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Lleva sin beber cuatro años y medio. «Es lo más importante que he hecho, dejar el alcohol. Ahora sí que estoy plena, antes no tenía más vida», reconoce con orgullo la palentina Raquel Díez de la Cal. Comenzó con trece años, con los amigos y con los botellones. «Mi vergüenza era mi timidez, yo no tenía problemas, solo era eso. Y al final me gustaba el efecto, cómo me sentía porque yo estaba más desinhibida, todo el mundo se reía conmigo, era muy divertida y así comencé a beber y beber. Lo que comenzó los fines de semana, siguió los días de diario porque había quedado con alguien y me daba vergüenza, así que bebía para perder esa timidez. Y ya lo necesitaba todo el tiempo», relata. «Así he estado durante 20 años, que necesitaba beber desde que me levantaba hasta que me acostaba», agrega.
Lo hacía en casa, a escondidas; en el trabajo, también a escondidas... en todos los sitios, hasta 25 cervezas al día. «Yo veía un problema, pero no le daba la importancia que tenía. Y me planteaba todo el día cómo iba a beber, dónde iba a esconder la bebida. No tenía más vida que esa. Yo creía que lo estaba ocultando, pero no. El que era mi pareja, lo sabía, en el trabajo también, es que estaba borracha todo el día, lo sabía todo el mundo», narra Raquel Díez de la Cal, quien reconoce que no era capaz de maquillarse de lo que le temblaba el pulso.
Hasta que su jefa la llamó al despacho y le dijo que estaba al corriente de todo. «Quiero que te cures, me explicó. No te voy a echar, aunque tenga motivos. Cógete la baja como una enfermedad, porque es lo que es, y vuelve recuperada». Se acuerda mucho de aquella conversación, clave para dar el primer paso para su rehabilitación, y siente mucha gratitud y aprecio por su jefa, quien le tendió la mano en vez de darle un portazo.
Fue al médico y, esta vez sí, le contó todo. En otras ocasiones en la consulta, con las transaminasas disparadas en los análisis de sangre por el exceso de alcohol, se había escudado en que bebía un poco más de la cuenta porque tenía problemas. «Me derivaron al psiquiatra, yo necesitaba un tratamiento y lo tuve», argumenta. Allí le recomendaron, además, que fuera a ARPA, a la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Palencia, que atiende y apoya a 400 usuarios, entre alcohólicos y familiares. Acudió con su pareja, que también quería que fuera. «Fue mi mayor apoyo, más que mis padres porque mi padre también fue alcohólico y es que es genético. No tienes por qué serlo, pero yo lo vi cada día y lo normalicé desde pequeña», advierte.
«Lo más difícil es mentalizarte de que es para toda la vida. Cuando entras por ARPA es lo primero que te dicen, que es para siempre, que ya no puedes beber nada», afirma. «Crees que puedes dejar de beber una temporada y volver, y no. De hecho, no puedes beber ni cerveza sin alcohol, porque puedes recaer», admite Raquel.
Ya puede entrar con normalidad en un bar, pero al principio, no. Tras dejar el alcohol, vuelve la primera vez de muchas cosas. «Una Navidad sin beber, una comida sin beber, un cumpleaños sin beber... Yo hacía una retirada a tiempo, iba a comer en las celebraciones y luego me iba, cuando veía que ya no estaba cómoda. Ahora ya lo hago, ya tengo las herramientas suficientes, ya me quedo hasta el final», admite.
Continúa vinculada a ARPA, tanto que actualmente forma parte de la junta directiva de la asociación. «Para mí es todo un orgullo», reconoce sin dejar de sonreír. «Sigo porque necesito seguir viniendo y todavía veo a gente contar sus vivencias. Además, también cuento lo que me pasó y estoy ayudando, tal y como me ayudaron a mí», sentencia.
Y en pandemia, hasta escribió un libro de relatos con otras usuarias de ARPA y bajo la dirección de Angélica Pastor, la trabajadora social de la asociación. Con el título 'Tenemos algo que contarte' y el apoyo económico de la Diputación, las protagonistas fueron capaces de narrar sus propios miedos tras haberse rehabilitado. Comenzó con un taller con el escritor Paz Padilla Osinaga en pandemia (que se extendió nueve meses) y concluyó con Raquel y otra autora promocionando el libro por la provincia. «¡Y hasta firmándolo! Es lo más importante que he hecho en mi vida después de beber. Yo, que lo más que había escrito antes era la lista de la compra», sentencia. La obra también cuenta con ilustraciones de los alumnos de la Escuela de Arte y con la portada del dibujante palentino Félix Ruiz.
Este miércoles se conmemora el Día sin Alcohol y ARPA acudirá al campus con una mesa informativa, un manifiesto, a las 12 horas, y una chocolatada para acercarse a los jóvenes, que cada vez llegan antes a la bebida.
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