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«Es un orgullo para mí que me hayan elegido como el primero. Estoy decidido a ponerme la vacuna desde que escuché hablar de ella». Con esta rotundidad se expresa Áureo López, un trabajador del campo jubilado, de 88 años, que hoy se ha convertido ... en el primer ciudadano de Castilla y León en ponerse la vacuna contra la covid-19.
El entusiasmo con el que habla este usuario de la residencia Santa Eugenia de Cevico de la Torre se debe a que cree que la vacunación, que hoy se ha puesto en marcha Castilla y León en este centro palentino, permitirá a sus 82 usuarios y 40 trabajadores recuperar las vidas que abandonaron el 12 de marzo, cuando los residentes dejaron de salir a la calle para evitar contagios. «Yo todavía me defiendo solo y el día antes de que nos privaran de salir estuve andando alrededor de siete kilómetros. Estar acostumbrado a caminar tanto y parar de golpe ha sido un freno para mis piernas. Así que seguro que me va a resultar complicado ponerme al día otra vez», reconoce Áureo López.
Las noticias de la llegada de la vacuna
Antonio G. Encinas
Antonio G. Encinas
Las estrictas medidas adoptadas por el centro han permitido que la residencia se mantenga libre de covid 290 días después de que los residentes dejasen de salir a la calle y ahora, con la llegada de la vacuna, este hombre, natural de Alba de Cerrato, sueña con volver a disfrutar de la libertad que tenía antes de la irrupción de la pandemia. «Hemos podido dar algún paseo por el patio, pero ha habido días de mucha privación. Nos han dicho que estuviéramos quietos y lo hemos respetado. Hemos obedecido lo que nos han dicho», asegura.
Desde aquel lejano año de 1932 en el que nació, Áureo recuerda haberse enfrentado a infinidad de vicisitudes y no tiene muy claro que esta sea la más complicada de todas ellas. «Cuando estalló la Guerra Civil yo era muy niño, pero la posguerra me ha tocado vivirla. En esa época no teníamos nada. No comíamos ni el pan que queríamos. Ahora estamos viviendo un momento complicado, con un gran problema de salud que ha matado a cantidad de gente, pero comemos lo que queremos», sentencia este hombre, que afirma haber superado los obstáculos de la vida con una única receta: trabajo. «Siempre he sido agricultor por cuenta ajena. Yo no tengo nada. He sido un humilde obrero toda mi vida», resalta con orgullo.
Y después de toda una vida desempeñando un duro oficio, Áureo López proclama sentirse muy feliz en su retiro en la residencia de Cevico de la Torre, donde afirma tener una vida cómoda, que solo ha visto peligrar por una pandemia que espera acabe con la vacuna. «No tengo ningún miedo al 'picotazo'. Lo tengo asumido desde hace mucho tiempo», incidía un día antes de vacunarse, cuando hizo un llamamiento a todos los escépticos que dudan si vacunarse o no. «Yo diría a la gente que se anime a ponerse la vacuna. No sé el resultado, pero sí que aconsejaría que fuésemos todos a una. Los profesionales han probado que es eficaz y tenemos que vacunarnos todos por el bien de todos», sentencia.
Los usuarios y el personal de la residencia de Cevico de la Torre han recibido hoy la primera dosis y el 17 de enero la segunda, y Mari Bilbao, la supervisora del centro, fue la segunda persona de Castilla y León en ponérsela. «Alguien tiene que ser el primero y esto no es una opción. Hay que vacunarse. Por eso estamos todos dispuestos a poner el brazo para que nos vacunen», explica la responsable de una residencia en la que 40 de sus 47 trabajadores se han vacunado hoy. «Las únicas que nos se van a vacunar son las que están de baja», agrega.
La supervisora del centro se encuentra feliz por el hecho de que la residencia en la que trabaja abra la vacunación en Castilla y León, aunque es consciente de que aún queda mucho tiempo para recuperar la normalidad. «Yo tengo confianza en que esto va a funcionar, pero hasta que se vacune todo el mundo va a costar. A lo mejor no tenemos vida normal hasta dentro de un año, pero al menos así los abuelos van a poder salir a dar un paseo y nosotros podremos vivir sin el miedo de llevar el virus a la residencia», explica Bilbao, que admite que ha habido miembros del personal que han tenido dudas. «Algunas trabajadoras se lo han pensado mucho porque tenían miedo, pero la gente quiere vivir y esta es la única manera que tenemos de recuperar nuestra vida», concluye.
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