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Jesús Franco Zapatero, Chiborra durante los últimos ocho años. El Norte
El personaje ancestral, burlón y grotesco de Cisneros

El personaje ancestral, burlón y grotesco de Cisneros

El maestro de ceremonias de los festejos de este pueblo terracampino y el grupo de danzantes rinden tributo a la Virgen del Castillo

Jose Rojo

Palencia

Sábado, 2 de noviembre 2024, 09:03

La presencia del Chiborra y de los danzantes en las fiestas en honor a la Virgen del Castillo, patrona de Cisneros, data del siglo XVIII, pero se presupone que esta manifestación popular podría remontarse a dos siglos antes. Este personaje ancestral, grotesco y burlón y el grupo danzarín del pueblo, al que dirige este peculiar maestro de ceremonias, protagonizan los actos más significativos de los festejos de la villa terracampina, en los que se escenifica una de las tradiciones más arraigadas y que ha sido transmitida de generación en generación.

El Chiborra va ataviado, por el día, con un vibrante traje amarillo y rojo, en el que cada color está cosido en hileras de medias lunas con borlas a los costados, luciendo en el pecho un león a la derecha y un castillo a la izquierda y, en la espalda, el escudo de la villa. Más abajo, a la altura del trasero, tiene estampada una cara burlesca con un moco en la nariz y la lengua fuera dentro de un sol con la palabra 'besa'. Este atuendo se complementa con camisa blanca, corbata roja, una máscara que suele colocarse en la cabeza, medias de colores y zapatillas oscuras, sin olvidar la denominada 'chiborra', un palo con una cuerda atada en un extremo de la que pende una especie de porra blanda con la que se defiende de los importunos y agrede a los curiosos durante la fiesta. Por la noche, este personaje se viste con un atuendo más austero.

Por su parte, los ocho danzantes que siempre le acompañan van enfundados con camisa blanca con cintas rojas, chaleco negro, pantalón blanco, faja roja y pañuelo de colores. Tanto estos como su estrafalario director entran en escena la víspera de la celebración de la natividad de la Virgen María, que se conmemora el 8 de septiembre, con el reparto de tortas de pan en un pasacalles a ritmo de dulzaina y tamboril y en cuyo recorrido los danzarines realizan distintas paradas para ejecutar con destreza una serie de jotas, a las que denominan 'lazos', al son del paloteo y de las castañuelas.

Una solemne procesión por las calles de Cisneros en dirección a la iglesia de San Facundo y San Primitivo abre el Día Grande de las fiestas de la Virgen del Castillo. Una jornada en la que los danzantes se visten de gala con un espectacular atuendo del siglo XV: camisa blanca con lazos rojos, pantalón blanco hasta la rodilla con bordes de encaje, enaguas bordadas y almidonadas y, sobre estas, un delantal rojo y otro azul con la imagen de la patrona y con el escudo de la villa, respectivamente; y en la testa, un sombrero de paja marrón con plumas de pavo real y cintas de colores. A las puertas del templo, antes del inicio de la misa solemne, el Chiborra recita su discurso en verso, donde relata los acontecimientos más destacados del año en curso y singulares anécdotas. Una vez finalizada la eucaristía, los danzantes bailan sus 'lazos' más conocidos y aplaudidos, que repetirán por la tarde tras la celebración del rosario.

'El azote de Chiborra'

Los actos en honor a la patrona de Cisneros concluyen el día siguiente a la festividad de la Virgen María. Una jornada que acoge uno de los eventos más ansiados por los vecinos: 'El azote del Chiborra'. Un ritual en el que se somete a juicio popular a este estrafalario personaje, que va montado en su burra, por haber defraudado al pueblo durante su investidura como máxima autoridad local debido a las fechorías cometidas la noche anterior tras adoptar su versión más pícara: entrar en las alcobas de las mozas para despertarlas y asaltar los corrales para llevarse las viandas y así agasajar a sus danzantes con un suculento menú.

Tras escuchar la humorística exposición de acusaciones y los argumentos del acusado en su defensa, en cuyo transcurso se suceden las increpaciones de los allí presentes hacia el procesado por su conducta, el pleito se dirime condenando al Chiborra a ser azotado y sometido a una procesión deshonrosa, aunque, al final, los vecinos despiden a su singular maestro de ceremonias con una ovación y el manteo. La clausura de las fiestas de este año ha tenido un emotivo final ya que Jesús Franco Zapatero, quien ha encarnado al Chiborra a lo largo de ocho años, anunció su despedida como protagonista principal de esta ancestral representación festiva que aúna elementos religiosos, lúdicos y jerárquicos.

Jesús Franco Zapatero, chiborra de Cisneros durante ocho años

«Al ser chiborra, estás en otra dimensión»

Oriundo de Cisneros, aunque residente en Calabazanos, Jesús Franco, de 43 años, fue danzante entre 2000 y 2008 y en los últimos ocho años ha ejercido como Chiborra en las fiestas patronales de su pueblo natal, un personaje que el próximo año encarnará Víctor Frechoso.

–Lleva ocho años representando al Chiborra durante las fiestas patronales de Cisneros y este año ha decidido retirarse...

–El año pasado tuve un hijo y, durante las fiestas, al ser Chiborra, no pude atenderle como me hubiese gustado porque tienes que ejercer como tal todo el día. Y dudada si lo dejaba este año o al siguiente, pero en marzo vamos a tener otro hijo y ya decidí despedirme este año. Yo creo que he sido el primer Chiborra con un hijo tan pequeño.

–¿Qué supone para un oriundo de Cisneros ejercer como el personaje más representativo de los festejos del pueblo?

–¡Imagínate! Si ser danzante ya es un honor, ser Chiborra es como ser un caballero andante porque todos te conocen, incluso se olvidan de tu nombre y se dirigen a ti como Chiborra no solo en fiestas, sino durante todo el año. Es como si fueras una autoridad más del pueblo. Incluso, a mi hijo le llamaban 'chiborrilla'. Provengo de una familia de la que han salido muchos danzantes, pero el único Chiborra he sido yo y ha sido un gran orgullo para todos ellos y, por supuesto, para mí. Ha sido una experiencia única, muy bonita e inolvidable. Me voy muy contento porque creo que he hecho un gran trabajo y, como decía mi madre, «a uno que lo da todo, no se le puede pedir más», algo que yo mismo dije el día que me despedí.

–¿Encarnar este papel conlleva responsabilidad y dedicación?

–El Chiborra tiene, lógicamente, más responsabilidades que los danzantes, ya que es el encargado de coordinar y guiar las actividades festivas y de amenizar las jornadas, además de escribir los versos dirigidos a la Virgen y al Niño y en los que se relatan los acontecimientos más relevantes del pueblo, anécdotas… Y todo en tono humorístico. Algo muy especial es dedicar los 'lazos' –los bailes– a alguien, y yo siempre me he acordado de los vecinos que estaban atravesando malos momentos o de aquellos que habían promovido algún proyecto beneficioso para el pueblo.

–Durante sus ocho años como Chiborra, ¿ha disfrutado de las fiestas más que los espectadores?

–Siendo Chiborra estás en otra dimensión porque no puedes estar con tus amigos, con la peña o con la familia; tienes dedicación exclusiva. El Chiborra está siempre con los danzantes y es con quienes tienes que estar. Yo he creado un gran vínculo con ellos y hemos tenido muy buen rollo. No dejas de pasar mucho tiempo con ellos y son días muy especiales porque son nuestras fiestas, que ya despiden el verano y que para nosotros, los de Cisneros, son las mejores del mundo.

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