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Cuesta imaginar un comienzo de feria peor que el que se ha vivido este viernes en la Plaza de Toros de Campos Góticos, en la que no hubo toros, pero hubo cornada. Y es que, la falta de fuerza de las reses fue ... todo un problema para los diestros, que trataron de anteponerse a las numerosas adversidades que les plantearon sus rivales, y ese afán por agradar acabó con Paco Ureña en la enfermería, con una cornada en la cara interna del muslo con dos trayectorias: una ascendente de unos 25 centímetros y otra inferior de unos cinco centímetros.
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Una hora y media estuvieron operando al diestro en la plaza y una vez finalizada la intervención fue trasladado al Complejo Asistencial de Palencia, donde se valoró el alcance de las heridas que, al parecer, afectaron a pequeños vasos y no a grandes arterias, pese al abundante reguero de sangre que brotó de la herida para dejar helados a los espectadores.
La cogida a Ureña en el segundo de la tarde rompió la corrida y lo que debería haber sido una fiesta tornó en desasosiego por el estado de un torero marcado por la tragedia. Y es que, el de Lorca hace solo un año y dos semanas perdió la visión del ojo izquierdo tras sufrir una cornada en la plaza de Albacete.
«Las broncas se las lleva el viento y las cornadas se las queda uno». Eso decía Rafael El Gallo a finales del siglo XIX, pero no son pocos los toreros que están dispuestos a poner en riesgo su vida con tal de llevarse el cariño de una plaza, y eso es lo que pasó ayer en la segunda faena de la tarde. Ureña llegó a Palencia con la puerta grande como objetivo y la buscó desde que cogió la muleta. Una buena tanda de derechazos rematada con un pase de pecho presagiaban un espectáculo más que digno, pese a que el toro estaba justo de fuerzas. Hasta tres veces se cayó frente a la muleta y Ureña se resistía a poner fin a su faena. El torero murciano cuajó una hermosa serie con la izquierda, bajó la mano y obligó a su rival a humillar, pero fue con la derecha con la que recibió más aplausos. Ante la ovación, el matador quiso regalar al respetable una nueva tanda de su arte. Y en ese instante se pasó del aplauso a la consternación.
Tras el percance, fue Diego Urdiales el que tuvo que poner fin a la vida de 'Espabilado', que así se llamaba el astado de la ganadería Antonio Bañuelos que mandó a la enfermería al esforzado Ureña. Una certera estocada sirvió para que el toro, de 507 kilos, cayese al albero a manos de un Urdiales que ya demostró sus dotes con el estoque con el toro que abrió la feria.
El primero de la tarde, de 511 kilos y llamado 'Bienvestido', hacía honor a su nombre. Era un negro chorreado bien presentado, pero esa buena presencia no estuvo acompañada de brío. Las apariencias engañaron y Diego Urdiales tuvo complicaciones para poderlo lidiar. Desde su salida, 'Bienvestido' se mostró reservón e hizo complicada la lidia a un experimentado Urdiales, que ha visto de todo en su dilatada carrera, esa que tanto prometía cuando tomó la alternativa en la localidad francesa de Dax hace exactamente 20 años y dos semanas. La estocada no fue mortal en primera instancia y el riojano tuvo que usar el descabello para acabar la faena y los pañuelos mostrados por el público no fueron suficientes para que el presidente concediera una oreja. No obstante, la presidencia estuvo mucho más generosa en el segundo del lote de Urdiales y concedió una oreja tras una faena aseada que acabó con una buena estocada.
La baja de Paco Ureña obligó a Toñete a dar muerte a tres astados. El primero de ellos y tercero de la tarde fue, con diferencia, el peor de los que salieron ayer al albero de Campos Góticos. El joven de 22 años hizo lo que pudo, pero sus ganas no fueron suficientes para llevarse premio. No obstante, sí encontró fruto a su esfuerzo gracias a su faena al quinto, el que correspondía a un Ureña que en ese momento estaba siendo intervenido en la plaza.
Toñete –cuyo padre es Antonio Catalán, fundador de la cadena hotelera NH, primero, y de AC Hotels by Marriott, después– lleva años peleando por quitarse el sambenito de 'hijo de', para que se le empiece a tratar como lo que es, como a un torero, y ayer demostró que lo es. Comenzó la faena flexionando las rodillas, haciendo bajar la cara a su rival, que respondió de forma intermitente a sus requerimientos. El toro iba rematadamente mal por el pitón izquierdo, así que Toñete exprimió el derecho para sacar varias tandas lo suficientemente dignas para que el público pidiese la oreja, pese a que mató a la segunda. El presidente concedió el premio a regañadientes, algo que no sucedió con el último de la tarde, al que Toñete también sacó algún pase y mató a la segunda, pero las peñas tenían prisa por llegar al pregón, se fueron de la plaza en el momento en el que el toro dobló y pusieron las cosas fáciles a la presidencia, que no tuvo que plantearse si conceder un trofeo un tanto inflado, como sucedió en el cuarto y quinto de la tarde.
Después de haber visto dos faenas que cortaron dos orejas a regañadientes y con el mal cuerpo de haber vivido una cornada espeluznante. De esta manera salió este viernes el público de Campos Góticos, que llenó solo un tercio de la plaza en un estreno de feria para olvidar. No obstante, los toros de Montalvo que lidiarán Enrique Ponce, Ginés Marín y Luis David Adame en la tarde de hoy presagian que el mal trago puede pasar rápido. La feria taurina continúa y hoy es un día grande.
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