Cuarenta años en Mozambique. Cuatro décadas ayudando a los demás a casi 8.000 kilómetros de los suyos. «Al principio, cuando llegué, estábamos en guerra y allí trabajé en la pastoral para animar a los cristianos a vivir los valores, sobre todo el del perdón, ... que estaban en guerra. Llevábamos guía del gobierno para pasar de un sitio a otro y para el control de las tropas», afirmó la misionera palentina Teresa Suances, de la congregación Amor de Dios.
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Su labor, más allá de la evangelización, se ha centrado en la enseñanza, en formar a los niños y jóvenes portugueses, para tratar de que tengan un futuro y puedan aprovechar sus propios recursos naturales. «Estuve de profesora de Biología en una escuela que fue creciendo, ahí estuve veinte años», rememora la religiosa palentina. Las clases estaban apiñadas y había tantos alumnos, que muchos estaban sentados en el suelo. Suances daba clase a los estudiantes de Secundaria, desde la Séptima hasta la Décima, entre los 13 y los 16 años. «Aunque había de todas las edades en las aulas», señalaba. «Fue una época muy bonita porque tenían mucha confianza conmigo tanto los profesores como los alumnos, que acudían a mí si tenían problemas», agregó. La escuela gozó de varios turnos y se llegó hasta los 6.000 alumnos.
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Esther Bengoechea
Posteriormente estuvo en otro colegio de Formación Profesional. Los alumnos de aquella zona dejaban de estudiar muy jóvenes, para dedicarse a trabajar el campo y la agricultura, que era lo que imperaba en la zona. «Ahí creamos una escuela de Agropecuaria. Era elemental al principio y así volvían a sus casas con conocimiento de agricultura y animales», afirmaba, a la vez que recordaba cómo los alumnos iban cada tres meses a casa de los profesores para practicar todo lo que habían aprendido.
Esta escuela elemental pasó a nivel medio tras la visita del gobernador y la explicación de la hermana Teresa Suances de todo lo que llevaban a cabo con los alumnos y cómo era una escuela que estaba en crecimiento y podía ir a más. «Presenté las necesidades y vio todos los terrenos y los campos. Lo aceptó y nos mandó los profesores», recordaba con orgullo la misionera palentina.
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Desde marzo se encuentra en España porque tuvo desprendimiento de retina, por las condiciones de los desplazamientos en los caminos de allí, en los dos ojos. «Viajé en motocicleta por condiciones muy malas y eso me dañó los ojos» aseguró. Tras varias operaciones y haber perdido casi por copleto la vista de un ojo, ya reside permanentemente en Zamora.
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