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Parece que había ganas. No, no lo parece, las había sin ninguna duda. Ganas de volver a gritar «¡El Pucela es de Primera!» y que la frase fuese cierta. Ahora ya es una realidad… y que dure. Así que lo que tocaba nada más ... terminar la montaña rusa de la recta final del partido contra el Villarreal B –ya en la historia del club– era celebrarlo. Una ciudad entera vestida de blanquivioleta y desbordante de júbilo desde el estadio Zorrilla hasta la plaza del mismo nombre, donde la fuente ejerce de centro de reunión de efemérides como la de este domingo. La afición que tanto ha sufrido esta temporada con los altibajos del equipo en el 'infierno de Segunda' por fin pudo dar rienda suelta a la felicidad soñada.
A la salida del campo, las caras eran de alegría pero los cuerpos aún temblaban, con los corazones exhaustos de tanto sobresalto. Un partido de alto riesgo cardiovascular que dio paso a una explosión de júbilo. Había quien aún no lo había digerido del todo y quienes ya se veían el año que viene entre los grandes. «Pues el año que viene habrá que venir a ver al Real Madrid», comentaba un chaval de no más de doce años a su colega. «Mbappé en Zorrilla, ¿lo has pensado? ¡Toma ya!«, fue la respuesta.
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La familia de Julián y Mari, con sus dos hijos pequeños correteando de vuelta al coche, debatían ya sobre el futuro: «Ten claro que se va a quedar», afirmaba ella. «Ya te digo yo digo que no», apostaba él respecto al entrenador de la próxima temporada.
En la tienda oficial del club del exterior del estadio se formaba una pequeña cola de aficionados en busca de alguna prenda para recordar este 26 de mayo, nueva fecha marcada a fuego en la memoria de los aficionados. «Hemos vendido, sí pero esperaba más sobre todo al final después de como ha sido el partido –informaba el encargado–. Pero claro, la gente ahora está a otra cosa». Lo más vendido, las camisetas. «Pero es que las hemos bajado a 50 euros de los 85 que valían».
Un grito casi único de «¡Alé alé, alé Pucela alé alé!» resonaba por todas las calles procedente de las miles de gargantas que bajaban del estadio hacia el centro de la ciudad. Tras más de una hora de celebración pospartido dentro del estadio, la plaza Zorrilla empezó a poblarse de aficionados y vallisoletanos en general que pedían a los coches que pitasen... Y todos pitaban. Ta-ta, ta-ta-ta, ta-ta-ta-ta, ta-ta, contestaban las bocinas. La fuente permaneció vallada y sin agua por motivos de seguridad.
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«Ronaldo, estírate y pásate por Girona a aprender» fue otro de los optimistas comentarios deslizados por un aficionado con la camiseta en la cintura y el pecho descubierto. La espléndida noche que se quedó tras el triunfo del Real Valladolid lo fue también en lo climatológico e invitaba a una fiesta larga. Exhaustos los corazones pero con marcha en el cuerpo como para seguir celebrándolo como si el día siguiente no fuera lunes.
Entre los congregados en los aledaños de la plaza, Alfredo compartía sus sentimientos con las amistades. «Ya había estado mirando vuelos para ir a Tenerife la semana que viene. Setecientos euros me tenía que gastar y según estaba viendo el partido me estaba dando pereza...».
Pasadas las diez y media, con la plaza ya anochecida, la fiesta se fue calentando. No hubo chapuzones para evitar desgracias (alguien, no obstante, sí se refrescó en Fuente Dorada, donde sí había agua), pero los más jóvenes tomaron el mando, decididos a dejar claros algunos conceptos. El primero de ellos, que el Pucela es «el equipo de la capital». Cánticos de «¡Adiós a Segunda adiós!» y también invitaciones a botar porque... «¡burgalés el que no bote!». Tampoco faltó algún que otro «Pezzolano dimisión».
En todo momento, los agentes de la Policía Nacional y Municipal estuvieron vigilantes para que la celebración se mantuviese sin ningún percance. Eso sí, era una noche para hacer la vista gorda ante los cachis de calimocho que corrían de mano en mano. Yes que «es de Primera, Pucela es de Primera, es de Primera...»
Después de semanas haciendo unas cábalas que iban desde Leganés a Éibar pasando por Gijón, el Pucela, que al final del camino tenía dos balas para volver a Primera, lo consiguió a la primera. Qué bien ir a Tenerife de vacaciones.
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