Los últimos palentinos que disfrutaban –los primeros días, antes de que se agravase la crisis del coronavirus– de los viajes del Imserso ya están en casa. Ya están en Palencia. Por fin están de vuelta. Pero volver hasta el calor del hogar ha sido una odisea. La mayoría de las excursiones –desde Lloret de Mar, Gandía o Benidorm– han adelantado la vuelta. Ya fuera en tren, en autocares o incluso en vehículos particulares, ya están en Palencia.
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«Estábamos encerrados en las habitación porque teníamos miedo. Teníamos terror», afirma Esther Sebastián, que viajó hasta Benidorm, junto a su esposo, José Miguel Alonso, el pasado 4 de marzo para disfrutar de unos días de vacaciones. «No sabíamos nada, nadie nos informaba de nada. De verdad que lo hemos pasado muy mal, ha sido muy duro», añade la palentina, que llegó la madrugada del lunes, a las 4:30 horas, a Palencia, dos días antes de lo previsto.
«Comíamos todos juntos, sin medidas de seguridad ni nada», señala. Hasta el viernes hubo baile en el Hotel Poseidón, tras la cena. El sábado ya se suprimió. «Nos dijeron que salíamos para Palencia a las tres de la tarde del domingo y no lo hicimos hasta casi las siete. Nos echaron del salón del hotel. Estuvimos tres horas en calle pasando frío. La guía fue muy amable todo el tiempo, pero en el hotel no se portaron demasiado bien», agrega, aún con el susto en el cuerpo. Y finalmente, con un conductor que aceptó trabajar estando de descanso, llegaron a la capital del Carrión. Fue un viaje incómodo, con el autocar completamente lleno y un aseo muy pequeño. Pero por fin estaban en casa.
Teresa Medina y Vicente Chacón no esperaron a que se organizase un viaje en autocar en Lloret de Mar. Hicieron la maleta en menos de una hora. Caminaron 500 metros desde el hotel Costa Encantada y tuvieron la suerte de conseguir el último coche de alquiler disponible. Fue doble suerte porque la oficina estaba abierta de milagro, esperaba a un cliente. Después cerró. Así consiguieron el último coche disponible para volver a Dueñas, adelantando dos días la vuelta. «También barajamos la opción de buscar un tren, pero eso significaba tener que desplazarnos hasta Barcelona y compartir vagón», señala Teresa Medina, desde su casa de Dueñas, donde llegó el sábado por la tarde. El resto de la excursión del Imserso llegó finalmente el domingo a Palencia, después de que adelantasen su viaje un día y variasen el Alvia por un autocar. Ellos decidieron adelantarse a todo porque nadie les garantizaba viaje y Vicente padece una enfermedad pulmonar crónica.
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Nuria Estalayo / JOsé carlos diez / luis antonio curiel
Todo comenzó a complicarse el viernes, cuando les impidieron entrar en la catedral de Gerona. Más tarde se enteraron de que se cancelaban todas las excursiones y de que les aconsejaban permanecer en el hotel. A primera hora del sábado, les llamó su hija, que –muy nerviosa– les planteaba alternativas para que volviesen, barajando incluso ir a buscarles junto con su hermano.
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Los paneles de información del hotel ya aconsejaban no salir de las habitaciones y afirmaban estar buscando soluciones. «Pero el mismo viernes estuvimos todos juntos cenando en el comedor. Es cierto que ponía que nos lavásemos las manos, pero nada más», concluye Medina, que adelantó la vuelta por la enfermedad de su esposo y el miedo al contagio.
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