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Soy una fruta de oro/ ácida y dulce,/ fría y ardiente./ Revoloteas/ como una mariposa/ con un alfiler grande/ atravesado el cuerpo./ ¡En el arranque de la nuca/ la aguja fría del deseo!'. El erotismo que desprendía la lírica de la poeta zamorana Margarita Ferreras Lorenzo (Alcañices, 26 de febrero de 1900-Palencia, 19 de noviembre de 1964) y su retórica sin tapujos de la que hacía gala en los círculos sociales y artísticos del Madrid del primer tercio del siglo XX sacudieron los cánones preestablecidos de la época y las mentes convencionales de no pocos de sus contemporáneos.
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Jose Rojo
Hija única de Abelisa, natural de Canfranc (Huesca), y de Francisco, oriundo de Alcañices e interventor de Hacienda en la provincia de Palencia, Margarita, con cinco años, y su madre se trasladaron a Madrid tras el fallecimiento del padre, dado que en la capital española residían los únicos miembros de su familia paterna. Su tío José Ferreras fue un relevante periodista, abogado y político del Partido Constitucional.
La zamorana se ennovió con el escritor Álvaro Retama, quien le brindó una dedicatoria en su novela 'Ninfas y sátiros' (1918), primera referencia sobre esta joven que comenzó a participar activamente en el prolífico ambiente cultural e intelectual madrileño más selecto. Alumna de la Residencia de Señoritas de Madrid, dirigida por María de Maeztu, y asidua del Lyceum Club Femenino y del Ateneo de Madrid, acostumbraba a acudir a recitales poéticos, encuentros literarios en domicilios privados, homenajes a escritores célebres,..., por lo que sus apariciones en la prensa de entonces eran frecuentes. Tras su primer amor con Retama, tuvo un romance con el infante Fernando de Baviera, primo del rey Alfonso XIII, y, entre sus amigos y conocidos, figuraban el matrimonio formado por Concha Méndez y Manuel Altolaguirre, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Maruja Mallo, Benjamín Jarnés, Francisco Ayala, Miguel de Unamuno, Azorín y Valle-Inclán, entre otros.
Con una sola obra publicada, 'Pez en la tierra' (1932, Imprenta de Concha Méndez y Manuel Altolaguirre), de 28 poemas, cargada de sensualidad y, también, de angustia vital y consideradapor sus coetáneos como «un gran libro de versos», Ferreras, miembro indiscutible e indispensable de la denominada Edad de Plata de las Ciencias y Letras Españolas de la Generación del 27, ocupa hoy un merecido lugar en el caleidoscopio literario español tras haber sido rescatada del más absoluto ostracismo al que le abocaron la Guerra Civil y la dictadura franquista, su arrolladora y desbocada personalidad, su atribulada vida social y económica y su enfermedad mental. El padecimiento de este trastorno motivó, en contra de su voluntad, su ingreso en un sanatorio, donde le diagnosticaron psicosis exógena, y, tras algunos años en los que se le pierde la pista, un registro de la Junta Provincial de Beneficencia de Zamora fechado en 1964 atestigua su estancia en esta institución.
Posteriormente, Margarita Ferreras fue internada en lo que hoy se conoce como Complejo Hospitalario de San Luis de Palencia, donde falleció el 19 de noviembre de ese mismo año. Al día siguiente, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Nuestra Señora de los Ángeles de la capital palentina, aunque su tumba ha permanecido desamparada, al igual que sus últimos años de vida, hasta que fue descubierta el 28 de junio de 2023. A raíz de este hallazgo, el 18 de noviembre del año pasado se celebró el primer homenaje en Palencia a esta integrante de la Generación del 27 y el pasado 14 de marzo el Área de Educación de la UPP (Universidad Popular de Palencia) le rindió otro tributo a los pies de su lápida con una ofrenda floral y en la Fundación Díaz-Caneja, donde la escritora Esperanza Ortega habló del poemario 'Pez en la tierra' y de sus reminiscencias surrealistas.
Margarita Ferreras fue una mujer adelantada a su tiempo, amada y odiada a partes iguales y con más sombras que luces en su vida, pero férrea en su pensamiento libre: 'Ni argolla ni dogal/ quiero ser en amor./ Prefiero seguir la lección de la rosa./ Si una mano me hiere/ le daré mi aroma', escribió. Su voz, amordazada, ha sido restituida en la era en que una personalidad arrolladora, exenta de prejuicios y abanderada de una poesía que exuda puro deseo habría sido más comprendida, reconocida y admirada.
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