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«Qué desfachatez que el lema del Canal de Castilla sea que es vida, espero que lo cambien», clama con indignación Marga Arroyo, la madre de Ibai, uno de los seis fallecidos el 11 de agosto de 2012 al caer al agua el coche en el que viajaban en el puente de Naveros ... de Pisuerga. «Para mí el Canal de Castilla es muerte, y no quiero que lo sea para nadie más, porque ya ese punto acumula catorce víctimas mortales entre las ocurridas hace 40 años, hace 25 y hace 10, una de ellas mi hijo», expresa con rabia.
Recuerda que ha luchado mucho durante este tiempo «para que se hiciera un puente nuevo, nada más, un puente que evitara más desgracias, pero han unido la seguridad a la conservación del patrimonio y no se ha hecho nada, nada, nadie ha hecho nada», critica.
Recuerda Marga Arroyo que el 14 de abril de 2021 acudió al lugar donde murió su hijo y otras cinco personas –su prima Marta, que conducía, y su hija Irati, otra amiga y tres jóvenes más amigos de los hijos y conocidos del pueblo– y que asistió de alguna manera consolada al ver el proyecto que presentaban entonces el Gobierno central y la Diputación de Palencia. El plan pretendía recuperar el conjunto de la esclusa 13 del Canal de Castilla, a su paso por Naveros de Pisuerga, con una inversión de más de 2,8 millones de euros.
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La actuación pretendía recuperar los elementos arquitectónicos y de ingeniería del conjunto con dos objetivos principales. El primero, revitalizar funcionalmente la zona para potenciar sus aptitudes como espacio para albergar actividades públicas; reafirmando así el Canal como itinerario cultural integrado en el patrimonio histórico de la zona. El segundo pretendía evitar la siniestralidad, a la que apela Marga Arroyo. «Porque mi hijo murió por un problema de siniestralidad vial, no fue un accidente», dice a la vez que recuerda que el desarrollo judicial del siniestro derivó en una condena por parte del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León a la Diputación de Palencia al entender que «la conservación de la carretera era deficiente».
Asistió a esa presentación y durante este último año y pico no ha querido hacer ruido, pero ahora que se ha cumplido el décimo aniversario del trágico siniestro, Marga Arroyo asegura que no se puede callar. «Nadie me va a devolver a mi hijo, lo sé, pero no quiero que haya más víctimas, y no entiendo cómo todos los políticos se quedan de brazos cruzados con ese proyecto congelado cuando se gastaron 140.000 euros en un estudio de ingeniería», añade Marga Arroyo.
El proyecto está parado por el momento. La Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes de España, que depende del Ministerio de Cultura y Deporte, ha emitido un informe negativo, «a pesar de que los Presupuestos Generales del Estado ya contemplaban con el Gobierno de Rajoy la partida para esta obra», recordaba hace unos días la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén, quien se reunió varias veces con Marga Arroyo, ya que ella encabezó un movimiento para reclamar a las administraciones, en especial a la institución provincial, propietaria de la carretera, que se adecuara la señalización a las peligrosas condiciones de la vía. «Si el problema es con el Canal de Castilla, que hagan un puente anexo, que es lo que pedíamos, a mí lo demás me da todo igual como si quieren hacer la Casa del Esclusero bañada en oro», señala. «Dicen que hay un informe negativo de Bellas Artes ¿y a nadie le preocupa solicitar ese expediente? No lo entiendo. No entiendo que los alcaldes de la zona tampoco se muevan para agilizarlo», agrega.
Recuerda también Marga Arroyo que al año siguiente de ocurrir la tragedia, el paso se mejoró, pero «desde hace nueve años no se ha hecho nada de mantenimiento, ni las biondas, ni el vallado, ni la iluminación, ni cambiar las señales ni pintar las líneas de la carretera, nada absolutamente nada», critica.
Presidenta de Stop Accidentes del País Vasco, donde reside, anuncia que no se va a quedar parada tampoco a partir de ahora. Marga Arroyo, la madre de Ibai, contempló aquel accidente desde otro turismo que iba unos metros atrás y no dudó en lanzarse a las aguas turbias desde cuatro metros de altura para intentar desesperadamente sacar a su hijo de la trampa mortal, pero nada pudo hacer.
El 11 de agosto de 2012 el puente sobre el Canal de Castilla de Naveros de Pisuerga, en los límites que dibuja el curso del río entre las provincias de Burgos y Palencia, se llevó la vida de seis personas, tres de ellas de la misma familia, y vinculadas todas ellas a la pequeña localidad burgalesa de Zarzosa de Riopisuerga. Perdieron la vida al precipitarse el coche en el viajaban a las aguas de la esclusa número 13 del Canal de Castilla, junto al puente de Naveros de Pisuerga.
El siniestro ocurrió en torno a las 4.40 horas de la madrugada, cuando el monovolumen, un Volkswagen Touran, en el viajaban las víctimas se salió de la comarcal PP-6112, en un tramo con la velocidad limitada a 30 kilómetros por hora, justo en el momento de tomar a su izquierda la curva de 90 grados para encarar uno de los estrechos puentes que cruzan el histórico canal. El vehículo chocó contra una barrera quitamiedos que nace junto al pretil de piedra y se precipitó en la esclusa, sumergiéndose de inmediato a una profundidad de más de dos metros.
El monovolumen lo conducía Marta Santamaría, de 37 años, de Bilbao; a su lado viajaba Margarita Alonso Porta, de 37 años y de Barcelona;y detrás iban la hija de la conductora, Irati Lanz, de 6 años;el hijo de Marga, Ibai Azkue, de 12;Paula Santamaría, de 15 años, y Laura Pérez Martín, de 18 años, las dos jóvenes de Burgos.
Volvían de la fiesta en la vecina localidad de San Llorente de la Vega, a escasos cuatro kilómetros, y ninguno de ellos pudo escapar del vehículo.
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