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Los huevos, en agosto el 29,9% más caros que un año antes; la leche, el 24,5% y el aceite, el 22,4%. Son los tres productos que más se han encarecido en la cesta de la compra en Castilla y León según los ... detalles aportados por INE y los tres son alimentos básicos. Con respecto al mes anterior, julio, son la leche (2,4%), la carne de cerdo (1,6%) y el azúcar (1,3%) los que más han subido; y también los tres están en la compra de la generalidad de los ciudadanos. Otra vez los huevos y también la fruta y el pan son algunos de los productos, esenciales otra vez, que muestran distancias más llamativas entre las subidas que marcan en la comunidad y las del conjunto de España: los primeros 7,5 puntos porcentuales más y los otros dos, casi tres puntos.
En definitiva, Castilla y León volvió a ser en agosto la segunda comunidad de España con un IPC anual más alto: el 11,8% frente al 10,5% de media nacional, con el único pequeño respiro de que en julio era el 12%. El mes pasado, la región fue también la cuarta con las subidas salariales recogidas en los convenios colectivos más moderadas: del 2,2% frente al 2,6% de media de todo el país. Los precios, así pues, suben en este momento a un ritmo cinco veces superior al de los sueldos. En concreto, 5,3 veces.
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Desde el punto de vista de la inflación, el capítulo referido a la vivienda, con la electricidad, gas y otros combustibles incluidos en él, sigue siendo el más disparado de los doce del índice general de grupos: el 30,5% de subida anual en agosto en Castilla y León, frente al 24,8% nacional. Por detrás van los alimentos, que con el 14,3% (medio punto más que en todo el país) ya han sobrepasado en subida al transporte, donde se incluyen la gasolina y el diésel, con el 11,5%, en este caso igual que en España.
Las subidas, en cualquier caso, son generalizadas (solo un capítulo, las comunicaciones, escapa a ellas con el -2,2%) y llegan desde los muebles y artículos del hogar, con el 7,6%, lo mismo que los restaurantes y hoteles; hasta el alcohol y tabaco con el 4,5% o el vestido y calzado, con el 3,5%. El ocio y cultura suben el 3,7% y son la sanidad (0,8%) y la enseñanza (0,5%) las que registran alzas más moderadas.
Con ese 11,8% de subida anual, Castilla y León se coloca un mes más como la segunda comunidad más inflacionista de España por detrás de Castilla-La Mancha (12,6%). Todas están por encima del 10% salvo dos: Canarias (9,8%) y Madrid (9,5%). Dentro de la región, el aumento de los precios también es mayor que la media del país en todas las provincias menos Salamanca, donde es igual (10,5%). León está a la cabeza (13,1%) de las subidas, seguida de Ávila (12,5%). Valladolid y Segovia replican la tasa autonómica (11,8%) y Palencia marca el 11,1%.
Desde la patronal CEOE Castilla y León consideran que la comunidad está mostrando incrementos de precios más acusados que la media del país en muchos capítulos debido a que siempre ha tenido precios más bajos que la mayoría de autonomías. Ante el encarecimiento casi vertical que experimentan capítulos como la energía, las materias primas o simplemente el abastecimiento de todo tipo de suministros, las empresas y más aún las más pequeñas se ven imposibilitadas para mantener ese nivel inferior de precios, lo que provoca que las subidas sean más pronunciadas.
11,8% es el incremento anual del IPC en agosto en Castilla y León, más de un punto superior a la media de todo el país
Desde el punto de vista de los salarios, solo Aragón (1,7%), Castilla-La Mancha (2%) y Murcia (2,1%) tienen incrementos de sueldos pactadas en convenio menores que Castilla y León, donde al cierre de agosto los acuerdos negociados en este año o en años anteriores pero vigentes en 2022 registran un incremento del 2,2%. La media nacional es del 2,6% y de la tabla autonómica son Navarra (4,5%) y el País Vasco (5%) las que registran las subidas más acusadas.
Dos provincias de la comunidad arrojan las tasas de subida más pobres: Palencia (1,2%) y Burgos (1,4%). Ni Soria (1,7%) ni Valladolid (1,8%) llegan a la tasa autonómica y las mejor paradas son León (4,7%) y Segovia (3,2%). Si en el conjunto de la comunidad los precios suben cinco veces más que los salarios, en Valladolid lo hacen 6,5 veces y en Palencia, diez.
Este contenido incremento salarial pactado en los acuerdos laborales tanto de empresa como sectoriales, afecta en Castilla y León a 226 convenios vigentes en 29.557 empresas que emplean a 207.669 trabajadores.
Y si devastador para el bolsillo es ver cómo se produce este desequilibrio entre inflación y alzas salariales con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo, la situación es aún menos halagüeña para los 175.000 trabajadores que, según cálculos de CC OO, deberían haber visto a estas alturas renovados sus convenios de sector pero que no ha sido así porque las negociaciones están enquistadas. Los sindicatos censuran a la patronal que los trabajadores son los que más están sufriendo los efectos de esta crisis ya que, argumentan, los empresarios sí repercuten en sus productos todo el incremento de las materias primas y de la energía.
Tanto Comisiones como UGT advierten de que la pérdida de capacidad de compra terminará por impactar en el consumo interno, en la economía y en el empleo de la comunidad, y se volverá en contra de las propias empresas. Los sindicatos aseguran que «CEOE Castilla y León no está firmando ni un solo acuerdo con subida salarial justa» y avisan de que viene un otoño de conflictos laborales, huelgas y protestas callejeras.
Mientras, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) defiende que es necesario «evitar un escenario en el que los aumentos de los precios y salarios se retroalimenten entre sí» para no producir efectos de segunda ronda que lleven a la economía española a una espiral inflacionista sin fin.
La patronal niega que las empresas se estén beneficiando de la situación y señala que el encarecimiento de los productos energéticos continúa siendo el principal culpable. Lo ejemplifica, asegura, el hecho de que la inflación subyacente esté más de cuatro puntos por debajo del IPC general, lo que refleja «el esfuerzo del tejido productivo, en una situación todavía muy delicada para muchos sectores, para no repercutir todo el aumento de costes en sus precios finales de bienes y servicios».
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