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Era la consigna de Vicente Cantatore a sus futbolistas poco antes de dar por terminada la charla previa al encuentro y cuando ya el plan de partido había quedado claro; ese dispositivo que venía a colocar a cada uno en su sitio, recordar los ajustes ... imprescindibles en los marcajes al tiempo que remachar que el balón pasase por Moré, Minguela y Eusebio para dar buena salida a la pelota desde su inicio.
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Algo tan simple que venía a resumir aquellas otras virtudes que resaltaba Julio Lasa «iniciando el juego desde atrás», llevando y ofreciendo la pelota mientras el compañero próximo secunda la acción y la pelota transita desde zona defensiva a medio campo para culminar el juego de inicio.
Me ha llevado a recordar esto el comprobar como ayer en El Sadar, quien tocaba rápido y llegaba con facilidad pasmosa era Osasuna; por contra, un Real Valladolid presa del miedo escénico y del pánico táctico, regalaba la pelota de forma continua y desesperante para regocijo de la parroquia pamplonica.
El doble error posicional de Cömert y Martín, junto a un rezagado Anuar en tareas de achique continuo, dejaban a Amallah solo frente a todos y abocado a la desesperación de no tener ni pelota, ni acompañantes que le secundasen a la hora de llegar al área rival.
Vaya por delante que los males del equipo no pasan por la presencia de estos dos jugadores, sino más bien por la zona a la que se les destina.
Buena prueba de ello, y en el caso de Mario Martín en concreto, es que su concurso mejoró muy notablemente al ocupar la demarcación de cabecero tras la salida de Cömert. De igual forma que el despliegue físico y entrega de ambos, está fuera de toda duda.
La prueba del algodón se confirmó a partir del minuto 57, coincidiendo con la entrada de Kike Pérez en la demarcación de '8' y el pase de Martín a cabecero. Ahí se fraguraron los mejores ¡los únicos! minutos del equipo con una mayor posesión de pelota y la sensación de poder igualar a un Osasuna peligrosísimo en sus contraataques. Algo que no bastó. El aporte de Kike Pérez se me antoja, tras lo confirmado ayer, como imprescindible para generar juego en esa medular que tanto necesita de un Amallah motivado, firme en lo físico y bien secundado para que el equipo tras tocar y jugar termine por encontrar la porteria contraria más cerca de lo que hoy, con su estilo de juego, le queda.
Jugar primeros tiempos como el de ayer, con la disposición que lo hacemos, es un martirologio consentido y programado sin la más mínima razón técnica demostrada.
Esta plantilla y la alineación de cada jornada se nos vienen haciendo bola por la ausencia de esos ingredientes necesarios para digerirlos y la forma de preparar aquellos otros de los que disponemos. Algo que solo sirve para que nos retiren el plato y nos quedemos con las ganas de comer.
Deberíamos de hacer caso a los maestros recordados y empeñarnos en jugar a la pelota con las armas que tenemos, haciendo buena la idea de la posesión, el toque y el apoyo, las ayudas y los desmarques y una lucha sin cuartel donde seas tu también el que derribes. Que bastante caídos estamos.
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