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40 años de la Copa de la Liga: un guion cargado de emoción para alcanzar la gloriaQué noche la de aquel día. Como aquella película documental protagonizada por el grupo musical The Beatles (John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr). Solo que en esta ocasión, los protagonistas no tocaban la batería, el bajo, la guitarra... tocaban el balón y ... ese día, incluso tocaron la gloria y llevaron la alegría a sus 'fan', a sus aficionados.
El Real Valladolid se proclamó campeón de la Copa de la Liga tras imponerse al Atlético de Madrid por 3-0. Fue un 30 de junio de 1984 y en un escenario, el José Zorrilla que había sido inaugurado apenas un par de años antes. El guion era bueno, había emoción, había suspense... la puesta en escena, genial. No se llevó el 'Oscar', pero sí el trofeo de esta competición. El único nacional que luce con brillo en sus vitrinas. Y con un premio añadido. El Real Valladolid abría la puerta deportiva de Europa con lo que eso significaba para un club como el Pucela.
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Han pasado 40 años. Los que lo vivieron en primera persona lo tienen fresco en su memoria, con cierto aroma de nostalgia; otros, en cambio, tienen constancia por lo que han leído o escuchado, sobre todo cuando se acerca esta fecha; también habrá quien no sepa qué era aquello de la Copa de la Liga, una competición creada en 1983, cuentan que impulsada por el presidente del FC Barcelona, José Luis Núñez, para generar mayores ingresos para los clubes, que siempre son, han sido y serán bienvenidos.
Esta competición se disputaba al término del campeonato de Liga, en el mes de junio, aunque no tuvo un especial calado. Apenas duró cuatro años, pero ha servido sobre todo para que el Pucela inscribiera su nombre en esta competición junto al del Barcelona (ganador en dos ediciones, 1983 y 1986)) y el del Real Madrid (1985).
Aquella noche, memorable, el Pucela saboreó la gloria, imponiéndose en la final al Atlético de Madrid por 3-0. Un marcador, claro, contundente… Pero con un desarrollo bien distinto a lo que se pueda pensar en un principio, sobre todo para los que no vieran el partido. Con emoción y sufrimiento, con nervios hasta morderse las uñas. Notas constantes en la historia deportiva del club. Sin sufrimiento, no hay paraíso...
En el camino, el Real Valladolid había eliminado al Real Zaragoza de Leo Beenhakker, con prórroga incluida. El Pucela consiguió una exigua ventaja en el Nuevo José Zorrilla al vencer por 1-0. En el partido de vuelta y con un Valladolid un tanto conservador en la primera parte, fue otro bien distinto en la segunda y aunque tuvo ocasiones para empatar y decidir la eliminatoria se llegó a la prórroga (2-1). El gol del Pucela lo marcó Moré). Sin embargo, el conjunto vallisoletano se mostró imparable, anotando tres goles más por medio del propio Moré, Da Silva y Jorge. Así pues, con el resultado definitivo de 2-4 el Real Valladolid superaba el primer escollo en su andadura por esta competición. Un buen comienzo.
En la segunda ronda quedó exento y su siguiente rival fue el Sevilla, entrenado por Manolo Cardo, al que eliminó en los penaltis. El conjunto andaluz tomó ventaja en el partido de ida imponiéndose al Real Valladolid por 2-0 en un partido en el que el Pucela mereció algo más que la derrota, según se hace constar en la crónica de este partido. Sin embargo los vallisoletanos remontaron la eliminatoria logrando idéntico resultado en Valladolid con los goles conseguidos por Jorge y Yáñez, de penalti. En la prórroga, marcó el Sevilla, pero también lo hizo el Pucela con un tanto de Fortes en un partido de infarto. En la tanda de penaltis se clasificaron los vallisoletanos. Transformaron Yáñez, Da Silva, Jorge, Gail y Fenoy. Santi falló el quinto del Sevilla. El Pucela estaba en semifinales.
El siguiente obstáculo en el camino, otro equipo andaluz, el Real Betis entrenado por Alzate, en otra eliminatoria para la heroica. El Pucela volvía a caer 2-0 y de nuevo, por tercera vez, el Real Valladolid remontaba la eliminatoria.
Tocaba remar contracorriente. Una vez más. El conjunto vallisoletano fue capaz de nuevo de igualar la eliminatoria con goles de Gail, al transformar una falta, y de Da Silva, tras una jugada personal de Moré. En el minuto 90, con 2-0 en el marcador y cuando todo parecía apuntar de nuevo hacia la prórroga, Da Silva anotaba el 3-0 definitivo y daba el pase a la final.
La final
Se las iba a ver con un hueso duro de roer, el Atlético de Madrid, entrenado entonces por Luis Aragonés. En el partido de ida, disputado en el Vicente Calderón, el Pucela había conseguido arrancar un meritorio empate a cero. En la vuelta, en el José Zorrilla, tampoco hubo goles… en los 90 minutos de juego reglamentario. A medida que se iban consumiendo los minutos, la sombra de los penaltis empezaba a planear sobre la cabeza de los aficionados. Alguno incluso hasta miraba de reojo a Fenoy, por si le tocaba ser protagonista.
Pero la prórroga le reservaba un rol de héroes al Real Valladolid; todo cambió en unos instantes. Primero, con el gol en propia puerta de Votava, después con otro de Fortes y el último, ya con la locura vestida de blanquivioleta, de Minguela le dieron el triunfo al equipo que entonces entrenaba Fernando Redondo. En marzo de ese año, Fernando Redondo había tomado el relevo de José Luis García Traid en el banquillo pucelano.
El éxito llegó con un premio añadido. El Real Valladolid, como campeón, tuvo plaza en la Copa de la UEFA de la siguiente temporada tal y como quedó reflejado en la portada de la edición del domingo 1 de julio de 1984 en El Norte de Castilla.
Con la prórroga, la final se prolongó más de lo esperado. De hecho, empezó el 30 de junio y terminó el 1 de julio. La crónica, de urgencia, fue firmada por Ángel María de Pablos, vino a resaltar el triunfo de un equipo de los denominados modestos, «con el estilo de fútbol grande que ha practicado el Real Valladolid», sobre todo en la primera parte de la prórroga.
El Atlético de Madrid hizo una segunda parte de juego real «francamente excelente» (recoge textualmente la crónica), y peleó hasta el último minuto con el afán de quién perseguía el título «con uñas y dientes». Y frente a ese ímpetu rojiblanco, los vallisoletanos opusieron una serenidad digna de elogio a la hora de cerrarse sobre su portería, teniendo en Fenoy a un baluarte insalvable. La crónica pone de relieve sus paradas a remates de Hugo Sánchez, Víctor y Pedraza.
Y no se resalta solo a Fenoy. En esta final también se puso en valor el trabajo y esfuerzo de Moré y el de Aracil, del que se dice que disputó su mejor partido con la camiseta del Real Valladolid. Otros nombres propios en el elenco del reparto fueron los de Richard, secando a Hugo Sánchez, y Pato Yáñez. Aunque la mayor virtud del Pucela fue el fútbol asociativo y el triunfo de la fe para cerrar la final con esos tres goles.
Moré, el gran capitán, recibió la Copa de manos de Vega Arango, presidente del Comité de Fútbol Profesional, y la levantó al cielo de Valladolid, una imagen ya para la historia que se publicó el miércoles 3 de julio (los lunes no había periódico en los quioscos en aquellas fechas). Un día para recordar.
Son múltiples los factores que deben concitarse para que un club humilde como el Real Valladolid, a años luz en presupuesto de los grandes transatlánticos del fútbol español, conquiste un título nacional. Y todas esas circunstancias confluyeron hace cuarenta años para hacer realidad el que hasta la fecha sigue siendo el único trofeo oficial de la entidad blanquivioleta en sus 96 años de historia. Aquella imagen icónica de Pepe Moré levantando la Copa de la Liga, que hubo de pasar por los líquidos de revelado para ser publicada dos días después, continúa en el imaginario de los aficionados más veteranos. Y con esa foto acaparando la portada, El Norte lanza el sábado día 29 de junio un Suplemento Especial para recordar de la mano de los protagonistas todos y cada uno de los detalles que rodearon aquella gesta.
Una temporada irregular en lo deportivo, en lo que a la liga doméstica se refiere, que acabó en celebración gracias a una plantilla que se nutrió de la cantera y que hubo de sobreponerse a un cambio de entrenador. El relato de cómo se llegó a conquistar el título, las múltiples anécdotas que dejó el proceso para llegar a levantar el trofeo, y las vivencias de los jugadores que pasaron por aquel vestuario forman parte del Especial que publica El Norte de Castilla. También una conversación entre el director deportivo (Ramón Martínez) y el entrenador de aquel equipo (Fernando Redondo), que cuarenta años se han vuelto a encontrar para repasar, ya con la perspectiva y el poso que deja el paso del tiempo, todo lo que rodeó y acompañó a aquel éxito deportivo.
Un suplemento que es una pieza de coleccionista para los aficionados más veteranos del Real Valladolid, y que se entiende también como una lección de historia para los más jóvenes que no disfrutaron de aquel hito y que solo lo conocen por boca de sus padres y abuelos.
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