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El municipio de Cisneros ha vuelto a vivir sus tradicionales fiestas en honor a la Virgen del Castillo y Cristo del Amparo, una celebración que combina fervor religioso con expresiones de cultura popular y que atrae tanto a vecinos como a visitantes, bajo la protección de la Virgen del Castillo y guiados por el inconfundible chiborra. La fiesta arrancó con un colorido pasacalles que parte desde la Plaza España, frente al Ayuntamiento. Al ritmo de la dulzaina y el tamboril, los danzantes siguen un recorrido en el que se reparten tortas de pan entre los miembros de la cofradía. El chiborra, personaje central de la celebración, carga junto a un ayudante un gran cesto con las tortas, que entrega en cada parada, manteniendo viva esta tradición ancestral.
El día grande de la fiesta en Cisneros estuvo completamente dedicado a honrar a la Virgen del Castillo. La jornada comenzó con una solemne procesión, en la que el chiborra, investido con la autoridad simbólica del pueblo, encabezó la comitiva, acompañado por los ocho danzantes, la dulzaina y el tamboril, junto a las autoridades locales y los miembros de la cofradía de la Virgen del Castillo.
La procesión recorrió las calles principales del municipio, culminando en la iglesia de San Facundo. Allí, en un ambiente de recogimiento, se escucharon los versos en los que el chiborra relató, con su característico tono festivo, los acontecimientos más relevantes que han marcado el último año en Cisneros.
Posteriormente, se celebró una misa solemne en la iglesia, oficiada por el párroco de la localidad, Álvaro Pinto. Al finalizar la ceremonia, los danzantes ofrecieron una impresionante demostración de la danza en el Corro de San Facundo, un lugar emblemático para la comunidad. Con gran precisión y energía, bailaron los lazos dedicados a cada una de las instituciones, culminando con el tradicional baile de 'La Culebra', que simboliza la unión y la fuerza de la comunidad.
El lunes se celebró 'El azote del chiborra, uno de los eventos más esperados que refleja cómo el pueblo se siente defraudado por la confianza depositada en el chiborra, que después de haber tenido posesión del cargo durante tres días es desposeído de él y es sometido al juicio popular montado en su burra que es lo único que le queda por las fechorías cometidas en la noche del domingo, donde abandonó su papel de trato cordial y respetuoso, para adoptar la imagen que le caracteriza: la del pícaro que entra a las alcobas de las mozas para despertarlas, la de ese personaje que asalta los corrales para llevarse las comida con la que celebrar una posterior merienda con sus danzantes.
Este año, el juicio tuvo un significado especial, ya que Jesús Franco Zapatero, quien ha dado vida al chiborra oficial de Cisneros durante ocho años, se despidió de este papel.
Cisneros ha añadido un nuevo símbolo a su patrimonio con la instalación de la escultura conmemorativa del Danzante, ubicada junto a la iglesia de San Facundo. La escultura, creada por el artista Francisco Gómez, que ha logrado capturar con precisión cada aspecto de la indumentaria tradicional del danzante, desde las cintas y bordados hasta los elementos distintivos del atuendo.
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