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Su cumpleaños cayó en martes y 13, pero de mala suerte nada. Ha sobrevivido a dos pandemias, ha soplado 103 velas -mejor dicho, tres velas, cada una con un número- y tiene una vitalidad envidiable. Y no solo eso. También ha superado el coronavirus sin darse casi cuenta, porque fue prácticamente asintomática. Bueno, cuenta sí que se dio, ya que no podía salir de su habitación a las estancias comunes a jugar y disfrutar del tiempo con el resto de los usuarios y fue duro. Pero ella, de salud, siempre estuvo bien.
«Ayer (por el martes) fue un día maravilloso. Mejor no ha podido ser, la verdad. Aquí, en la residencia, estuvo todo muy bien», afirma Quintiliana García Ruiz 'Quinti', que, suelta un segundo la ficha verde y aparca la partida de parchís para rememorar su celebración. «Me hicieron una fiesta y todo salió muy bien. Y me cantaron el cumpleaños feliz y todo. Mejor no ha podido ser», añade, aún con los nervios a flor de piel.
Las dos hijas de Quinti viven fuera y no pudieron desplazarse hasta la residencia de mayores de Herrera de Pisuerga, por lo que las videollamadas se sucedieron todo el día. Estuvo sin poder despegarse del teléfono. Tanto, que acababa con una llamada y justo llegaba otra y ella preguntaba '¿otra vez?'.
Un año después de que tuviese que celebrar su día en pleno confinamiento, donde los móviles y las tecnologías eran la única herramienta para estar cerca de los suyos, el teléfono fue clave para celebrar los 103 años de Quinti. Aunque también la cercanía, el cariño y el calor de los que la acompañan día a día le hicieron emocionarse y disfrutar como una niña.
En su fiesta, más que merecida tras haber vivido 103 primaveras, además de tarta, velas, guirnaldas y canciones, también hubo una banda para Quinti. Todo era poco para celebrar su cumpleaños. Ayer, al día siguiente, ella quiso tener un detalle con los demás usuarios de la residencia y les entregó unas pastas.
Quinti sabe lo que es sobrevivir a una pandemia -más bien a dos ya- porque nació el 13 de abril de 1918, cuando la mal llamada gripe española se llevó por delante 2.900 vidas entre los 199.689 habitantes que Palencia en aquella época. «Ya he sobrevivido a dos pandemias y estoy muy agradecida por todo. Sobre todo porque son muchos años y en las condiciones que estoy yo, pues estoy agradecida de estar tan bien», señala, con una claridad y cordura envidiable.
Quinti pasó su infancia en Pozancos, para trasladarse tiempo después a Alar del Rey, donde formó un hogar en el que ha visto crecer su familia hasta llegar a tener dos hijas, cuatro nietos y otros cuatro bisnietos. «Aquí estoy, jugando al parchís con gente de Alar», afirma contenta.
Parchís, cartas, bingo o lo que le pongan por delante. «Se apunta a todo. Todo lo que se le proponga, pues ahí va», comenta, Cristina López, trabajadora social de la residencia, con orgullo. Y si hay clases de pintura, pues también se apunta.
A sus ya 103 años se maneja con una soltura y agilidad increíbles. Camina apoyada de un solo bastón y es autosuficiente prácticamente para todo.
Fue una de las residentes que dio positivo en noviembre, en un brote que se alargó hasta enero. «Lo cogí hace unos meses, pero estuve muy bien», explica Quinti. Y, desde febrero que completó el ciclo de vacunación, más tranquila, aunque todos los usuarios continúan utilizando la mascarilla tanto dentro de la residencia, como cuando salen a pasear.
Han podido recuperar esa parte de normalidad, de poder salir al exterior, desde marzo. «Me gusta salir, lo hacemos cuando hace bueno. Pero también me gusta mucho estar aquí dentro, jugando al parchís con los compañeros», añade, mientras las fichas verdes continúan esperando sobre el tablero.
Hace un año, cuando cumplió 102 años afirmó: «Me gustaría volver a salir en el periódico el año que viene cuando cumpla 103 años». Y lo ha hecho. Dos grandes pandemias y un coronavirus superado. Contenta y agradecida, vuelve a la partida después de la conversación. «Hasta la hora de comer, nos da tiempo a echar unas cuantas», concluye.
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