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Jesús Heras carga una de sus furgonetas para hacer el reparto por la Montaña Palentina. El Norte
Pan sobre ruedas para los pueblos de Palencia

Pan sobre ruedas para los pueblos de Palencia

El panadero es muchos días de invierno la única persona que ven los vecinos de la montaña

M. A.

Valladolid

Domingo, 1 de marzo 2020, 09:11

«Donde pan comes migas quedan». Eso es lo que dice el sabio refranero castellano, y si no fuese por el protagonista de estas líneas, en buena parte de la Montaña Palentina no habría ni una sola miga. Y es que Jesús Heras, panadero de tercera generación, ha visto trabajar a su padre, Jesús, y a su abuelo, Emilio, para dar de comer pan al norte de la provincia y es lo que sigue haciendo él, aunque ha tenido que cambiar ciertas partes del negocio para adecuarse a las necesidades del cliente.

Muchos de los 80 municipios de Palencia que no tienen ni una sola tienda se concentran en el norte y, ante esta circunstancia, a Jesús Heras no le ha quedado otra que comprar una flota de cuatro furgonetas y distribuir su pan pueblo a pueblo, puerta a puerta, para que las 4.000 piezas que elabora a diario encuentren un comprador. De poco le serviría a este panadero de Las Heras de la Peña levantarse a las 2:30 horas si esperase vender sus productos en un despacho de pan ubicado en un lugar en el que sus clientes potenciales se encuentran esparcidos en un radio de 100 kilómetros. Así que su empresa no solo hace pan, también lo reparte.

«En alguna ocasión nos ha tocado llevar algún medicamento o alguna cosilla, no solo el pan o las pastas que solemos llevar. Más que una venta de pan, haces una obra social, aunque igual me estoy poniendo medallas que no me corresponden. Hay en un par de pueblos de la zona de Castillería que tienes que llevárselo a casa porque hay gente muy mayor o que está con el ganado. Casi somos uno más de la familia. Entras en casa, tienen allí la bolsa colgada con el dinero. Vas, dejas el pan, coges tu dinero y a veces das un poco de conversación a los vecinos que están solos», explica Jesús Heras.

Los kilómetros que recorren las furgonetas de este panadero se incrementaron en noviembre del año pasado. El panadero que hacía la ruta de los pantanos pasó el testigo a Jesús, que ahora tiene la responsabilidad de llevar el pan a una de las zonas más recónditas de la Montaña Palentina. «La ruta de los pantanos es la más complicada. Son pedanías pequeñas, metidas en el corazón de la montaña. Te acercas a 1.500 metros y llegas a Vidrieros, que ves el Curavacas en todo su esplendor. Es una ruta especial y a algunos pueblos no podemos ir todos los días. Vamos dos veces a la semana. Te cogen hogazas de kilo y van tirando, aunque en verano tenemos pensado ir a diario porque habrá más gente», explica Jesús Heras, que reconoce que su trabajo no le da grandes beneficios, pese al tiempo y al empeño que pone a diario en su labor de llevar pan donde ya apenas hay gente. «Entre semana vas y sale lo comido por lo servido. Después de Navidad, hay días que hasta pierdes dinero. Vas a los pueblos, has atendido a la gente que no puede desplazarse y pierdes dinero», recalca.

La panadería Jesús Heras prepara el pan para sus cuatro rutas.

Y en este contexto tan complejo, Jesús reconoce que su trabajo pronto dejará de ser rentable, por lo que cree que la administración debería tomar medidas con el fin de que los vecinos de los pueblos más alejados puedan disponer al menos de un alimento de primera necesidad como es el pan. «Las administraciones tendrían que tomar cartas en el asunto. Se les llena la boca con la España vaciada cada vez que nos toca ir a votar y luego se olvidan de nosotros. Quedamos dos o tres panaderos por esta zona y nos pasa exactamente lo mismo a todos. Vamos a ciertos sitios por no a dejar a toda esa gente tirada. Algunos nos dicen que tendrían que pagarnos el viaje, como con los autobuses a la demanda. Tal vez esa sea una solución porque hay muchos meses que estás al límite y no lo dejas porque son personas y lo repartes, aunque no llegues a final de mes», reconoce Heras.

Pese a los problemas que acechan sobre su negocio, Jesús seguirá programando cada día el despertador a las 2:30 de la madrugada para que los vecinos de la Montaña Palentina puedan seguir comiendo pan y dejando migas en una tierra que los visitantes ven como privilegiada y en la que la compra no se hace en grandes supermercados. «Resistiremos hasta que podamos», recalca este trabajador, que lleva el pan sobre ruedas a ese pedazo del país al que ahora llaman la España vaciada.

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