El reloj de la iglesia de San Martín de Tours marcaba las 11:45 horas en el pequeño pueblo palentino de Cevico de la Torre y Áureo López, de 88 años, se convirtió en ese preciso instante en el primer castellano y leonés en vacunarse contra la covid-19 ... . «Casi no hemos notado el 'pinchazo'», afirmaba este labrador jubilado poco después de que le administraran una vacuna que fue recibida entre vítores por varios vecinos del pueblo, congregados tras el cordón de la Guardia Civil para contemplar 'in situ' lo que calificaron como «la noticia del año».
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Entre esos vecinos felices por la llegada del remedio de Pfizer contra el coronavirus se encontraba Victorino Nieto Lerma, quien acudió a contemplar «un hecho histórico» que cree que le va a permitir abrazar pronto a su madre, Gertrudis Lerma, de 92 años, que fue una de los 82 usuarios y 40 trabajadores de la Residencia Santa Eugenia de Cevico de la Torre que ayer estrenaron la ansiada vacuna en Castilla y León. «Mi madre nos ha dicho que se la iba poner porque no se quiere morir sin disfrutar otra vez de una vida normal», apuntó Victorino, quien señaló que las restricciones a las visitas han sido «duras y necesarias», tanto para los que están dentro de los muros de la residencia como para los que están fuera.
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Los residentes llevan desde el 12 de marzo sin salir a la calle. Los trabajadores han extremado las precauciones desde el inicio de la pandemia para que el virus no atravesara el umbral de la puerta del centro, que, pese a tener la entrada de personal externo restringida, ayer recibió una visita que se esperaba con anhelo por algunos y con cierto temor por otros. «Llevamos muchos meses encerrados, pero yo sí que tenía un poco de miedo a ponerme la vacuna», reconocía Ana Casasola, una de las residentes que se vacunaron ayer.
El viaje de la vacuna hacia Cevico de la Torre se inició desde Guadalajara a las 7:30 horas. El transportista que portaba las 690 dosis de este primer envío entró en la provincia de Palencia a las 8:45 horas, donde una patrulla de la Guardia Civil le custodió hasta la Delegación Territorial de la Junta en Palencia. A las 10:30 horas, las dosis salieron para la residencia de Cevico de la Torre en un taxi, custodiado en esta ocasión por hasta tres patrullas de la Guardia Civil. Y por fin, a las 11:08 horas, aconteció el momento más esperado: el de la llegada de las dosis a la residencia.
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Las emociones estaban a flor de piel. Mucho se había sufrido en esta residencia para mantener alejada a la covid 290 días después de que los mayores dejaran de salir a la calle. Se vieron algunas lágrimas de emoción y se pudieron observar imágenes que lo decían todo: como el cariñoso abrazo que se dieron la supervisora, Mari Bilbao, y el residente de 84 años Eliseo Pinedo. En ese gesto cariñoso había toda una historia detrás. Eliseo enfermó gravemente durante la primera ola por causas ajenas a la covid, pero la supervisora se negó a llevarle al hospital y la propia responsable del centro se encargó, junto a su equipo, de sus cuidados, incluso recluyéndose en la residencia. «Me quedé 50 días viviendo aquí porque sentía que Eliseo y otros muchos abuelos necesitaban que estuviera», afirmó Mari Bilbao, que cree que la decisión de no llevar al hospital a este hombre fue acertada. «Se decidió no ingresarle y gracias a eso sigue aquí», explicó la supervisora, que fue la segunda en ponerse la vacuna y anima a toda la sociedad a hacer lo mismo. «Para acabar con esto solo nos piden un 'pinchazo'», enfatizó.
La alegría que se respiraba en Cevico de la Torre pronto fue compartida por el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que señaló que lo acontecido ayer en este pequeño pueblo palentino «refleja la esperanza de toda la sociedad en la victoria sobre el virus», afirmó el presidente en la red social Twitter, donde también reclamó mesura. «No bajemos la guardia. Sigamos siendo prudentes», puntualizó en un día en el que este pequeño pueblo de Palencia acaparó todas las miradas de la comunidad, que ve por fin la luz al final del túnel de la pandemia. «Esperábamos hace tiempo un remedio y ya lo tenemos aquí», afirmó Mari Bilbao.
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