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Tienen la ilusión de algún día llegar a lo más alto defendiendo los colores de su equipo, de su ciudad, pero no es el único sueño. También tienen la ilusión de ver como el equipo de sus amores consigue el tan anhelado ascenso a Primera División. Y la ilusión es contagiosa. Mucho.
La cantera del Real Valladolid también se involucra de lleno en alcanzar el objetivo del primer equipo de otra manera a lo que suelen hacer en los terrenos de juego. Esta vez no celebrarán sus goles, sus jugadas. Esta vez tienen otra misión que cumplir, aunque también haya algo importante que celebrar. Y no es otra que animar desde la grada con sus gritos, llevando al Pucela en volandas con su aliento para sentir que el Pucela es de Primera. Un aliento incondicional, sin fisuras... Inquebrantable.
Es más que un simple deseo. Es el sentimiento común de los más de 200 niños y niñas que forman parte de la gran familia blanquivioleta, desde los más pequeños hasta los más mayorcitos, desde el equipo benjamín femenino, los tres de categoría alevín (dos masculinos y uno femenino, A, B y C), los tres infantiles (dos masculinos y uno femenino, A, B y C), dos equipos cadetes (A y B) y dos juveniles (A y B), a los que también hay que añadir el filial, el Real Valladolid B y el equipo femenino del Real Valladolid Simancas B, y también a un equipo benjamín de captación, que no está federado, y por que el van pasando niños y niñas sobre todo de los clubes convenidos en otra etapa más del planteamiento del club.
Los jóvenes jugadores se involucran de lleno. No solo en su compromiso deportivo, en los entrenamientos, en sus diferentes compromisos deportivos; también en los partidos de sus mayores, por ejemplo del Promesas, en los que es frecuente verles ejercer de recogepelotas. Incluso también en los del primer equipo en el José Zorrilla. De hecho, en el partido que el Pucela jugó frente al Espanyol, jugadores del juvenil B ejercieron esa labor, partido en el que además tuvieron la oportunidad de ver debutar con el primer equipo a su compañero Arnu, con el que han compartido tantos y tantos momentos no solo en el terreno de juego, también en la residencia, en el día a día. Ahora tienen un referente más, no solo los Masip, Escudero, Iván Sánchez, Monchu...
Y no solo los jugadores de la cantera viven con intensidad y con expectación estos momentos. También los cuerpos técnicos de los diferentes equipos. Todos. De hecho, una representación de ellos estuvo en el último partido que disputó el conjunto de Pezzolano frente al Alcorcón para animar al equipo.
Todos ellos están metidos de lleno en lograr el gran objetivo de la temporada. Y no solo contagian esa ilusión; es que además contagian el convencimiento de conseguirlo en otra tarde noche inolvidable que celebrar, alzando sus voces para empujar al equipo hacia la victoria. Volver a la máxima categoría del fútbol español bien lo merece. Argumentos no les faltan para volver a revivir momentos mágicos, inolvidables, de los que se comparten.
No faltarán con sus camisetas del Real Valladolid, con sus bufandas, con sus amigos y familiares y quién sabe si en un futuro podrán ser ellos los protagonistas de un ascenso. Todo puede llegar con trabajo y esfuerzo. Mientras tanto, lo vivirán con especial emoción al pie del cañón, desde la grada.
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La filosofía del Real Valladolid con la cantera no ha cambiado, una línea de trabajo marcada y bien definida, tratando de inculcar todos y cada uno de los valores que conlleva: compañerismo, respeto, deportividad... contribuyendo a la formación humana y futbolística de los integrantes de las categorías inferiores, que un año más han competido las distintas competiciones disputadas, incluso con jugadores más jóvenes de lo que conlleva la categoría con el fin de que se vayan fogueando y adaptando, sin perder de vista el potencial deportivo que puedan llegar a alcanzar. Es lo que se denomina adelantar proceso.
Los resultados no son lo más importante, sobre todo en edades más tempranas en las que lo que verdaderamente cuenta es la asimilación de conceptos y la educación, pero es cierto que se siguen dando pasos importantes en este sentido y no solo en el ámbito regional, también en el contexto nacional. Y el ejemplo más reciente es precisamente el de Arnu, otra joya más de la cantera del Real Valladolid.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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