Otro restaurante histórico de Palencia que cierra 22 años después

Desconocen qué pasará en un futuro no tan lejano. Quizá el local situado en la esquina entre la calle del Cardenal Almaraz y la Calle Mayor Antigua se convierta en una hamburguesería donde sirvan patatas fritas o quizá se transforme en un bar de copas lleno de jóvenes y adultos los viernes por la noche. O igual algún emprendedor logra reabrir La Brasería para el disfrute de los aficonados a una buena carne a la parrilla. Sea como fuere, la tradición culinaria y el impecable servicio hostelero quedarán inherentes a cada rincón del ya legendario local. Alcachofas de temporada a la plancha, entrecot a la brasa o bonito escabechado con pisto son algunos de los platos que los clientes habituales extrañarán al pasar por la esquina de Cardenal Almaraz y ver la persiana bajada.

Antes de embarcarse en esta aventura hostelera, Pablo y Cristina tenían dos pescaderías en Villamuriel. «Nos dimos cuenta que el mercado del pescado cada vez iba a menos y fue entonces cuando decidimos empezar en la hostelería» recuerda Pablo. «En Palencia no había ninguna brasería en aquel momento y estuvimos mirando braserías de Valladolid para ver cómo funcionaban y poder trasladar esa idea a Palencia». Entonces, era el año 2000, y el local elegido tenía que reunir las condiciones necesarias para poder albergar tal restaurante: una buena extracción y una inmejorable ubicación.

Los comienzos no fueron fáciles y encontrar el personal adecuado fue algo imprescindible para que el negocio terminara de arrancar. «Los primeros meses apenas veníamos al restaurante, pero llegó un momento en el que tuvimos que tomar las riendas y nos dedicamos de lleno a La Brasería» asegura Cristina.

Para ello, cerraron las pescaderías, y a base de sudor y golpes, el restaurante ya pisaba fuerte a comienzos de 2006. Pero el año 2008 llegaría golpeando a la población española en una crisis sin precedentes, y la brasería de Cristina y Pablo también sufrió las consecuencias. Fueron años duros y hubo que reinventarse. «Pero despúes llegó la pandemia, en la que estuvimos cerrados hasta ocho meses y medio alternos según lo abiertas que estuvieran las restricciones». Al no tener terraza, solamente podían atender a una cantidad limitada de personas. Sin embargo, nada consiguió descarrilar a estos dos hosteleros y los clientes siempre fueron agradecidos por el exquisito trato y calidad gastronómica.

Ahora, una vez cerrado el local por su jubilación, y sin posibilidad de relevo generalcional, estos hosteleros confían en que alguien se decida a seguir sus pasos para que La Brasería siga abierta, ya que la clientela está ganada y este tipo de cocina está en alza. «El local tiene muchas posibilidades, y los recuerdos con los que nos vamos siempre ha sido una satisfacción». La plantilla llegó a tener siete personas y el comedor de la planta de abajo tenía capacidad para 35 personas, albergando eventos como comuniones o cenas de empresa.

Cristina se esforzó durante años por dar publicidad al negocio, ya que sabía que invertir en ello era una estrategia que terminaría dar resultado. Se publicitaron en prensa escrita, radio y hasta televisión. «Hasta Los 40 Principales hicieron un programa en directo desde el local» recuerda entre risas Cristina.

La esquina de Cardenal Almaraz y la Calle Mayor Antigua se queda huérfana, dejando un hueco en la hostelería tradicional que espera ser ocupado lo antes posible. Pablo y Cristina se van, recordando a todos sus compañeros hosteleros. «Tienen un mérito increíble tras aguantar muchos más años de los que hemos estado nosotros», afirma Pablo.