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Borja Fernández (Ourense, 14 de enero de 1981) no encaja dentro del estereotipo del futbolista, un estatus que abandonó hace 12 días en el partido de liga frente al Valencia con el que echó el cierre a una carrera deportiva de 18 temporadas como profesional (disputó 476 partidos en España según la web BDFútbol).
Lejos de las noches pegado al mando de una consola dejándose los pulgares en partidas de 'Fifa' o de 'Fornite', al exjugador le gusta más pasar el tiempo cenando en buenos restaurantes, escuchando música, leyendo o incluso escribiendo... O al menos así lo suele mostrar en su prolija vida 2.0., en la que plasma a través de Instagram o Twitter -donde acumula más de 60.000 seguidores tras sus más de 30.000 publicaciones- su gusto por las citas literarias, sus inquietudes frente a un teclado (alimentaba un blog titulado 'Feliz Vida') o sus intereses por grupos como Leiva, Vetusta Morla, Love of Lesbian o Sidonie, entre otros muchos.
Precisamente con una canción de estos últimos, 'Fascinado', se despidió sobre el césped del Nuevo José Zorrilla del que ha sido uno de los clubes más importantes de su vida, con el que en siete temporadas ha disputado más de 220 encuentros y en cuyo organigrama se le hizo un hueco tras anunciar su retirada (el martes antes de ser detenido en el marco de la operación Oikos tenía previsto reunirse con el presidente Ronaldo Nazário y la dirección deportiva en Madrid para concretar sus nuevas atribuciones en el club blanquivioleta).
La trayectoria de Borja Fernández está íntimamente relacionada con el club pucelano, en el que recaló por primera vez en la temporada 2006-2007 después de pasar por el Mallorca y tras formarse en las categorías inferiores del Real Madrid, de cuyo primer equipo formó parte durante cuatro cursos.
Su primera experiencia en la ciudad castellana fue también la más intensa puesto que acumuló en su botas 140 encuentros en tan solo 44 meses. En sus primeros 42 choques a las órdenes de José Luis Mendilibar (todos los de la liga regular) se convirtió en unos de los motores del Pucela de los récords que logró ascender de categoría ocho semanas antes de que terminase la competición. Nunca en ninguna de esas cuatro temporadas de su primera época en Pucela jugó menos de una treinta de encuentros y cuando regresó cinco años después (tras pasar por el Getafe, el Deportivo de La Coruña, el Eibar y el Atlético Kolkata indio) mantuvo esa importancia dentro del equipo, disputando 17 choques de enero a mayo y convirtiéndose en figura fundamental de una plantilla en crisis que llegó a verse obligada a pelear por no bajar a Segunda B.
En esa segunda era coincidió con André Leâo, ahora en el Paços de Ferreira, que le recuerda como una persona «muy íntegra y seria». «Yo no le conocía porque venía de jugar en India, pero rápidamente se mostró como un jugador de carácter fuerte y muy comprometido con el equipo», asegura el central portugués, que no pierde la ocasión en la conversación con este medio de defender a su excompañero: «Es difícil que una persona así haga lo que están diciendo, yo creo en él».
Para entonces (2016) el orensano era un rostro conocido en Valladolid y en España y aunque ni siquiera atisbaba el momento de su retirada ya empezaba a buscarse la vida fuera del fútbol, participando en algunos negocios de hostelería. Salió una vez más de Valladolid, al Almería, y regresó tan solo un año después para volver a ser importante y lograr su tercer ascenso a Primera (el segundo con el Pucela), esta vez a las órdenes primero de Luis César Sampedro y después de Sergio González, con los que fue fundamental, perdiéndose solo cuatro partidos en todo el curso a pesar de su condición de decano de la plantilla.
En esta tercera y última etapa de blanquivioleta avanzó en sus negocios y se convirtió en uno de los propietarios de Cabo Do Mundo, una casa rural en la Ribeira Sacra lucense. Los responsables del establecimiento declinaron ayer hacer declaraciones, apelando a que ahora hay «cosas más importantes» que comentar la participación del exjugador en el negocio hostelero y confiados en que Borja «pueda reunirse con su familia y sus amigos porque va quedar en libertad en cuanto declare».
24 meses después de su último regreso a Pucela, con una lesión que no terminaba de curarse y siendo el segundo jugador de más edad de LaLiga Santander tras Juanjo Camacho, decidió echar el candado a su vida como futbolista en el que él mismo denominó como el día más emotivo de su carrera en otra de esas publicaciones en Internet.
Desde entonces y hasta la imagen de su detención en su domicilio de la calle María de Molina, sonrisas y más sonrisas en sus fotografías, constatando que pese a estar en medio de un profundo cambio, Borja era feliz. Sus últimas publicaciones plasmaban una vida sibarita y placentera; la de un recién jubilado que más que retirado se encuentra de vacaciones.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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