas, que solo Anuar venía interpretando tirando de casta y empuje.
Tuvo que salir volando trastabillado por Sivera para cobrar un penalti salvador que sacó al Pucela de ese letargo absurdo de equipo descafeinado, débil y timorato, que pierde balones y regala resultados.
Bastó que el ceutí tirara de galones morales, mientras iniciaba su exhibición de esfuerzo y acierto total en el juego, para que el equipo se contagiase de tan lógica y noble forma de proceder; algo a lo que se sumó Selim Amallah con su calidad y esfuerzo para que aquello cambiase radicalmente de color.
Un esfuerzo real e importante que ahora mismo es el principal asidero que tiene el equipo, y, por ende, su entrenador, para ir juntando las piezas necesarias hasta que lleguen tiempos de mayor calidad grupal sin que disminuya ni un átomo el esfuerzo.
Una defensa novedosa, con la presencia de Raúl Chasco junto a David Torres, que sacó adelante un compromiso dificil, y que aún dejando interrogantes enseñó cosas positivas y francamente interesantes.
La principal, la presencia de un Javi Sánchez cuya única certeza es la duda de lo que pueda mantenerse sano, al tiempo que deja clara la necesidad de su concurso, mientras Juma Bah da otro paso adelante en busca de la titularidad y la importancia que para el equipo se le adivinan.
Dentro de ese esfuerzo, la nota positiva de un Raúl Moro que juega con España el martes y los 90 minutos de ayer con su equipo, aunque acabe hecho polvo como el resto.
La vuelta de Lucas Rosa será tan positiva como la noticia de que Chasco es uno más y muy a tener en cuenta, algo que solo refrendarán los minutos de juego otorgados por el entrenador.
Un Kike Pérez, deseoso de jugar –me imagino– y un Meseguer tan escarmentado como lujoso en el pase, junto a un Juric que reclama por necesidad del grupo más minutos, se hacen necesarios para que esto tome otro color.
Un color blanquivioleta de ilusión como la de los seguidores que hasta Vitoria se acercaron para ver como el equipo a base de pelea, aciertos individuales, una pizca de suerte y un orden posicional muy interesante, se traían los tres puntos y una dignidad reuperada como grupo a base de esfuerzo, y gracias a un Anuar Tuhami, contagiador profesional de valores fundamentales en tiempos de dudas en el club.
Desde mañana todos queremos ser Anuar. Es lo suyo.
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