Todo quedó en una falsa alarma, aunque alarma al fin al cabo. Los vecinos de la avenida Cardenal Cisneros vivieron con angustia el traslado de la pareja que temía haber contraído el coronavirus a su regreso de un viaje por Corea del Sur. La ... llegada de dos ambulancias a la calle en la madrugada del jueves hizo que los primeros curiosos se mostraran interesados por ver qué es lo que pasaba y las dudas se despejaron cuando el personal sanitario bajó del vehículo. El llamativo traje de protección amarillo y las mascarillas dejaban claro que detrás del suceso había un posible caso de coronavirus y varios vídeos corrieron por las redes sociales a toda velocidad. «Bienvenido a Palencia», apuntaba con sorna un tuitero en una mención al perfil humorístico @CoronaVid19, pero los vecinos no estaban para bromas. «Hemos pasado mucho miedo, incluso un poco de angustia hasta que se ha confirmado que el resultado era negativo», afirmaba una vecina del bloque desde el que fue trasladada al hospital la pareja que sospechaba estar contagiada.
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Más sobre el coronavirus en Palencia
La psicosis fue tal que la comunidad de vecinos colgó unos carteles en el interior del edificio en los que se podía leer lo siguiente: «se ha ordenado la desinfectación de las cabinas de los ascensores, del portal y de las plantas de la comunidad. Se recomienda a usuarios y propietarios mantengan limpieza de manos». Este llamamiento no ayudó a que se mantuviera la calma, aunque Laura, una vecina de 90 años del portal aseguró que ver eso en la pared del portal no le supuso ningún sobresalto, pese a que los efectos del coronavirus se agravan en los pacientes de más edad. «Si tiene que coger a alguien, que me coja a mí, que yo ya soy mayor y he vivido mucho», apuntaba esta nonagenaria mientras su hija aseguraba que esta crisis sanitaria no le quita el sueño. «No soy una persona alarmista. No tengo problemas de ningún tipo y si lo tengo voy a poder con él», explicaba la hija de Laura con la misma naturalidad que su madre.
El viernes eran mayoría los que aseguraban en la calle que no tenían ningún miedo a esta nueva enfermedad, aunque desde la farmacia de la avenida Cardenal Cisneros aseguran que han notado un aumento notable de la venta de mascarillas. No obstante, ese desabastecimiento del que se habla a nivel mundial no ha llegado a este establecimiento, en el que se vendían mascarillas de dos tipos: unas sencillas a un precio de 4,95 euros y otras, con filtro, a 10 euros. «Sí que es verdad que ha subido el precio», reconocían en la farmacia de la calle en la que más se ha repetido la palabra coronavirus en los últimos días. Y es que precisamente en Cardenal Cisneros se encuentra el bar Cantábrico, que estuvo cerrado catorce días durante la cuarentena que pasó en su casa su propietario, el chino Julito, que estuvo aislado con su familia tras volver de pasar el Año Nuevo en el país asiático.
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Julito no se mantuvo ajeno al caso que protagonizaron sus vecinos de calle y aseguró que espera que pronto se pase esta psicosis. «Esto no es bueno para nadie», reconocía el hostelero, un poco cansado ya de escuchar la dichosa palabra coronavirus, que lleva una semana pronunciándose hasta la extenuación en el barrio del Campo de la Juventud.
Donde tampoco se han librado de estas conversaciones es en el bar ubicado junto al portal de los dos trasladados. El propietario del local reconoció que este tema es el más recurrente y que el fútbol y la política han pasado un segundo plano como tema de conversación en su negocio. No obstante apuntó que existen otros temas que interesan mucho más tanto a él como a sus clientes que esta crisis sanitaria mundial. «Aquí nos preocupamos de temas más importantes, como de llegar a final de mes. Bobadas como estas no nos quitan el sueño. Con las cosas que hemos pasado, esto da como tema de conversación, pero poco más», explicó el hostelero.
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Mientras unos tachaban de 'bobada' este tema y otros se mostraban francamente preocupados, un nuevo cartel junto al ascensor daba la mejor de las noticias a los vecinos de los afectados. «El resultado de las pruebas de coronavirus realizadas a los vecinos de esta comunidad es negativo. Lo que se comunica para tranquilidad de todos», rezaba el escrito firmado por el presidente de la comunidad, que fue un alivio para unos y otros. Y es que este caso demostró que la hipocondría y la indiferencia pueden convivir en la misma calle, al menos cuando los resultados de las analíticas practicadas son negativos.
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