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La cuesta de septiembre, empinada para muchos por las vueltas al cole y por tener que apretarse el cinturón tras las vacaciones, se hace aún más ardua cada vez que se sale de casa con el objetivo de hacer la compra. Con el mismo dinero ... que hace un año, se compran muchas menos cosas. Da igual los productos que se escojan, no importa que sean o no de primera necesidad, que sean frescos o no, porque todo está más caro. «Lo malo es que el dinero no se puede estirar, y así andamos», señalaba una clienta en la Plaza de Abastos, mientras compraba medio kilo de anchoas.
'Los precios están disparatados', 'Todo está muy caro' o 'No sé dónde vamos a llegar' son algunas de las exclamaciones que diariamente pueden decir o simplemente pensar los clientes. Y es que los productos se han incrementado mucho con respecto al año pasado, más del 20% en el último año, el doble que el índice general, en básicos imprescindibles de las despensas. Un producto de primera necesidad, como puede ser la leche, ha subido un 26% con respecto a 2021, mientras que el aceite lo ha hecho un 24% y los huevos siguen al alza con el 22%.
Otros habituales del carrito de la compra como los cereales se han encarecido un 21%, mientras que las patatas, las legumbres o las hortalizas frescas lo han hecho sobre un 15%.
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«Lo que más he notado es el aceite, aunque todo ha subido mucho, la verdad, así que ahora se compra mucho menos», afirmaba Loli Amorena, que compraba unas cajas de pastas –que también han incrementado su precio por los cereales– en la Plaza. «Lo que tenían que hacer era subir los sueldos y bajar los impuestos de una vez», añadía, con resignación.
Las frases
Jesús Vega, frutero
Charo Luis, pescadera
Marta Obeso, panadera
Jorge L. De Guevara, carnicero
Aceite, huevos y pan. Eso es lo que, para Pilar Cano, clienta habitual de la Plaza, más se ha incrementado en los últimos meses. «Yo creo que también está mucho más cara la fruta y encima está siempre dura. La tienes una semana en casa y no consigues que madure porque está como congelada», reconocía.
«Es que ha subido todo... Carne, pescado, huevos... todo ha subido, la vida misma está disparada», advierte, por su parte, Josele García, con una barra de pan bajo el brazo. «Se nota que hay menos gente comprando, aunque también es verdad que están muchos puestos cerrados por vacaciones», agregaba.
El incremento continuo en los precios deriva en que los consumidores pierden poder adquisitivo y para muchos ya comienza a ser un lujo poder comprar fruta y otros alimentos básicos. Desde la Unión de Consumidores de Palencia denuncian que, por ejemplo, las empresas compran los plátanos a 0,94 euros/Kg al productor y después los consumidores lo pagan a 3 euros/Kg o incluso más. Y lo mismo ocurre con productos como los ajos, que el precio al llegar al supermercado se ha incrementado en casi un 800%. Otros ejemplos que señalan desde UCE Palencia son las manzanas (al productor se las pagan a 0,42 euros/Kg y se venden al consumidor a 2,61 euros/Kg), cerdo (2,11 euros/Kg – 7,77 euros/Kg) o pescadilla (0,93 euros/Kg – 13,46 euros/Kg).
Según un informe del Banco de España, la facturación de las empresas distribuidoras de este sector se ha incrementado en un 45% y sus beneficios en un 62% en España.
Todo este incremento en los productos diarios y necesarios en todas las familias contrasta con la no actualización de los salarios. Según UGT, Palencia es la provincia de Castilla y León donde menos han crecido los salarios y una de las que más ha sufrido el encarecimiento de la compra, ya que los precios suben nueve veces más que los salarios en la provincia.
«Es inviable que sigan subiendo los precios y los salarios, que están congelados en torno al 1,25% en Palencia, no se actualicen al IPC, que supera el 11%, sobre todo para las casi 28.659 personas trabajadoras que tienen convenios próximos a vencer su vigencia, sin actualizar o aquellos que están decaídos y pendientes de recuperar», afirmaba Gorka López, secretario provincial de UGT.
Desde la carnicería Jorge L. de Guevara señalaban que el incremento con respecto al año pasado ronda entre el 20 y el 25%, con subidas del vacuno, del pollo y del conejo, sobre todo. «Los piensos tienen mucho que ver y el combustible, también, que tienen que ir al matadero y luego traer las piezas aquí, a los puestos. Y las cámaras frigoríficas también han subido mucho el gasto». Aquí no se ha notado el cambio de hábitos de la clientela por el alza de los precios, «siguen vendiéndose primero las piezas más caras».
Los compradores, aunque siguen sorprendiéndose y lamentando este incremento, lo tienen ya asumido porque llevan sufriéndolo demasiado tiempo. «La gente se ha acostumbrado y compra hasta donde llegan. Ahora pueden venir un solo día a comprar en vez de dos», afirmaba Charo Luis, de pescadería Triana, quien reconocía que los precios del pescado se mantenían tras la subida generalizada de mayo o junio. «Ha bajado algo el salmón, que estaba carísimo, pero el calamar se mantiene muy elevado», agregaba.
La caja de coliflores por la que Jesús Vega, de frutería Esther, pagaba 10 euros, ahora le cuesta 18 y contiene las mismas piezas: seis. «La coliflor y el brócoli están ahora más caras porque se han estropeado muchas por el calor», explicaba. Otros productos como la alubia verde o el melocotón también han incrementado su precio al haber menos cosecha por las altas temperaturas, «pero, en general, los precios han estado equilibrados. El paraguayo y la nectarina han bajado, por ejemplo», argumentaba. Otro producto que ha incrementado su precio es la uva de variedad Albillo por el calor y por el gasoil, que el desplazamiento de los alimentos también influye en el resultado final.
«Los costes de producción se incrementan y eso repercute en lo que cuesta el producto», explicaba, por su parte, Marta Obeso de panadería Marta. Ella vende algunos de los alimentos que más han notado este incremento, como puede ser huevos, pan o pastas. «El pan tuvo la última subida el 15 de junio, aunque ya había habido otra en marzo del mismo año», añadía.
«¿Qué cesta de la compra de los 30 euros? Ni que fuera esto Argentina. Si empiezan a controlar los precios, acabaremos peor que Venezuela», protestaba Josele García, en la Plaza de Abastos. «Si se suprime la oferta y la demanda, se va todo a la mierda y volveremos al mercado negro como hace años», agregaba. Se refiere a la propuesta de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de que las grandes superficies preparen una cesta con treinta productos básicos por 30 euros para que los españoles no vean cómo disminuye su poder adquisitivo por las continuas subidas de la cesta de la compra.
Carrefour ha sido el primer supermercado en confeccionar esa cesta, en principio con productos de primera necesidad, para ayudar en los hogares que sufren la inflación. «Hay pan de hamburguesas en ese famoso carro, pero faltan las hamburguesas», se quejaba Josele García.
Por su parte, Beatriz López echaba de menos en esta famosa cesta que tanto está dando que hablar productos de primera necesidad básica. «Creo que faltan muchos alimentos que se necesitan diariamente en las casas, huevos, leche... Creo que esta medida tendrían que potenciarla más supermercados, sobre todo españoles, porque no me parece una mala idea, pero que la lleven a cabo más grandes superficies, sobre todo las de aquí».
Desde la Cámara de Comercio de Palencia advierten de que el control de los precios de los alimentos es una medida ineficaz, que causará el efecto contrario al que se pretende alcanzar. «La medida propuesta por el Gobierno atenta contra uno de los pilares básicos del mercado, que es el libre comercio, cuya competencia es la razón fundamental de la contención de los precios. Promover la compra en las grandes superficies, y a un precio fijado, es una medida de legalidad dudosa, que hará que muchos productores abandonen su actividad al no poder imputar los costes de su actividad, además de dejar en un estado de indefensión total al pequeño comercio», afirman en un comunicado e instan al Gobierno a llevar a cabo la medida más rápida y eficaz: «reducir el IVA en cada uno de los tramos».
La Unión de Consumidores pone como ejemplo a Francia, que ya ha puesto en marcha esta propuesta. «Está teniendo una buena acogida y se ha demostrado que se puede hacer sin problema», aunque allí sí que se incorporó a esa cesta básicos como carne fresca, pescado fresco o huevos. «El riesgo que podría tener esta propuesta es que las grandes distribuidoras alimentarias solo lo apliquen con alimentos con echa de caducidad demasiado cercana», advertían.
«Le faltan muchos productos de primera necesidad a esa cesta y encima la mayoría son alimentos franceses. Así no ayudamos a levantar el país», concluía Beatriz Tejedo.
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