El desmantelamiento de la Térmica de Velilla seguirá por la chimenea en marzo

Extrabajadores y vecinos señalan que antes se desmontarán las instalaciones y se retirarán todos los escombros

Jueves, 28 de octubre 2021, 22:43

Y de repente, a las 16:02 horas, se escuchó la explosión de la torre de refrigeración de la Térmica de Velilla, ante el silencio de todos. Y así, más de cuarenta años de historia desaparecía en cinco segundos, ya que esta torre se ... construyó en el inicio de los ochenta. Para su derribo, que superaba los cien metros de altura y tenía un peso de más de 7.000 toneladas, se utilizaron detonadores electrónicos con 82 kilos de explosivo en 490 perforaciones. Las cargas explosivas fragmentaron los pilares de apoyo, provocando la pérdida de equilibrio de la construcción y el colapso por su propio peso con un ligero vuelco hacia el norte para agrupar los escombros hacia el lado opuesto del río.

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Aplausos y alguna lágrima escondida siguieron a los cinco segundos de demolición, como parte del proceso de desmantelamiento de la central, 56 años después de su puesta en marcha y 15 meses más tarde de su clausura, solicitada a finales de 2017. De este proceso ya se ha ejecutado cerca del 35% y se prolongará durante cuatro años. Extrabajadores y vecinos señalan que los próximos meses se desmontarán las instalaciones y se retirarán todos los escombros, con la idea de volar en marzo la chimenea alta.

A partir de las 14 horas todas las instalaciones de la Térmica, propiedad de Iberdrola, quedaron vacías. Al mismo tiempo, el dispositivo de seguridad –para garantizar un perímetro de 250 metros– estuvo conformado por treinta efectivos de la Guardia Civil de Velilla, de Tráfico junto con Protección Civil y Bomberos.

«Me da mucha pena que la hayan derruido, pero es lo que hay. Era parte del paisaje ya y hemos crecido con ella», señalaba Dori Elías, tras ver caer la torre de cien metros.

Jacinto Fuentes lo observó en silencio y lo grabó, aunque no sabía si volverá a ver las imágenes. «Se murió el símbolo que ha dado de comer a todo el pueblo y era parte de nuestra vida», afirmaba. Trabajó 37 años en la Térmica y estuvo durante la construcción de la torre de refrigeración en control de calidad. «Los primeros tiros de dinamita para hacer el hueco para construirla, lo pusimos nosotros», señalaba. «No pensé que la vería caer».

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Otro extrabajador de la térmica era Rubén Fernández, que ahora está recolocado en la central nuclear de Cofrentes en Valencia. «Trabajé diecisiete años aquí y claro que me ha dado pena verla desaparecer», reconocía. «Lo he grabado porque es un momento único en la vida», añadía, con pesar.

Los vecinos observaban la vista sin la ancha torre y señalaban que «ahora solo hay monte», aunque otros veían positivo que ahora se divisase el sol. «Los inviernos por esa zona son muy fríos porque había mucha umbría», argumentaba María del Carmen Barrios. «Y antes no se podía ver la televisión de Guardo, tenían que apuntar las antenas al repetidor de Velilla», añadía.

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Por su parte, Daniel Pérez se mostraba indignado al ver cuánta gente se había reunido para ver la demolición. «Me parece una vergüenza que haya tantas personas aquí para ver una explosión de cinco segundos, pero luego no hay nadie manifestándose en Guardo por la Sanidad».

Poco a poco, todos fueron volviendo a sus casas o a dar un paseo por la zona, para vislumbrar los escombros y los restos de lo que fue y ya no es. Con el derrumbamiento grabado en sus retinas y en sus móviles, miraban el espacio ya vacío. «A mí me dio pena que la cerrasen, eso sí. Esto era necesario», concluye Enrique Pérez.

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