Un militar logra entrar en la fingida iglesia y atiende a uno de los seis heridos que permanecen dentro. MANUEL BRÁGIMO

Simulación de un terremoto en Saldaña: «Socorro, mi pierna me duele mucho»

Los militares acceden a una supuesta iglesia para rescatar a seis personas atrapadas y heridas

Viernes, 13 de agosto 2021, 07:42

«¡Socorro!», se escucha desde el otro lado del edificio. «¡Ay, mi pierna, me duele mucho!», clama otra voz, aterrada y encerrada. La UME sabe que hay seis personas dentro de la supuesta iglesia, donde justo se estaba celebrando una eucaristía. No hay ventanas y ... la puerta está bloqueada. Los militares trabajan sin descanso para entrar porque «hay gente viva dentro y la intervención tiene que ser inmediata», señala el teniente Narganes.

Publicidad

Lo primero que hacen, al llegar al lugar del terremoto, es un triaje de la zona, para ver dónde hay personas vivas confirmadas. La información inicial la facilita un contacto de la zona, en este caso simulan que los datos se los da el alcalde de Saldaña, Adolfo Palacios.

Cuando logran abrir un triángulo de extracción, ya pueden entrar en la iglesia, pero en todos los rescates prima la seguridad y más en escenarios tan inseguros como este. Es necesario ir apuntalando habitación por habitación y contar con la presencia de un experto de estructuras.

Los heridos, militares pertenecientes a otra brigada que ayer se convirtieron en actores, portaban una tarjeta con los síntomas que presentan tras el derrumbe, porque también es necesario priorizar a las propias víctimas. En un lateral de los edificios, está el nido de heridos, y fuera del recinto, la morgue. El Servicio Sanitario conoce ya cuál es el hospital más cercano por si fuera necesario.

Publicidad

Al mismo tiempo que rescatan a los fieles de la iglesia, otro equipo de la UME trabaja en excarcelar de un coche a dos heridos, aplastados por una gran losa. Lo primero es retirar la piedra del techo del Opel Astra, para lo que utilizan un bípode, una máquina con poleas y dos camiones. Tras conseguir el primer paso, se estabiliza el vehículo y se procede a romper los cristales (tras protegerlos para que no salpiquen a los heridos).

Ahora hay que desmontar el salpicadero para rescatar al conductor, que tiene las piernas atrapadas y está consciente y hablando con el sanitario del equipo, que permanece dentro del coche para calmarle. «El copiloto parece que sí es negro, no respira y tiene la cabeza golpeada, pero eso no lo categorizamos nosotros», explica el Sargento Primero Ángel Sánchez.

Publicidad

Dos generadores y dos pinzas gigantes sirven para poder excarcelar al conductor, al que se llevan entre cuatro militares en camilla. A esperar al juez de guardia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad