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La primera impresión es engañosa, da lugar a equívoco. La primera vista desde el exterior a la imponente torre gótica no debe quedarse ahí; conviene rodear la Catedral de Palencia para ser consciente de su inmensidad. Sus 130 metros de largo en la nave mayor ... por 50 de ancho en el crucero y sus 43 metros de altura en el ábside convierten a la Santa Iglesia Catedral Basílica de San Antolín de Palencia, popularmente conocida como la Bella Desconocida, en la tercera más grande de España, después de la Catedral de Sevilla y de la Catedral de Toledo. Además, es la única que conserva cuatro estilos arquitectónicos diferentes al confluir el visigótico y prerrománico, ambos en la cripta;el gótico, predominante en el templo, y el neoclásico, además de algún pequeño vestigio románico que sirvió como base para el gran proyecto impulsado por el obispo Don Gómez, cuya primera piedra fue colocada tal día como hoy, 1 de junio, en 1321, hace siete siglos.
No está nada mal el tercer puesto de la siempre mal llamada La Bella Desconocida, que con este séptimo centenario bien merece adoptar para siempre el sobrenombre de la Bella Reconocida, en un país con 88 catedrales, de las que 16 están en Castilla y León.
Solo a modo de comparación, la longitud interior de la Catedral de Reims llega a los 138 metros, mientras que la altura de la nave central alcanza los 33 metros en Notre Dame de París; 38 metros en Reims, 42 metros en Notre-Dame d'Amiens y 48 metros en Saint-Pierre de Beauvais, la más alta de todas las catedrales góticas.
La torre, que se presenta sobria para ser gótica, alcanza los 55 metros de altura. Fue torre de carácter militar en el pasado y tras cumplir esa función, se le añadieron como única decoración los pináculos y la espadaña que aloja el campanario, donde hasta mediados del siglo vivía allí su campanero, cerca de las destacadas gemelas, el Cimbalillo y del Zarambombón del reloj –de la época del emperador Carlos V–.
En ese recorrido exterior, imprescindible también para comprender su estructura interior, el visitante puede tener la sensación de encontrarse en un carrusel o incluso en lugares distintos, porque se trata de un edificio de tres fachadas, ninguna principal aunque se ha hecho más popular la de la imponente torre sobre la plaza de la Inmaculada, también porque es donde está la puerta de acceso principal.
Las tres fachadas y las cinco puertas que suman obedecen a que el templo se ha construido en distintos procesos. La planta de la catedral es de cruz latina y tiene la peculiaridad de contar con un crucero doble, porque a mitad de la construcción se decidió sustituir el primitivo crucero por un segundo más monumental.
A la nave central se le fueron añadiendo construcciones. Primero se adosó el Claustro, que se comenzó a construir a mediados del siglo XV y precisó más de siete décadas para su finalización. Tres siglos después, en el XVIII, se adosa la capilla del Monumento (de forma octogonal y cubierta con un chapitel de pizarra, fácil de identificar a vista de pájaro porque se asemeja a un azucarero con su tapa).
Debido al doble crucero, la catedral tiene cinco puertas, que se distribuyen en tres fachadas. La meridional o fachada sur es la más llamativa y conocida por presentar las dos portadas y la torre. Mira a la Virgen de la Inmaculada Concepción (realizada en bronce por Jerónimo Arroyo en 1914) que está en la plaza y a lo lejos, al Monumento al Maestro (una obra también en bronce, de Rafael Cordero de 2003). En esta fachada, la torre campanario cobija debajo a la derecha a la Puerta del Salvador o también llamada de los Novios, en honor al enlace que aquí celebraron, en 1388, Enrique III y Catalina de Lancaster, unión que puso fin a la guerra civil que asoló Castilla. De una decoración gótica sencilla, con los escudos de los obispos Hurtado de Mendoza y Burgos que la mandaron construir –y en el medio, el escudo del cabildo–. La portada presenta tres arquivoltas apuntadas, adornadas con motivos vegetales.
A la izquierda de esta fachada sur, la Puerta del Obispo o Santa María, un arco de medio punto rebajado, con cinco arquivoltas en forma de arco apuntado, y un guardapolvo muy decorado. Las arquivoltas aparecen adornadas con motivos vegetales e historiados, y se apoyan en columnas, coronadas por apóstoles esculpidos en el siglo XVII. En el centro de la portada, una imagen de la Virgen María, gótica, rodeada por dos vidrieras en forma de flor, y el tímpano se enriquece con un conjunto de finos relieves con formas grotescas.
La segunda fachada, occidental u orientada al oeste, está medio tapada por la Capilla del Monumento, que se construye anexa con una planta octogonal que sobresale del contorno catedralicio. En la parte alta destaca un rosetón enmarcado en un frontón equilátero decorado con pináculos góticos y una cruz en la parte alta. Está limitado por dos grandes contrafuertes entre los que aparece una vidriera reformada en 2005. El acceso al interior es a través de la Puerta de San Antolín o de los Descalzos, sencilla, en forma de edículo de estilo clasicista, obra moderna de Fernando Chueca Goitia.
La tercera fachada, septentrional u orientada al norte, es la más recta del edificio y de escasa ornamentación, y cuenta con dos puertas. A la derecha, la de los Canónigos, que por un tiempo fue denominada Puerta Nueva por ser la última en construirse, en 1762. Consiste en un sencillo arco rebajado y sin ornamentación que da entrada al falso crucero. Frente a esta puerta se halla el Hospital de San Antolín y San Bernabé, cuya administración depende del Cabildo desde el siglo XII.
A la izquierda, la Puerta de los Reyes o San Juan, muy decorada en estilo flamígero, aunque en parte degradada por la erosión al estar en el lado norte del edificio. Encima de esta gran portada, tres imágenes de santos (en el centro el patrón de Palencia, san Antolín, y en los laterales, sus compañeros de martirio, Juan y Almaquio). En el mainel y sobre una pilastra está la estatua de san Juan Bautista, que da su segundo nombre a la puerta. Es la única de Palencia que posee un parteluz (la columna delgada que divide en dos partes el hueco de la puerta), y se mantiene cerrada al haberse colocado detrás, en el interior, un altar que se utiliza en grandes ceremonias.
La sucesión de fases constructivas góticas, con cambio de proyecto en 1423, hace que la seo palentina posea dos capillas mayores y dos naves de crucero, que son la actual del Sagrario, rodeada por la girola y construida en la primera campaña, consonante con el transepto marcado por las puertas de San Antolín y de los Novios; y ante ella, la actual Capilla Mayor, ante el crucero que delimitan las puertas de San Juan y del Obispo. El cambio de proyecto obrado acabando el primer cuarto del siglo XV es responsable de la sensación de desconcierto que invade al visitante también en el interior, como si se tratara de un laberinto de iglesia dentro de otra, un fascinante viaje desde la Alta Edad Media al siglo XXI.
Sus orígenes se encuentran bajo tierra, sobre las cenizas de la Palentina ciuitas refundada por los romanos tras la destrucción de ciudad arévaca de Pallantia (Palenzuela) en el año 72 d.C., donde en el siglo VII se alzó una primera catedral, luego ampliada en 1034, bajo el reinado de Sancho III el Mayor de Navarra, en lo que representa el primer balbuceo del románico en estas tierras. Nueva paradoja del templo en una provincia dominada por este estilo. Su lento proceso constructivo evidencia titubeos arquitectónicos y exquisitas creaciones en sus tres fases: la inicial que concluye la cabecera, entre 1321-1423; la del cambio de proyecto, de 1423-1485;y la final, de 1485 a 1523.
Este camino del Gótico al Renacimiento, promovido por grandes obispos, sitúa al viajero y amante del arte ante una colección exquisita de obras en piedra, metal y madera, como el trascoro, portadas, retablos, púlpitos, rejas y puertas.
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